My First Kiss.
My First Love.
My First Boyfriend…
My
First all.
Había
una vez una… ¡Oh, espera! Me equivoque de comienzo ¿No? Perdona, pero mi mente
ya no da para más, a la edad que tengo es difícil recordar, como empieza una
historia como la mía.
No creas
que es la gran cosa, mi historia es un “típico cliché” pero creo y estoy
segura, de que puede ser algo interesante, a la hora de leer algo romántico.
¿A qué
me refiero? Tengo 80 años, y he sido una famosa escritora en mi país, pero al
ser una “señora mayor” dejé de escribir; sinceramente no sé porque lo hice, fue
tonto y por eso, quiero escribir mi última historia…
Mi
historia de Amor…
Todo
empezó ese día de Agosto, de 1930… El día que lo conocí.
Tenía
solo 15 años, una muchachita inexperta en todo lo que respecta al amor y sus
dificultades. Nunca me había enamorado y nunca había dado un beso de verdad,
supongo que era un poco fea, debido a que ningún chico se fijaba en mí, o tan
solo era demasiado tímida para llamar la atención.
Ese
mismo día, me levanté de la cama con un ánimo renovado, me sentía feliz y
hermosa, pero todo empeoró cuando me acorde que tenía que ir al Instituto.
A
regañadientes, fui a mi armario en donde cogí un vestido rosa con un diseño de
pequeñas flores y hermosos brocados, algo simple pero de mis favoritos.
Mi
cabello es totalmente lacio, así que lo dejaba suelto pues no me podía hacer
muchos peinados.
Cuando
había salido a la cocina, me encontré con la escena actual de todas las
mañanas.
Mi
padre, grande y musculoso, con un cabello azabache y lacio, leía el diario del
día y tomaba un poco de café, mientras que mi mamá que era una mujer realmente
bella, delgada pero bien proporcionada y con ojos de gata, me analizó de pies a
cabeza.
—Te
ves preciosa, ¿Alguna ocasión en especial, Amy? —me dijo, con una sonrisa
pícara.
—Ninguna,
mamá —le había respondido, mientras me dirigía la mesa y esperaba por mi
desayuno.
—Espero
que no haya ninguna ocasión en serio, Amy —Me había dicho mi padre, sonriendo
de oreja a oreja. Decía que el día que consiguiera novio, ese día, sería la
primera vez que mataría a alguien.
Después de haber desayunado, mi madre me dio
mi almuerzo y nos despedimos.
Mi
casa siempre me había gustado, no éramos pobres, pero tampoco ricos, así que
nuestro hogar era lo que se puede decir, acogedor.
Entrabas
por la puerta principal y había una pequeña salita en donde recibíamos a los
invitados, que estaba seguido por una escalera para ir a las habitaciones y
hacia la izquierda se encontraba el comedor y la cocina.
Sin
duda era pequeña, pero el jardín era hermoso.
Lleno
de flores, rosales, árboles y naranjos. Me encantaba.
En
fin, me estoy desviando, sé que no quieren leer solo de mi pequeña casa.
Ese
día, me dirigí al colegio en mi bicicleta como era de costumbre y pasee por los
lindos bosques que rodeaban mi pueblito.
Mi
colegio no quedaba demasiado lejos, pero si era lo suficiente como para viajar
en mi traste y ver la bella naturaleza que me rodeaba.
Cuando
llegué, aparqué en el mini estacionamiento para las bicis y le puse una pequeña
cuerda para que no se cayera y, entonces, a mi lado logré ver de reojo, unas
piernas largas con pantalones bien planchados.
Alcé
la vista y observe unos ojos verdes, con rasgos tan bien formados que me
enamoraron al instante.
Su
sonrisa era preciosa, los mejores dientes de cualquier lugar.
Era
igual a… ¿Cómo es que les dicen ahora? Un actor de Hollywood.
Y solo pude pensar,
¿Dónde
estuviste toda mi vida?
—Hola
—me dijo, con su sonrisa tan encantadora. Su camisa blanca de punto se le veía
perfecta y con sus pantalones tan rectos, estaba impecable.
—Hola…
—le había contestado tímidamente. Recuerdo, que había querido salir corriendo
de allí para no tener que pasar por la vergüenza de mi timidez.
—Soy
nuevo por aquí, ¿Sabes? Necesito a alguien que me acompañe por el día de hoy… ¿Sería usted tan amable de acompañarme este día, señorita?
Mi
corazón latía con fuerza en mi pecho, su propuesta me había parecido tentadora
pero amenazante. Era como una tortuga en su refugio de la cual nunca salía.
—En
realidad, no creo que sea la adecuada, muchacho…
— ¿Ah
sí? ¿Por qué no?
—Yo…
yo…
— ¿Usted
qué? Vamos, creo que podrá hacerlo fácilmente, algo me dice que usted ha estado
mucho tiempo en este Instituto ¿O me equivoco?
—No,
no se equivoca. —Le había contestado, viéndolo a los ojos. Tenían un brillo
espléndido, encandecedor.
—Entonces,
¿Lo hará? —Solo logré asentir con la cabeza, y coger mi mochila para dirigirnos
a las clases.
A
mitad del camino, se detuvo un momento y yo paré en seco, viéndolo extrañada.
— ¿Qué
sucede? —le pregunté.
—Pues…
Que no me ha dicho su nombre. ¿Sería tan amable de decirme, cómo se llama?
—Amilynne
Phillips.
—Es un
placer, Amilynne. Mi nombre es Kurt Richards. —Me tendió la mano, en señal de
conocernos.
Yo se
la tome, y él la estrecho suavemente.
—Me
gusta mucho su nombre, Amilynne.
—Muchas
gracias. Puede decirme Amy, si desea. Es muy largo para pronunciarlo todo.
—Amy
será. Usted dígame Kurt, pues no creo que se pueda abreviar más
Me reí
un poco y él lo hizo también.
—Ahora
sí, ¿Vamos?
Asentí
con la cabeza y nos dirigimos a las puertas de madera, que permitían el paso al
colegio.
Al
entrar, Kurt contempló todo el lugar como si fuese una maravilla, yo me puse a
analizarlo, tratando de ver con sus ojos ¿Qué era lo maravilloso que él veía?
Pero
no logré distinguirlo. Era grande sin duda, con un piso de cerámica
destartalado y 3 pasillos que conllevaban a las aulas, que tenían tan solo una
ventana y grandes mesas con sillas para compartir entre todos. Al marcar los
recesos, había una gran campana en la entrada y Will, un viejito del pueblo, se
encargaba de sonarla.
Podría
parecer sorprendente que el colegio fuese grande, pero, todos los niños del
pueblo venían a clases, así que debía ser grande.
Pero
no era tan grande como se hubiese querido, debido a que los que entraban a
primer año de colegio, tenían que compartir aula y maestros con los de segundo
año, y a partir del tercer año teníamos clases libres.
Al ser
escuela y colegio, todo se complicaba más y el mecanismo de los de primer y
segundo año se utilizaba con todos los demás grupos inferiores.
Resolución
final: Solo los niveles posteriores a octavo año de colegio, teníamos aulas
para nosotros solos.
Y… me
estoy desviando otra vez ¿No es así? Vale, puede ser, pero sé que disfrutan de
los detalles de una abuelita.
Lo
llevé hacia la clase de los de tercer año y entramos al aula, que ya estaba
atestada de los mismos compañeros que había tenido todos los años, pero que
ninguno se acordaba de mí, obviamente.
¿Había
mencionado que era tímida, no? Bueno… era más que eso, soy lo que se decía…
Invisible.
— ¿En
dónde nos sentamos, Amy? —me susurró, para que le pudiera escuchar.
Localicé
unas sillas vacías y lo llevé allí.
—Puedes
sentarte ahí y yo me puedo sentar… —Observe a la mesa de al lado—Allá.
— ¿Y
por qué no te sientas a mi lado? La silla, por lo que veo, está vacía.
Vacilé,
no es que no me quisiera sentar con él, sino que, no sabía que haría cuando se
enterara de que no hablo en nada.
—Está
bien, gracias —Le di una sonrisa y me senté.
Las
campanas sonaron y tan puntual como siempre, la señorita Luckybally apareció en
su pequeño escritorio.
— ¿Ella
es nuestra profesora, Amy? —me preguntó, inocentemente.
—Sí,
ella es la Señorita Laura Luckybally.
Asintió
casi imperceptiblemente y fue a hablar con ella. Supuse que era para
presentarse y así fue.
—Chicos,
tomen asiento. —ordenó ella, y todos lo hicieron.
—Este
muchacho de acá, es nuevo en el pueblo. Su nombre es Kurt Richards, y espero
que todos le demos una cálida bienvenida.
Todos
en la clase asintieron y pusieron unas sonrisas forzadas en su rostro.
Kurt
regresó a su asiento y volteó a verme.
— ¿Qué
tenemos en este momento?
—Ciencias
—le respondí. Su cara se iluminó e inmediatamente supe que le encantaban las
ciencias, me dijo que eran maravillosas y que el ser humano le fascinaba. Su
sueño era ser un gran médico, el mejor del pueblo y yo le conté sobre mi manía
por la literatura y demás. Pero eso fue solo al principio de clase, debido a
que segundos después él se despisto en la clase, escuchando atentamente a la
profesora, como si fuera lo más interesante de este mundo.
Me
sentí curiosa por ese muchacho, tan atractivo pero inteligente. Era encantador
y todo un caballero. Algo que estoy segura, en estos días cuesta ver.
A veces,
me detengo a ver a mis nietas, una en especial que tiene 17 años. Su novio, es
todo menos caballeroso. Nunca le abre la puerta de la casa o su coche, hasta ha
habido veces en las que le ha faltado el respeto, y sinceramente, me decepciona
que no haya muchachos como antes debido a que, ella merece algo mucho mejor. Sé
que existen, pero muy pocos.
Corríjanme
si me equivoco por favor.
En las
siguientes clases, como matemáticas nos concentrábamos en terminar el trabajo
en nuestros pequeños cuadernos, en los cuales, teníamos que ahorrar páginas
para no comprar nuevos (algo que no nos podíamos permitir) Pero en Historia,
hablamos hasta no poder más. Kurt se acercaba tanto a mí para hablar, que a
veces pensaba que me iba a besar, pero según yo solo era mi imaginación, estaba
segura.
Finalmente,
llegó la hora de almuerzo y salimos al jardín en la parte delantera. Llevé mi pequeña bolsa con el almuerzo y
advertí, que Kurt no llevaba ninguna.
No
sabía si se querría sentar conmigo en el almuerzo, debido a que en un solo día,
ya conocía a más de la mitad de la clase, incluido Bobby Ross, que se podría
decir era el chico más conocido de la clase.
Hasta
oí que lo habían invitado a sentarse con ellos a esta hora.
Pero
no lo hizo.
Se
negó amablemente y se dirigió junto a mí en el jardín.
Cuando
nos sentamos, no pude evitar que mi curiosidad no saliera a flote.
—Kurt,
¿No trajiste almuerzo?
—No, a
mi madre se le ha olvidado dármelo esta mañana
No
pude imaginarme como se le habría podido olvidar.
Vi mi
pequeña bolsa, y a mi sándwich de carne con lechuga y tomate, era una delicia y
para nuestra fortuna, estaba partido en dos, debido a que siempre lo pedía así.
—Ten
—le dije, dándole la mitad. Me miró extrañado, y meneó la cabeza.
—Es tu
almuerzo, Amy. No quiero quitártelo, además no tengo mucha hambre.
Su
estómago lo delató, sonando más fuerte de lo que él hubiese querido. Le sonreí
y le puse el sándwich en la palma de la mano.
—Pues…
si tú no te lo comes, tampoco yo. Allá tú, pero sería una lástima que se
desperdiciara ¿No?
Su
sonrisa lo había dicho todo. Estaba agradecido conmigo y había hincando el
diente en ese pequeño sándwich. Saboreándolo como ninguna persona lo haría. Yo
comí mi parte gustosa, era la primera vez que compartía comida con alguien al
que podría considerar “amigo”.
Si mi
memoria no me falla, al entrar para recibir las últimas clases, todo el mundo
nos veía, maliciosos y sonrientes. No entendía por qué, y la razón de ello lo
comprendí mucho tiempo después.
Días
pasaron y noches también, en donde Kurt y yo nos llegamos a conocer mejor,
sabíamos los secretos de cada uno, como que a él le encantaba oler el césped, y
a mí me encantaban los dientes de león (y siguen haciéndolo). Hablábamos en
clases, comíamos juntos y nos burlábamos de los peinados raros que se hacía
Lily Kensington, una chica tan arrogante que te hacía querer vomitar. Él hizo
amigos, no lo puedo negar, y la gente empezó a fijarse en mí, pero nadie me
dirigía la palabra, que era lo normal.
Hasta
nos habíamos peleado una vez.
Era 26
de diciembre, y Kurt y yo habíamos pasado gran parte de la navidad juntos,
hasta lo llevé a conocer a mi familia, a quienes les pareció muy agradable,
aunque mi padre me había susurrado.
— ¿Es
aquí donde empiezo a sacar la escopeta, para matar? —Había reído ante su comentario
y permanecí callada, contemplando a aquel chico tan apuesto que se llevaba el
encanto por parte de mi padre y madre.
Pero,
algo me tenía un poco ofendida. Yo le había presentado a mi familia, ¿Y por qué
el no a mí la suya?
—Kurt…
—Le dije, cuando caminábamos cerca de un gran parque.
— ¿Dime?
— ¿Por
qué nunca me has presentado a tu familia?
Sentí
como todo su cuerpo se había tensado y las defensas se encendieron en sus ojos.
—No
veo para qué, Amy.
—Por
qué soy tu mejor amiga ¿No es así? —Por lo menos para mí sí, recuerdo haber
pensado.
—Sí…
Pero eso no significa que tenga que presentarte ¿Sabes?
—Pero,
yo lo hice.
—Por
qué tú quisiste.
— ¡Kurt!
¿Qué es lo que pasa? No estás actuando normal. —le protesté, furiosa y poniendo
mis brazos en jarras.
— ¿Cómo
es que actuó normal?
—Pues…
normal.
—Sí,
¿Pero cómo?
—No lo
sé, caballeroso, amable, divertido. Ya sabes… Ahora estás siendo hosco y pesado
como cualquier otro.
Su
cara se había contraído en una mueca de dolor.
—No
quiero hablar de ello, Amilynne. —Amilynne… se había enfadado porque había
dicho mi nombre completo.
—Pues
yo sí, Kurt. No ¿sabes qué? Entiendo, si no deseas hablar debe ser porque no
tengo tu completa confianza ¿verdad? Perdona, no quería inmiscuirme en lo que
no me importa.
Me
había mirado con los ojos como platos, y yo estaba dispuesta para irme.
Espere
a que dijera algo, pero no lo hizo y me decidí.
Voltee
sobre mi propio eje y me dirigí a mi casa, más enojada de lo que nunca había
estado.
Pero
antes de continuar, tomó mi mano y me detuvo.
—Perdona,
Amy. —Amy… Así me gustaba más, me volví y lo vi a los ojos, angustia y
preocupación resaltaba en ellos.
— ¿Me
contarás? —le pregunte con suma delicadeza.
Asintió
con la cabeza, y empezó su relato.
Resultaba
que su madre, estaba enferma de algo que ningún doctor podía averiguar, su
padre trabajaba hasta altas horas de la noche, como repartidor de correos para
poder pagar los gastos del médico. Por esa razón es que a veces no traía su
almuerzo, por esa razón era la cual nunca hablaba de su familia.
Me
había sentido fatal por él y mi cuerpo actuó antes de lo pensado. Lo abracé con
todas mis fuerzas y apoyé mi cabeza en su pecho, inhalando el olor a canela que
desprendía. No estaba segura de cómo reaccionaría y estaba asustada hasta lo
más hondo, si bien éramos amigos, nunca nos habíamos abrazado, o tenido algún
tipo de contacto físico. Pero el me devolvió el abrazo, cálido y seguro. Supe
que había hecho lo correcto aquel día.
—Quiero
conocerla —murmuré contra su pecho.
—Está
bien…
Ese
mismo día, me llevó hasta su casa, un pequeño lugarcito alejado, donde los
jardines estaban resecos y algunas partes de la madera de su casa estaban
podridas.
Tenía
solo un piso, y era bastante acogedora, cuando entrabas se encontraban unos
sillones reunidos y una mesa para tomar el té. Si cruzabas el marco de otra
puerta estaba la cocina muy cómoda por cierto, y a la derecha había tres
puertas. Una era la del baño, otra la del cuarto de Kurt y la última, el cuarto
de sus padres.
Al
entrar, algo en mí se derrumbó, la mamá de Kurt parecía haber sido una señora
hermosa, su cabello rubio brilloso ahora no tenía brillo y sus rasgos bien
formados estaban demacrados. Parecía tan vulnerable, como si se fuera a romper.
Delgada como un palo y cansada de pies a cabeza. No pude evitar sentir un poco
de empatía por aquella mujer.
—Mamá,
ella es Amy. Amy ella es mi mamá. —Nos presentó Kurt, sonriendo.
—Un
placer —Le había dicho tendiéndole la mano, a la cual ella respondió
débilmente.
Su
madre me analizó de pies a cabeza y sonrío.
—Ya
era hora de que la trajeras, cariño. Es hermosa —Y le guiño un ojo. Para mí
pesar, me sonroje como un tomate y ambos rieron.
Esa
tarde, fue inolvidable.
Una de
las mejores de mi vida, disfrute y me divertí mucho con la Señora Richards. Era
amable, y dulce como un caramelo. Nunca, nunca la podré olvidar.
Después
de algunos días, llegó Año Nuevo. El cuál lo pase con la familia de Kurt, con
el consentimiento de mis padres. Conocí a su papá quien era un señor alto y
grande, sus ojos eran del mismo verde de Kurt y su mandíbula tenía su misma
línea. Daba un poco de miedo, pero a la hora de hablar era como un oso de
peluche. Sin duda logré entender de donde había sacado su atractivo Kurt.
Pasaron
algunas semanas y Febrero apareció rápidamente.
Para
este tiempo, no creo tener que mencionar que yo ya estaba embobada, y lo que se
puede decir enamorada de Kurt Richards.
Creo que desde Noviembre del año anterior lo estaba. En fin…
Era 11
de Febrero y “El Baile de Los Corazones Entrelazados” se avecinaba. ¿De qué se trataba
ese baile? Cómo tal vez ya han podido deducir, se acercaba San Valentín, por lo
que este baile, es el Baile de los enamorados y amistades que van a pasar a ser
enamorados.
Normalmente,
amigas van con amigas y cosas así, para cazar pareja, pero yo nunca había ido.
No tenía lo que se dice amigos, así que no tenía ninguna intención de ir.
Pero,
todo cambio ese miércoles.
Eran
las 6:00 de la noche, y la cena estaba a punto de ser servida.
Llamaron
a la puerta y mi padre fue a responder.
Oí
voces, pero no logré oír del todo.
Me
asomé por pura curiosidad y localicé a Kurt ¿Qué hacía allí?
—Entonces,
señor Phillips. Quería preguntarle si usted me dejaría llevar a Amy al Baile de
los Corazones Entrelazados este sábado. —Mi corazón latía fuertemente en mi pecho… ¡Estaba pidiéndole permiso a mi padre! ¡Me llevaría al baile!
—Pues…
No lo sé. —Mi cabeza dio vueltas ¡NO LO SÉ! —Por mí, no hay ningún
inconveniente, Kurt. Pero tendrás que preguntarle a Amy si lo desea ¿No lo
crees?
—Oh,
por supuesto. Pero necesito su permiso antes de invitarla ¿No es así?
Mi
padre rió fuertemente, y yo supe que tenía que irme corriendo a la cocina antes
de que me agarraran escuchando.
Llegué
justo a tiempo para sentarme en la silla y parecer relajada.
—Amy…
—me dijo mi padre, apareciendo en la cocina.
— ¿Sí,
papá? —Le había preguntado, con suma inocencia.
—Hay
alguien que quiere verte en la puerta…
—Enserio…
¿Me esperan?
—Pues,
claro. Por cierto, invítalo a cenar —Me dijo, guiñándome un ojo.
Prácticamente
corrí hacia la puerta y cuando llegue, lo vi. Tan guapo como siempre, con esos
pantalones y esa camisa usual que usaba cuando quería estar presentable.
Se
veía tan atractivo como siempre.
—Hola,
Kurt —le dije, acercándome a él.
—Hola,
Amy.
—¿Qué
necesitas? Mi padre me dijo que querías hablarme. —Mi cara decía inocencia,
pero mi mente no paraba de maquinar de felicidad.
—Pues…
veras. Ya sabes, del Sábado ¿No? Del baile y todo eso…
—Mmm…
¿El de San Valentín?
—Sí,
ese —Su cara delataba sus nervios— Pues… me preguntaba si tú, ya sabes… Quisieras
ir allí… No sé, ya sabes… Cómo, cómo…
Balbuceaba
tanto que me habían dado ganas de darle un gran beso en la mejilla y decirle
que sí, pero decidí hacerlo sufrir un poco.
— ¿Qué?
No te entiendo, Kurt.
Tomó
un gran suspiro.
—Me
preguntaba si quisieras ir conmigo al baile este Sábado en la noche, tu padre
me dijo que podías venir conmigo y es por eso que he venido hoy a pedírtelo
Recuerdo
lo rápido que lo dijo y solo lograba sentir a mi corazón derritiéndose.
—Me
encantaría, Kurt
—No
tienes por qué, sabes si no quieres…
—Sí
quiero.
—En
serio… No te disculpes yo…
— ¡Kurt!
Pero si quiero
—Ah…
¿Sí? —Sus ojos se iluminaron y sonrió.
Asentí
con la cabeza.
— ¿Quieres
quedarte a cenar? —le pregunté segura de que me diría que sí.
—Oh,
no es necesario en serio.
—Vamos,
por favor...—Casi llegué a hacerle un puchero. Viéndome con diversión, terminó asintiendo con convicción.
—Está
bien, gracias —Le agarre de la mano sin pensarlo y lo llevé hasta el comedor,
donde mis padres nos esperaban con una gran sonrisa, pícara en ambos.
Me
sonrojé pero no me inmute.
Me
encantó aquella noche, donde me sentí tan bien como para desfallecer. Me había
invitado ¡A mí! Al baile.
—Cariño…
— ¿Sí,
papá?
—El
sábado saco la escopeta ¿Sí? —me dijo arrogantemente.
Reí
muchísimo ante ese comentario y Kurt nos vio extrañados, sin entender ni una
palabra.
Los
siguientes días, la pasé más nerviosa que nunca. Compré un nuevo vestido
hermoso, con una falda suelta y coqueta, pero que era ceñido a mi pequeña
cintura, era de un color rosado claro y tenía pequeños toques en el diseño, que
lo hacía ver perfecto. Mi madre me llevo al gran salón del pueblo, el Sábado.
Diciéndome que era necesario y luciría más hermosa de lo que ya era. No me creí
eso en absoluto.
Nunca
me considere “hermosa” en esos días. Está bien, tenía un lindo cuerpo, normal
no muy extraordinario. Mi cabello tiene
un color rojo con brillo pero nada del otro mundo, ojos azules, y labios
pequeños y carnosos. No creía ser linda hasta que me vi al espejo ese día.
El
vestido se ceñía en las partes que debía y caía tan elegantemente por debajo de
mis muslos que me hacía sentir libre. Me había hecho unos rizos en las puntas
de mi cabello, haciendo que quedara lacio al principio y rizado al final.
Reposaba sobre mis pechos, debido a que era bastante largo, pero me veía
preciosa —modestia aparte—.
El
baile iniciaba a las 6:30 por lo que Kurt me recogería a las 7:00 debido a que
sabíamos que no empezaban muy puntuales que digamos.
Mis
nervios estaban en punta, me movía de un lado a otro, inquieta por saber qué
pasaría en este hermoso día.
Tocaron
el timbre y salí corriendo a atender.
Cuando
abrí, y lo vi casi me caigo de bruces.
Se
veía tan atractivo. Su cabello bien peinado y una camisa blanca de punto, pero
no la de siempre. Era nueva y diferente, además de que sus pantalones eran
negros y traía unos esmóquines perfectamente lustrados.
Cuando
iba a decirme algo, mi padre y madre aparecieron detrás de mí.
—Cuídala
esta noche, Kurt. —le dijo mi padre.
—Lo
haré señor, gracias
—Te la
prestamos hasta las 10:00 de la noche. Disfruten. —Dijo mi mamá, dándome un
beso en la mejilla, al igual que mi padre.
Cuando
salí de la casa, Kurt me tendió su mano y yo la tome. Se la llevó a la boca y
beso mis nudillos.
—Te
ves hermosa, Amy —Me había dicho, y yo me sonroje como nunca antes lo había
hecho.
—Tú te
ves muy guapo, Kurt — Él sonrío, y me tomó de la mano, dirigiéndome hacia el
famoso baile.
La
luna y las estrellas iluminaban nuestro camino y pasamos minutos en un
confortable silencio, luego empezamos a hablar del colegio y cosas normales,
pero siempre agarrados de la mano.
Amaba
sus largos dedos entrelazados con los míos, que eran pequeños y esa sonrisa que
me dedicaba cada vez que me veía. Era tan apuesto.
Finalmente
llegamos al parque, donde era el baile.
Lo habían
arreglado bastante bien. Pancartas de color rosa colgaban entre dos árboles, y
el gran lugar lleno de prados y flores se veía hermoso. Había un lugar donde se
encontraba un tocadiscos a todo volumen, dejando una canción country sonar.
Después se encontraban varios puestos de comida y unas cuantas mesas en donde
cenar.
El
lugar estaba lleno, no lo puedo negar. Los muchachos se arremolinaban, algunos
bailando otros comiendo, pero todos felices.
— ¿Tienes
hambre? —Me preguntó.
—Un
poco, sí. ¿Tú?
—Mucha,
vamos a comer. —Me jaló de la mano para ir a un pequeño puesto, que atendía la
madre de Rossie Williams. Una compañera del Instituto. Me compró una deliciosa
carne, con arroz y frijol y él pidió lo mismo.
Nos
sentamos en una mesa, y comenzamos a comer.
—
¿Sabes que no tenías que pagar mi comida, no? —Sé que era por caballerosidad,
pero yo traía mi propio dinero.
—Sí
tenía, Amy. La mayoría de las veces me has compartido tu almuerzo sin tener que
pagar, ahora yo hago lo mismo—
Sonreí,
y seguí comiendo.
—
¿Cómo está tu madre?
—Bastante
bien, gracias. Preguntó cuando vendrías de nuevo, ya que la última vez no te
quedaste mucho rato, según ella.
—Pero
si me quede 3 horas.
—Exacto…
Me
habló sobre cosas de su madre, sobre como hacía malos chistes y yo me reía de
ellos. Me dijo que tenía mal gusto para los chistes si me parecía gracioso,
pero me reía por lo tontos que eran.
La
música del lugar cambio a una canción country movida, y Kurt me sonrío con
picardía, levantándose de la silla y tendiéndome una mano.
— ¿Me
concede esta pieza, señorita Phillips?
—Encantada,
Señorito Richards
Me
llevó hasta la gran plaza, donde bailamos esa canción tan movida, nos
balanceábamos una y otra vez, sincronizados, como si lo hubiésemos ensayado, y
yo solo reía por lo bien que me sentía. Las parejas a nuestro lado nos miraban,
sorprendidos y celosos, pero a la vez sonreían al ver nuestra alegría.
Cuando
la canción termino, pasó una más lenta, mucho más lenta. En country, y yo no
sabía qué hacer. ¿La bailaríamos? ¿Pararíamos?
Él
tomó la decisión por mí, tomándome por la cintura con ambas manos,
abrazándome, haciendo que yo envolviera
las mías en su cuello.
“Tell
me it's nothing
Try to convince me
That I'm not drowning
Oh, let me tell you I am”
Try to convince me
That I'm not drowning
Oh, let me tell you I am”
Nos
balanceábamos con la música, y recuerdo haber colocado mi cabeza en su pecho,
mientras que él besaba la coronilla de mi cabeza. Me
sentía danzando en las nubes.
“Please,
please tell me you know
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
La
canción era bella, todo en el ambiente lo era. Su olor, sus manos en mi
cintura, él tarareando la canción en mi oído. Todo,
absolutamente todo, era perfecto…
“Oh,
won't you read my mind
Don't you make me like you
I hear…
Don't you make me like you
I hear…
Please,
Please tell me you know
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
I've got to let you go
I can't help falling
Out of love with you”
En cuestión de segundos, la música había terminado y no
pude evitar sentirme triste porque todo había acabado.
Pero
para él no era así…
—Amy,
Vamos a darle una vuelta al parque ¿Quieres? —me preguntó, aún con sus manos en
mi cintura.
—Sí
—le dije, sonriendo y quitando mis manos de su cuello.
Él,
quitó una mano de mi cintura, pero la otra permaneció allí, guiándome con él.
Cuando
estábamos lo suficientemente alejados de la música, me pregunté ¿Qué trataba de
hacer?
— ¿Alguna
vez te has enamorado, Amy? —Sacó de la nada.
—No…—Recuerdo
haber decidido ser valiente—No hasta hace poco ¿Y tú?
—Lo
mismo digo. —Una punzada de celos me atravesó ¿De quién?
—Enserio…
¿Y quién es la afortunada?
—No te
lo diré —me dijo, sonriendo.
— ¿Por
qué no? —refunfuñe, deteniéndonos para verlo a la cara.
—Porque
no quiero…
— ¿Podrías
decirme al menos como es? —le pregunte, torpemente. Ahora que lo recuerdo fui
muy inocente.
—Oh,
es muy hermosa. Tiene una nariz respingona ¿Sabes? Y su cabello es tan liso que
resulta ser extraordinario, combinado con su color, que es un rojo brillante. Y
tendrías que ver sus ojos, Amy. Un azul tan profundo como el océano, que ni
ella misma se lo imagina…
Mi
mente daba vueltas, y mi corazón latía a toda pastilla.
— ¿Alguna
cosa más que deba saber de ella?
—No lo
sé… Aún quiero averiguar algo sobre ella.
— ¿Qué
es? —
—Pues…
Aún no sé si besa bien o no…
Yo no
capté su indirecta hasta que sus labios se posaron en los míos. Mi cuerpo ya no
pertenecía a mi mente, si no a mi corazón que le respondió sin inmutarse.
Empezó a mover sus labios con los míos, abriéndolos poco a poco y haciendo que
lograra sentir el sabor de su boca, menta deliciosa menta. Puse mis manos en su
cuello y él me atrajo aún más, con sus manos en mi cintura y bajando a mis
caderas. Me apreté más contra él, y su lengua encontró la mía, jugando una con
la otra y haciendo que yo no me quisiera separar de él. Pasé mis manos por su
cabello y disfrute de todas las sensaciones que pasaban dentro de mi alma. Todo
era maravilloso.
Pasaron
varios minutos, antes de separarnos y cuando lo hicimos, sentía que mis piernas
no responderían a mí.
—Sí,
sin duda besa bien —me dijo, sonriendo.
Reí un
poco y le di mi sonrisa más grande.
—Te
amo, Kurt —confesé, esperando no haber arruinado el momento.
—Yo
también te amo, Amy. Desde el día que te vi por primera vez. Eres hermosa, y ni siquiera pareces notarlo.
Tan divertida, dulce y tímida que tan solo provocas que tenga ganas de matarte
a besos. Por eso y muchas cosas más… Te amo, Amy.
Lágrimas
asomaban por mis ojos, y nos quedamos así unos minutos, abrazados con tan solo
unos testigos de nuestro beso.
La
luna y las estrellas.
No
creo tener que mencionar, algo que ya es obvio, pero qué más da. Pasaron los
años, y la madre de Kurt murió, fue algo devastador, pero estuve allí para él, nos casamos, sí. Viajamos hasta West Virginia,
donde nos instalamos como recién casados. Kurt se convirtió en un gran médico y
yo en una famosa escritora. Nuestros hijos tuvieron hijos, que ahora son
nuestros nietos. Y estoy orgullosa de decir, que seguimos igual de enamorados
como en nuestra adolescencia.
Mi
vida es maravillosa y ¿saben lo que pienso?
No
puedo pedir más.
Este
hombre es el que me dio mi primer beso.
Es mi
primer Amor.
Es Mi
primer Novio.
Es Mi
primer Todo…
PD: Esta historia la escribí en... febrero xD! Si aún hay faltas ortográficas y demás, me perdonaran u.u! Es que me dio perecilla corregirlo xD! Espero les guste!! Besos y apapachos :3
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