“Please, Please tell me you know
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
--Falling, The Civil Wars.
Caleb estaba dando vueltas de un lado a otro en la enfermería, donde Gabe yacía acostado en la cama, divertido, observándolo.
— ¿Podrías dejar de moverte? Me mareas —le dijo Gabe.
— ¡Me importa un rábano si te mareo o si te vomitas encima de mí! Estoy harto, voy a su apartamento.
—Ya sabes que no puedes, divino. Tu carro tiene chips.
—Sí, pero me voy a pie.
—Todas nuestras cadenas y collares tiene GPS, y lo sabes.
—Entonces le pido a Jeremy que me la quite.
—Si lo haces, estás renunciando al alquimismo.
—¡Mierda, Gabe! Arruinas todos mis planes —le gritó él desde el otro lado de la habitación.
Estaba aturdido, cansado y molesto. Su hermano estaba teniendo problemas con su padre otra vez, su maldito padre borracho. Y si no se calmaba, su hermano tendría que venir a vivir con él. Hace años, su abuela se quedó con la custodia de sus nietos, pero Marcos seguía buscándolos sin parar.
—No es mi culpa que la directora te prohibiera buscarla, terroncito.
—Cállate…
Caleb se sentó en la silla continua a la de Gabe y posó sus manos entre su rostro.
¿Qué iba a hacer?
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— ¿¡SOLO LLORAS POR ESO!? — Preguntó Scarlet al otro lado del teléfono.
Cuando April iba en la calle, se fue a un lugar de Alquiler para Películas y se llevó “Titanic” Una película lo suficientemente romántica y trágica como para llenar las Cataratas del Niágara con sus lágrimas, luego de eso se había dirigido directo hacia su apartamento, subiendo furiosamente las escaleras para llegar, tirar la puerta de un portazo y llamar a Scarlet.
— ¿Te parece poco? —le preguntó ella, entre sollozos. No parecía que Scarlet la fuera a consolar… Más bien, todo lo contrario….
—Dime una maldita cosa April… ¿Desde cuándo te pones tan maricona por un chico? —Se oía furia en su voz.
— ¡Scarlet!
—No, lo digo en serio. Mira, te diré una cosa. Estás subestimando a ese galán. ¿No te llamo? Perfecto, haz fiesta, no muestres tu desilusión, disfruta la vida, además estás siendo extremadamente egoísta
— ¿Egoísta, yo?
—Sí, tu. No sabes lo que él está haciendo ahora, puede ser que tuviese una crisis familiar, o tan solo es tan malditamente arrogante que no quiere llamarte. El punto es, que poniéndote así, me decepcionas. ¡Eres una muchacha fuerte, April! No una estúpida que llora porque no la llamaron… ¡Dios! ¿Acaso no sabes que no se llora por idioteces? Cuando llores de esa forma, piensa en los niños que en este momento, están perdiendo a un padre o muriéndose de hambre, y deja de pensar SOLO EN TI. —April se quedó boquiabierta, aturdida, dolida pero sobre todo sorprendida. Había sido una idiota al ponerse así, y más al llamar a Scarlet.
Su amiga había tenido una vida dura, a los 5 años sus padres murieron en un accidente de carro, en donde ella iba en el asiento trasero, dejándola sola en un orfanato para que su madre la adoptara. Sabía que su mejor amiga lloraba todas las noches por la muerte de sus padres, sintiéndose culpable por haber sobrevivido y ellos no. La única que se puede sentir culpable ahora soy yo…
—Tienes razón, Scar. Perdóname, fui una tonta al ponerme así… Lo siento tanto, no quería enojarte de esa manera, prometo que no volveré a ponerme así por un chico en la vida, a menos de que me traicione.
—Así me gusta. —Suspiró— Disculpa haber sido tan dura, pero ya sabes que solo las amigas de verdad se dicen las cosas a la cara, y eso es lo que hice yo. Además yo no me guardo nada, y lo sabes.
April se dirigió hacia su computadora con el DVD de la película en mano y el celular en la otra.
—Lo sé, Scar. Lo sé perfectamente, gracias.
—De nada.
— ¿Sabes que te quiero?
— ¿Ese no es el nombre de un libro?
—Sí, autor Blue Jeans.
— ¡Lo sabía! Siempre usas palabras de tu libro, te hace parecer superdotada.
— ¿Gracias?
—Sí, dame las gracias.
—Vale, ya pero no me respondiste…
—No, no sé si me quieres porque yo no te quiero, tonta. —April tragó hondo, odiaba sus bromitas. —Yo te amo.
—Esas palabras son muy fuertes para usar, señorita.
—Sí, ya se. ¿Qué más da? Hagamos esto, si ese chico no te dirige la palabra, nos vamos a las Vegas, nos casamos y listo. Vivimos felices para siempre.
— ¿Me estas proponiendo matrimonio?
—Sí, mira y lo hago formalmente. Me estoy poniendo de rodillas —Scarlet carraspeó —Aprilynne Skye, amor de mis amores, mi *Emma Watson. Desde el primer día en que te vi con esa pequeña trenza francesa en tercer grado, caí perdidamente enamorada de ti. ¿Te casarías conmigo?
— ¡Sí acepto! —Las dos se rieron hasta no poder más y de pronto April ya no se sentía tan deprimida.
—No juguemos con esto, Scar. Pareciera que fuésemos del *otro equipo
—Yo no sé a quién le dices del otro equipo, porque yo sin duda, no lo soy…
—No me tienes que convencer, desde lo que pasó con Stephan…
— ¡Oh, Dios! Eres insoportable, me voy antes de que empieces con tus desparramadas.
— ¡Espera!
— ¿Qué?
—Um… A la hora de llorar, ya sabes… ¿Me es permitido llorar por un libro?
—Considerando las trágicas historias de amor, sí, lo es.
—Gracias…
—Ugh, me voy antes de que no puedas colgar.
—Adiós, odiosa.
—Hasta después, rara.
Y ambas colgaron.
Sin duda tenía la mejor amiga del mundo, pero era una cabeza dura.
Colocó la película en su computadora para poder verla, debido a que el televisor en su apartamento era un trasto.
Pasaron unos segundos y su portátil acepto el disco, haciendo que la película empezara sin ningún detenimiento.
April se acomodó en su cama y se metió en su amada historia de Jack y Rose, era muy larga pero valía la pena, siempre lloraba con esa película y aunque Scarlet le había dicho que no lo hiciera, lo necesitaba.
Después de dos horas y media de amor y llorar se levantó de su cama y se vio al espejo.
Se veía horrorosa.
Terrible, fatal
Parecía un payaso al cual le había echado agua encima.
T
enía que arreglarse, iba a salir y pasearía por el hermoso parque al cual no había podido ver exactamente bien.
Se dirigió a su caja de maquillaje y sacó todo lo necesario.
Se pasó una toalla para desmaquillar y solo se puso un poco de brillo y sombra de ojos.
Nada más, no era necesario verse demasiado arreglada si no iba a ver a nadie.
Se puso un reloj y vio la hora.
4:37 pm.
Podría ir a una heladería y luego comprarse unos cuantos libros, y para terminar, irse a un hermoso bosque a leer. Era el plan perfecto.
Salió corriendo de su apartamento y cerró la puerta.
Bajo las escaleras que, aunque en la mañana le había costado bajarlas ya no lo hacía.
Eso es raro… Debo tener un trastorno en los pies
Llegó a la recepción y busco a Camila, que se encontraba con un millón de papeles encima, se le cayó uno y trato de cogerlo pero se le cayeron todos los demás.
April rió, era un poco torpe sin duda.
Se dirigió hacia ella y la ayudo, ordenándolos lo mejor que pudo y colocándolos en el escritorio.
—Aquí tienes, torpe —le dijo ella, sonriendo. Camila puso los ojos en blanco.
—En este lugar me explotan, ¿No ves que cantidad de tarea? Es una tortura. Son unos negreros —le respondió ella, resoplanto.
April se rió hasta no poder más y Camila la vio con curiosidad.
—¿Qué?
—¡Negreros! ¿Qué eso, cami?
—¿No sabes lo que es?
—Pues… ¡No!
—Es que… —se sonrojó —como hay gente que antes, maltrataba a los negros por el racismo se les dice negreros y yo digo que ellos están siendo conmigo… Ya sabes.
—Negreros —dijo ella, conteniendo la risa. Primero Airin y luego Cam, estaban locas.
—Vale, vale. ¿No ibas a alguna parte?
— ¿Me estás echando?
—Sí.
—Que sincera…
—Lo sé —le respondió, sonriendo.
—Bueno, pues sí, iré a la heladería y luego compraré unos cuantos libros. Nada más.
—Me alegro, ve no te quiero atrasar.
—Solo lo dices para deshacerte de mí.
—Otra vez, estas en lo correcto — y le tendió una mano para que se fuera.
—Que pesada, adiós. — Y sin dejarla responder, se largo de allí.
April caminó unas cuantas calles, debido a que estaba segura de haber visto una heladería en algún lugar de por allí.
Cuando iba pasando por un viejo edificio abandonado, el corazón le dio un vuelco.
El Land Rover estaba aparcado allí, en ese lugar.
¿Estaría Robert en el edificio? ¿Qué estaría haciendo allí?
Tal vez… Podría investigar un poco ¿No?
Con mucha cautela, se dirigió hasta una pequeña ventana del edificio; estaba llena de polvo y un poco rota, por lo que casi no se veía nada, pero tal vez, podría oír algo.
Antes de que se pudiera concentrar, un gato pasó por sus pies y se asusto.
Odiaba los gatos, no importaba los lindos ojitos que tuvieran, los odiaba.
Se sacudió el gato como un saco de papás y se sentó en el suelo para oír mejor.
Nada…
Se asomo un poco en la ventana, para ver si no había nadie, pues es un edificio abandonado, pero había movimiento y se moría por oír que pasaba.
De un pronto a otro, su conciencia “Pepe Grillo” le recordó una frase.
“La curiosidad mató al gato”
Pues, seguro ella era gata porque la iban a matar pronto.
Oyó unos pequeños murmuros pero nada paranormal.
¡Deberían hablar más fuerte!
Y como si la hubiesen oído, se escuchó todo.
—Sabes que él tiene la piedra, es obvio —dijo una voz masculina, grave. Como no sabía su nombre lo identifico como, Curiosidad 1.
—¿Cómo lo sabes? No estamos seguros, no podemos irnos hasta Virginia para averiguarlo, perderíamos demasiado tiempo, estúpido —respondió una voz conocida.
Muy conocida… ¿Quién era? Era… Era…
Estaba en la punta de su lengua…
Pero, mierda no se acordaba de su nombre…
¡DARWIN! ¡El profesor Darwin! ¡Los estaba traicionando! Era algo obvio, tenía un aire oscuro.
—¿Estúpido yo? Ambos sabemos que Ronald tuvo la piedra algunos meses, no la pudo perder tan fácilmente, su hijo o su esposa deben de tenerla.
—Ex esposa. —dijo a lo que identifico como el traidor.
—Lo que sea, ya sabemos que Rosa no lo tiene…
— ¿Lo saben? ¿Cómo?
—La visitamos ayer, en la tarde, digamos que está lo suficientemente advertida de no hacer nada que nos perjudique.
—Bien… Bien. Entonces, ¿Vamos hasta su hijo?
—Mi hijo no tiene nada que ver con esto, idiotas. Déjenlo en paz. Tiene esposa e hijos y no posee de tiempo para estar con ustedes, traidores. —dijo Robert. Entonces… ¿Él estaba con o en contra de ellos?
Todos quedaron en silencio, por lo que April sospechó que se habían quedado pasmados.
—Disculpa, jefe. Pero sabes que necesitamos la piedra, ya. Su mejor época es esta, el siglo 21.
—¡Me importa un rábano! Ustedes saben que… —se interrumpió bruscamente.
April se sintió temerosa, algo no estaba bien.
— ¿Qué decía?
— ¡Cállate! Aquí hay alguien más —dijo Robert
No podía ser ella. ¿Cómo la había visto?
—¿Alguien más? Pero si solo estamos nosotros…
April decidió leer los pensamientos de Robert.
Se concentró todo lo que pudo y lo logró.
Solo pensaba una cosa…
Alquimistas. Una alquimista…
Se sintió acorralada, tenía que salir de allí, rápido.
De puntillas empezó a dirigirse a la acera y cuando estuvo fuera del perímetro se puso en posición para correr.
—Vaya, vaya… Pero miren que tengo aquí… ¡Una linda alquimista, principiante sin duda! —dijo Robert.
April echó a correr, sus tacones repiqueteaban en el asfalto furiosamente, a toda velocidad. No podía correr más rápido debido a lo que usaba, pero sabía que tenía que huir.
Truenos sonaron en el cielo y empezó a llover a cántaros.
Uno de sus tacones se rompió y la hizo desbalancearse.
Movió un poco los pies y ambos zapatos cayeron, dejando a sus pies libres de cualquier obstáculo y haciendo que sintiera la lluvia bajo estos mismos.
Atrás de ella se oyeron miles de pasos, por lo menos así parecía…
Y tan pronto como dobló en una esquina, oyó disparos. Miles de balas se arremolinaban sobre ella…
Corrió más rápido y sintió algo rozar su brazo, pero no tenía tiempo de detenerse.
Muchos pensamientos pasaban en su cabeza.
¡Un profesor era un traidor!
¡La piedra estaba en Virginia!
¡Tenía que decirlo en la Academia!
¿Por qué Robert tenía que ser tan malditamente ágil?
Y el más estúpido de todos ¡Acabo de perder un par de zapatos!
Cruzó un paso peatonal y algo agarró su brazo fuertemente.
Se volteo y vio a un furioso Robert, viéndola a los ojos tan fríamente que sabía que la iba a matar.
De pronto se acordó de que traía la daga de Rubí en el bolso y lo sacó hábilmente con una mano.
Tan pronto como estuvo en su mano izquierda —debido a que la derecha la tomaba su enemigo— clavó su pequeña creación en el brazo que la sostenía y él soltó un grito de dolor.
La soltó y ella vio su oportunidad mientras guardaba su daga en el bolso.
Corrió un poco más y luchó por seguir, su aliento fallaba y su mente, estaba dando vueltas sin parar.
Al fin, localizó la heladería que tanto había buscado y la maldijo con todo su corazón, si no la hubiese buscado jamás habría que verse encasillada en ese embrolló.
Cuando alcanzó la puerta, alguien la tomó por el brazo y su cabello se erizó, la iban a matar…
Pero para su alivio, al voltearse solo vio al profesor Ronald, quien la analizaba curioso y cauteloso, traía una sombrilla y un traje de trabajo.
— ¿Estás bien, April? Te veo muy agitada… Venías corriendo ¿No? —le preguntó, con suma preocupación y ella se sintió a desfallecer.
Se aferró a su pecho y empezó a llorar como loca
Al diablo Scarlet, eso merecía gastar lágrimas tanto como ella quisiera.
Él se sintió torpe y le acarició un poco la espalda, esperando a que se calmara para que le explicara.
La condujo a la heladería y la sentó en una silla, despegándola de su pecho.
— ¿Quieres un helado?
—S-sí, por favor —le contestó, temblorosa.
— ¿De qué? Adivino, ¿Chocolate? —le dijo, sonriendo
Solo logro asentir con la cabeza y él se dirigió al mostrador.
¿Qué acababa de hacer? ¿Se había acurrucado con un profesor que le doblaba la edad?
Estaba loca, ya no tenía remedio.
Se acordó de lo ocurrido y pensó un poco más.
¿Cómo había logrado sacar la daga con una mano? Eso no era posible, ni siquiera recordaba meter la mano en el bolso.
Se rasco la cabeza, todo era muy confuso.
Cuando colocó sus pies en la cerámica, dio un pequeño respingo, estaba extremadamente fría, y hasta ahora supo que no tenía sus zapatos…
¡Debía parecer una vagabunda! Toda mojada y sin zapatos.
Finalmente Ronald llegó y le entregó un gran cono de chocolate.
Ella le sonrío y se sintió como una pequeña niña, siendo consolada por su padre.
La idea la llenó de pesar, nunca sabría qué era eso…
Empezó a saborear el helado, y supo que era lo mejor que había probado en su vida.
—Dime, April. ¿Qué paso? —le preguntó, probando su helado de menta.
Ella tomó un largo suspiro y empezó a contarle todo lo que había visto y oído, la voz de Darwin, Virginia, todo.
Él la miraba con absoluta sorpresa y su expresión pasó a ser aterrorizada.
—Así que pensé que debería decirle a la directora y así…
—¡No! No debes decirle nada a Magdalena. —le reprendió él, cuando había terminado su helado.
—¿Pero por qué no?
—La directora no se encuentra muy bien… que digamos últimamente, ha estado un poco enferma y es mejor mantenerla alejada de esto, querida.
—Entonces, ¿Qué debo hacer? —le preguntó, perspicaz.
—Deben ir a Virginia, antes que ellos lleguen… Prepararé un transporte y una escusa para la directora, para que ustedes vayan y resuelvan esto. Me aseguraré de encontrar la dirección del hijo de Robert y confirmaremos esto de una vez por todas.
— ¿Ustedes? Te refieres a…
—Caleb y tú, sí. Él es tú compañero, por lo que tendrán que ir juntos…
—Pero yo…
—Nada, tenemos que irnos ya, está empezando a anochecer.
Y así era, observó April, se sintió horrorizada… ¿Cómo iba a viajar con Caleb, si todo salía mal?
Salieron hacia la puerta y se fijó en que ya no estaba lloviendo…
April rebuscó en su bolso y sacó unos cuantos dólares.
—Tenga esto es por el helado —le dijo, tendiéndole el dinero.
Él rió fuertemente.
—Nada de eso, April. Invitó yo, y nada de peros por favor
—Está bien, gracias —le respondió, cohibida.
—De nada, querida. Me debo ir ¿Crees que podrás llegar sana y salva a tu casa?
—Sí, creo que sí —le respondió, insegura. La verdad preferiría que él la acompañara.
—Está bien, ¡te veré el lunes! —y sin nada más, se fue alejando.
April lo observó y el pánico la atravesó, ¿Qué pasaba si la encontraban?
Nada… No pasaría nada…
Más asustada que nunca, se fue a su apartamento, analizando todo lo sucedido.
30 minutos después.
April se colocó el pijama y se sintió un poco sola… Ese apartamento ahora le parecía gigante… revisó su celular.
Ninguna llamada, ningún mensaje.
Ahora estaba segura de algo, su cita ya no era cita.
Y su cumpleaños iba a ser el más triste de cualquiera que hubiese tenido antes.
Es una lástima, debido a que iba a cumplir 18…
¿Por qué no la había llamado? O… ¿Visitado?
¿Qué había hecho mal? No lo entendía…
Y después de todo lo que le había pasado hoy…
Pero se iba a tranquilizar, mañana sería un día mejor… ¡Era su cumpleaños! Algo bueno tenía que haber…
Con ese gran pensamiento ella se quedó profundamente dormida…
Pero la pobre de April, ignoraba dos cosas…
La primera… Ese cumpleaños suyo, iba a ser mejor de lo que pensaba
Y la segunda, la más importante.
No estaba tan sola…
Alguien, la miraba en ese mismo instante por la ventana.
Y no era nadie bueno…
Bien, ahora me dejaste con la intriga, !En el punto mas extremadamente importante! eso no hace Meli :( entristeses a tu lectora XD
ResponderEliminarJajaja me mori de la risa, cuando me meti en mi correo y tenia un monton de correos que decian, Angelus, Angelus, ANGELUS jajajajaja! Mujer, comentaste en varios xD!! No se hace? Haber... si se hace, asi te obligo a seguir leyendo no? :P pero haber, te gusto o no? xD jajajaja que no me queda claro!
ResponderEliminarTe mando un besote lus,
Mel(:
PD: Estas loca xD (IGUAL QUE YO!!!)
Gracias a Dios no soy la unica loca en este lugar xD!! Bueno linda me gusto bastante la historia (Aunque no es que crea mucho en el amor y tal) y esta muy intrigante !Pero la dejas a un lado! tonces queda cuando parece que alguien esta en la habitacion de April y puaff !Se acaba el capi y no hay mas! ¿Que clase de maldad es esa? jajajaja xD u.u me las cobraré :(
EliminarAhh puff... me asustaste! Jajaja pues si... es que, como subo la historia al foro, me gusta dejar a las chicas intrigadas xD! Por eso lo hago ;) Y SI! SOY MALA MALITA MALOSA jajajaja xD
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