9/12/2012

I need your help, people!

Hola, hola mis alquimistas :3!! ¿Cómo se encuentran en este hermoso miércoles? Yo de maravilla (un poco adolorida), pero más que todo, feliz. Ha sido una excelente semana que, aunque ha estado cargada de trabajo, ha sido muy productiva ^^ Y ¡hey! ¡Ya casi estamos en viernes ;)! En fin, voy a irme al punto puntísimo del grano gigantesco de la cara de este chico nerd del que vamos a tratar su punto granal (?) (Jajajaja se les hizo una embolia, ¿no? xD)

A ver, alquimistas... NECESITO su ayuda. NECESITO su opinión. Pooooor favor, la necesito mucho. Necesito que comenten con su opinión y veré si pongo una encuesta o qué ;) Como ustedes saben (o eso creo yo), estoy escribiendo una historia llamada Interlocking Stars, la cual subo acá, en mi hermoso blog. La cosa es que, hace ya varios meses (como 4), escribo OTRA historia, aparte, que no está para nada relacionada con alquimistas... O ciencia ficción... O paranormal... O nada parecido. Es una historia realista. Y creo que voy bien hasta ahora (o eso me han dicho...Jajajajaja ok, entonces no voy bien ._. xD). Ya voy por el capítulo 9 y aunque no he vuelto a escribir de ella porque quiero terminar Interlocking Stars, es una historia que vaya que planeo terminar... Sinceramente, la amo con mi corazón. Bien, ahora voy al punto. Este blog que ustedes aman (?) y que yo adoro fue creado con el fin de subir la historia Interlocking Stars, con mayor facilidad, pues bien... Yo había creado un blog, con la intención de hacer lo mismo con mi otra historia, pero no estoy segura de si hacerle un blog aparte o subirlo acá... Una personita a la cual confío hasta el final del mundo me dijo que mi historia merecía tener otro blog aparte por la dulzura en ella y la tristeza que también puede llegar a causar... La cosa es que no estoy segura. Por lo que en este momento, quiero subir la sinopsis y el primer capítulo de mi querido libro y deseo que me den sus opiniones. Ustedes díganme, ¿merece tener un blog para él solito? ¿O mejor subirlo con mi otra historia? No se preocupen, no estoy haciendo que tomen la desición por mí, solo deseo saber qué piensan ;)

Sin más preámbulos, comienzo.



Sinopsis…

Hombres: todos son iguales.
Hombres: engendros del demonio.
Hombres: La misma mierda de siempre…

Él: Un chico diferente, a quien no le importa lo que la gente piense, caballero, dulce y tal vez un tanto loco…Él, que busca el amor verdadero.
Ella: cansada de los hombres porque todo lo que ha recibido de su padre desde que murió su madre, son malos tratos. A la que todos en el colegio lastiman. Inocente, dulce, retraída……. Ella, que está resignada a no enamorarse, sólo para que su corazón —lo único que no han lastimado—, quede intacto.
¿Será que él logrará conquistarla? ¿Será que ella va a confiar en él?
Y es que…¿Existe algo que los une, si quiera? Sí, el tenis…Y tal vez darse cuenta de que la esperanza es lo único que queda.


Capítulo 1.



Vida injusta,

Vida traicionera,

Que me hace sufrir, por la partida de mi princesa.

Que me hace esperar, por la llegada de aquella.

Que hace que la lastimen, sin nada a mi merced…

Hace que la alejen de mí,

Hace que yo, me quede solo…

Sin nadie a quien amar,

Sin nadie a quien besar.

Sin nadie a quien pueda expresar,

El amor infinito, que le podría dar…

Mi persona, y nadie más.

--Trey.


Trey
Hombres: todos son iguales.

Hombres: engendros del demonio.

Hombres: La misma mierda de siempre…

Esos son los 3 conceptos que ahora pasan por la mente de las mujeres, que todos somos unos estúpidos de mierda que no valen la pena. Y no las culpo, muchos son así… Pero eso no significa que TODOS lo seamos ¿Verdad?

No entiendo, ¿por qué? ¿Qué les he hecho yo a ellas? No me considero un gilipollas, porque no lo soy. Tampoco una mierda, porque me baño todos los días y además, soy caballeroso. No, no soy perfecto, pero tengo mis encantos… Así que ¿por qué me desprecian de esa manera? 

Mi madre me ha enseñado a ser amable, gentil con ellas, y romántico, pero nunca tengo oportunidad de mostrarlo. ¿A qué me refiero?

A que siempre que invitó a una chica a salir, o una de dos. O me rechaza o si bien, me acepta, al final del día me dice la misma hablada de siempre:

Trey, me la pase genial en la cita, pero, ha habido tantos chicos que me han lastimado que no me quiero arriesgar a que me hagas lo mismo, pareces lindo, encantador y eres guapo, pero no creo que sea lo mejor. Lo siento”

Pregunta para los hombres de este mundo:

¿Por qué putas tienen que ser unos malditos justo, con las mujeres más hermosas que he llegado a conocer?

Está bien, tal vez exagere un poco, pero me enamoro rápido ¿Vale? Es uno de mis mayores defectos, y a veces me lanzó antes de tiempo, pero no puedo evitarlo. Además, para mí las chicas si son hermosas y gracias a esos desgraciados, nunca, repito, NUNCA puedo conquistar a ninguna.

Es sorprendente lo que podemos llegar a causar en una chica, tengo varios ejemplos que me apoyan como:

Rosy Darwins: Chica hermosa, ojos azules y una espesa cabellera negra, con un cuerpo para babear. Caí rendido a sus pies en noveno de colegio, ambos teníamos 15 años y lo confieso, era tímido. Muchísimo, pero traté de salir con ella, aceptó, me emocioné, la llevé al cine, pagé por su comida, y luego la llevé a comer a un buen restaurante, la pasamos genial y… Al final de la cita me dijo que, aunque le gustaba, no quería arriesgarse a que la engañaran otra vez.

¿Su caso? El estúpido de su ex salía con ella y también con alguien más… su novio. Sí, novio. Leyeron bien. El tipo era bisexual y quería tener lo “mejor de ambos mundos”...Gracias por traumarla, Fabricio.

Mary Ann: Rubia, ojos color miel, tez pálida y labios carnosos. Teníamos 16 años, ella… ¡ELLA! Me invito a salir y lo hice encantado, la llevé a los bolos y luego a cenar, traté de besarla pero me dijo que no podía, porque en el pasado la habían lastimado muchísimo… Primera pregunta… entonces, ¿Por qué me invito a salir? Y segunda… ¿Para qué me ilusionan? No seas tan ingrata, mujer

¿Qué le hicieron?: El idiota de mi mejor amigo le pidió que fuera su novia, le prometió medio mundo y después de una semana, hizo que una chica de 14 años perdiera la virginidad… Que dulce, ¿No lo creen? Ni pensar que es mi amigo… Lo odio por eso.

Pero yo no soy así, soy todo lo contrario y jamás engañaría a mi chica, es mía y de nadie más. No la lastimaría, la amaría hasta que no haya mañana y la llenaría de cumplidos y besos.

No, no soy gay por querer hacer eso, es más, al desear hacerlo soy el hombre más heterosexual del país. Así que respóndanme estas tres preguntas:

¿Por qué no tengo novia?

¿Por qué mi amigo dice que soy un gay?

Y la más importante de todas… ¿Por qué existen los gilipollas en este mundo?

¿Ya sabes la respuesta? ¿No? Oh, no te preocupes, YO las respondo por ti.

No tengo novia: 2 simples razones.

  •  Hasta ahora, no he encontrado la indicada.
  •  Los hombres las atacan.
Mi amigo dice que soy gay: 3 razones.

  •  Juego al tenis (que por cierto ya casi debo ir a clases)
  •  Hago poesía (suena menos gay cuando la escribo)
  • Mi amigo ES el gay (más o menos, yo digo que es bisexual, él dice que no)
Y la más importante: ¿Por qué existen?

La verdad, no tengo idea, esa pregunta está pendiente.

En fin, mi punto es que no todos somos así, deberían darnos una oportunidad. Solo una, para mostrar que puedo ser el indicado.

Me saca de mis pensamientos la alarma de mi reloj. Son las 4:00 pm y a las 4:30 es mi clase de tenis, así que debo prepararme rápidamente e irme en mi auto.

Mi cuarto, sorprendentemente es ordenado, no como los de todo típico adolescente, que tiran ropa por todo lado. Yo simplemente guardo la ropa en el clóset y ya.

Me dirijo hacía este mismo y busco mi uniforme, shorts hasta la rodilla y una camisa de Adidas*. Lo normal, además de tener que buscar mi muñequera y mis tenis de esa misma marca.

Me veo en el espejo situado a un lado de la puerta para asegurarme de no haberme puesto la camisa al revés y hecho un vistazo a mi cuarto.

Tiene paredes negras, y es un poco pequeño, acogedor para mí, la cama está en el centro y la acompaña una funda azul oscuro, además de que tengo dos mesas de noche a cada lado de ella y una lámpara por si la ocupo.

A un lado, en la derecha, tengo mi escritorio y mi bulto. Ese escritorio rockea, tiene una gaveta que solo se abre con una llave y nadie más que yo puede abrirla, allí guardo mi cuaderno de —quiten esas sonrisas de sus rostros—, poesías y mis discos de My Chemical Romance. Soy fanático de la banda, se podría decir que soy un rockero.

El piso, está tapizado en una alfombra gris y un espejo cuelga de la pared, tengo un estante de libros, debido a que leo, mucho. No libros románticos, si no, ya saben, de historia y cosas así. Es fascinante y me gustaría ser un gran filósofo algún día.

Y creo que me estoy desconcentrando muchísimo; veo la hora, 4:15, perfecto, ahora tengo que apurarme. Cojo mi raqueta marca HEAD roja, salgo hacia la puerta y bajo las escaleras que llegan hasta la cocina, donde mi mamá está situada, preparando algo que, no quiero ni siquiera saber qué es.

Me acercó a ella y la sorprendo por detrás, dándole un beso en la mejilla.

—Disculpe señora, pero quisiera saber, ¿cuál es la ocasión para que usted, se vea tan hermosa? —le preguntó, cariñosamente. Mi mamá es mi mejor amiga y desde que papá nos dejó, yo soy lo único que le queda y ella a mí… bueno no lo único. Queda mi hermana, pero es un parásito ambulante.

—Bueno, pues si tanto le interesa saber, vendrán visitas, querido hijo. Y si no me equivoco —se fijó en su reloj—, ya es hora de que usted, se esté dirigiendo a la Academia de Tenis.

— ¿Me estas echando? ¿A tú propio hijo? Qué vergüenza, mamá. Deberías sentirte muy mal por ello.

—Oh, perdóname. No quise ofenderte—se llevó una mano al pecho, fingiendo estar afligida—No volverá a pasar. Ahora vete, que Richard te matará por la tardanza. — Eso es cierto, mi profesor es la persona más estricta de este planeta.

—Cierto, adiós mama, que te diviertas cocinando. —le di un fugaz beso en la mejilla— Te quiero.

—Y yo a ti. —me respondió cuando ya iba saliendo por la puerta.

Me dirijo hacia mi querido coche verde, un destartalado, magullado Toyota Avalon, pero sigue siendo mi bebé. Lo conseguí con mi propio esfuerzo, trabajando casi todos los días en la maldita cafetería. Terminaba oliendo a puro café y para mí suerte, odio el café.

Abrí la puerta, la cual hizo ese extraño sonido que siempre hacía, y la cerré con sumo cuidado para que no se zafara de su lugar—créanme, ya lo ha hecho— y me senté en el asiento de tela.

Coloqué mi raqueta en el sillón de atrás y me dirigí hacia mi próximo destino:

Patear culos con mi raqueta.




Elizabeth

Hombres: todos son iguales.

Hombres: engendros del demonio.

Hombres: La misma mierda de siempre…

Esos son los tres conceptos que pasan por mi cabeza en este mismo instante. Me siento impotente, incapaz, la vida no es justa. Nada en mi vida es justo.

¿Por qué digo eso sobre los hombres? Porque es la verdad. Solo sirven para lastimarte y bajarte la autoestima. Te hacen sentir como si no valieras la pena, y además de todo, te sientes horrible.

Está bien, tal vez estoy exagerando ya que nunca he tenido novio… Pero ¿Cómo puedo pensar algo diferente a ello, si mi propio padre es el ejemplo de que todos son unos malditos?

Tengo marcas en mi cuerpo, moretes que aún no han sanado y golpes en mis brazos que duelen más que cualquier cosa posible en este mundo. Pero sobre todas las cosas, tengo lo más importante quebrado. Mi ser. Mi alma, mi autoestima, quererme a mí misma. Todo eso ya no existe en mí.

¿Por qué digo esto? ¿Por qué sueno tan estúpidamente deprimida y gótica?

Tengo una buena respuesta para eso.

Mi padre es un borracho. Drogado. Drogadicto. Como quieran llamarlo. Y me agrede de todas las formas posibles, física y verbalmente. Ha destrozado mi vida pedazo por pedazo, y ahora ya no queda nada de la verdadera Elizabeth…

No tengo amigos, esa es la verdad. Soy pobre, no lo niego. Y estoy segura que mi ropa lo demuestra, pero no quiero tener amigos. ¿Para qué? Para que cuando se den cuenta de la verdad, me lastimen, se burlen o tal vez, digan “Te entiendo” No, por favor. No hay nada peor que eso. No me entienden, jamás lo harán… Ellos no lo saben. Nunca entenderán

¿Sabes lo que es despertarte cada mañana y rezar, para que tu padre este por lo menos, un poco sobrio?

¿Sabes lo que es regresar del colegio y esperar para que tu padre no se encuentre en casa y así no te lastime?

¿Sabes lo que es no poder comer casi nada, porque tu padre no compra ningún tipo de comida y además, no tenemos ni un 5?

Y lo más importante… ¿Sabes lo que es, no poder confiar en las personas, y menos en los hombres?

No. No lo sabes, porque no estás en mi lugar. Sé y tengo claro que muchas personas han pasado por esto, pero no en mi ciudad. Nadie se da cuenta de lo que pasa en mi familia, y sinceramente no quiero que se enteren.

Tal vez digas, ¿por qué no pides ayuda? ¿Por qué no gritas que te agreden?

Simple. No puedo. Aunque mi padre me lastime, no puedo evitar pensar que es mi padre. Y que lo amo. Todo esto es difícil para él también, y sigo vigente con los recuerdos de cuando era pequeña. Mi madre, padre y yo, en un parque, felices, juntos. Mejor que nunca…

Hasta el 30 de Mayo. El día en que mi madre murió inesperadamente, después de que un camión con gas le cayera encima a su auto.

Ese día, todo se vino abajo. Ese día, mi padre empezó a tomar. Ese día, perdí todo lo hermoso que tenía. Ese día, perdí mi verdadera personalidad. Y ya no hay vuelta atrás. Una parte de mí ha muerto y sé que no volverá.

Eso y más, causó la muerte de mi madre. Me ha hecho tener que madurar más rápido de lo normal, y dejar de ser una niña de 5 años que lloraba por la muerte de su madre.

Yo me hago cargo de la casa, limpió, plancho, lavo y hago mis deberes. Todo eso y más es lo que yo debo hacer todos los días y mi única salida, es el tenis.

Los entrenamientos me liberan. No pienso en nada más, y me siento tan viva, que a veces creo que voy a poder ser otra vez esa dulce niña.

¿Cómo puedo pagar las clases? No las pago. Me dieron una beca en el colegio por un sorteo anual. Clases en la Academia Rocker Tenis. Gratis. Por 5 años. Estaba que no cabía de la felicidad, pero luego me puse a pensar y me decepcioné. No tenía uniformes, ni raqueta, ni zapatos adecuados para jugar. Me resigne profundamente y deseché la idea al instante. Pero, un día llamaron al colegio, diciendo que yo no había asistido y querían saber el por qué.  

Para no crear mucho alboroto, fui a la Academia y les explique mi situación. La dueña fue muy especial, al igual que mi profesor. Ellos dos son las únicas personas que saben lo que vivo. Bueno… casi. No les dije lo que me hacía mi padre, solo que era pobre y no tenía el dinero para materiales.

Me regalaron trajes, dos pares nuevos de tenis y una hermosa raqueta morada de marca Forehead, junto con una gorra. Fue el mejor día de mi vida.

Desde aquél día, voy a clases de tenis, y no me arrepiento de nada. Conseguí que mi padre me diera permiso… Costó mucho. Cuando le dije me pegó con una botella de cerveza, causando que se partiera en muchísimos pedazos y dejando miles de vidrios incrustados en mi cuerpo.

Me los quité uno por uno. Tomando grandes bocanadas de aire para clamar el dolor que sentía en el pecho. Y al final, cuando estuvo sobrio, se disculpó y me dejó ir a clases.

Que por cierto, me estoy dirigiendo a ellas. El profesor Richard me ha cambiado el horario para que juegue con alguien más. Estoy muy nerviosa, no soy muy sociable que digamos. En otras palabras soy muy tímida, demasiado. Por eso no tengo amigos, pero me gustaría tener por lo menos uno…

Sí, sé que me estoy contradiciendo por lo que dije antes. Pero no me vendría mal una amiga con la que jugar, ¿no? Por eso lo espero con ansias. Solo espero que sea realmente buena a la hora de jugar y así impresionarla.

Estoy un poco incómoda. Me tengo que ir caminando a las clases de tenis y no es muy… seguro que digamos ir caminando en la calle con un uniforme de tenis, ¿por qué? Imagínate tener que usar una falda que te llega como 5 centímetros menos de la rodilla. Y una blusa ceñida al cuerpo, blanca al igual que la falda. Es horrible y degradante

Todos se me quedan viendo las piernas, y en más de una ocasión he tenido que usar mi raqueta para defenderme. No bromeo, he dado raquetazos que dejan inconscientes a muchos.

Las calles están muy congestionadas, y pienso que por lo menos, una ventaja a la hora de caminar es que no me tengo que preocupar por el tráfico.

Me pregunto si papá ya habrá llegado a la casa. Espero que no. Rezo por que llegue hasta mañana por la mañana, cuando este en el colegio.

Prefiero quedarme sola en las noches a que estar con él, solos. Es mucho mejor estar en mi cama, sola, a que estar siendo maltratada por sus manos.

Suspiro aliviada al ver la ya familiar cerca del lugar.

Siempre me quedo pasmada cuando veo su hermosura, cuando se abren los portones se puede ver un gran estacionamiento, en donde caben millones de carros, aunque a esta hora esta vació a excepción de un carro medio destartalado, sin embargo, es bastante bonito.

Luego a la izquierda del estacionamiento, se encuentra la recepción, que tiene unos grandes ventanales y un color celeste perfecto.

A la derecha del estacionamiento se ven solo arbustos, pero más allá, si sigues caminando, encontrarás las canchas. Oh Dios, amo esas canchas.

Cuando termina el estacionamiento, se ven tres canchas de cemento, todas separadas por solo una línea blanca ya que son gigantes. Están cercadas por unas rejas cruzadas, plateadas y en las separaciones, se encuentran bancas para nosotros poder descansar.

Al otro lado, a la derecha, se pueden ver unas canchas iguales solo que en posición horizontal y de arcilla.

Siempre hay que tratar de trabajar en los dos campos: cemento y arcilla para poder manejarlos en un torneo.

Me dirijo muy contenta hacia la cancha número 1, que es la de mi profesor y entro confiada.

Y luego toda mi confianza se va por el inodoro cuando lo veo.

Veo unos ojos verdes, que me miran fijamente. Cabello negro, como la noche, lleno de rizos. Una nariz tan perfecta que lo hace verse hermoso. Y Dios Santo, su cuerpo. Oh sí, cuerpo de todo tenista. Es lo más atractivo que he visto en mi vida y… Espera… Tiene una muñequera y gorra… ¿Lleva uniforme? ¿Y raqueta? ¿Él es mi pareja? Oh no, no, no, por favor no.

Mi profesor me saluda con la mano y hace ademán para que me acerque.

Me reconforta verlo, siempre me da seguridad. Su cabeza rapada y su cuerpo musculoso me recuerda a un oso cariñoso. ¿Raro no? Pero yo lo veo así. Es como un segundo padre para mí.

— ¡Eli! ¿Cómo has estado? ¿Lista para jugar? —me pregunta, irradiando nada más que alegría. Solo consigo asentir, estoy demasiado cohibida.

—Bueeno… ¿Te acuerdas que te iba a presentar a tu nuevo compañero de entrenamiento?

—Sí. —murmuro, tímidamente. Este chico me intimida hasta lo más hondo. Es tan musculoso y grande que no puedo decir nada más…

—Es este que ves acá. Trey ella es Elizabeth. Elizabeth él es Trey.

—Es un placer conocerte, Elizabeth —me dijo Trey, mientras me tendía una mano. Yo la estreche débilmente y no pude evitar notar que él tenía unas manos muy grandes a comparación con las mías. Mis manos eran mucho más pequeñas.

—Lo mismo digo —le dije, dándole una pequeña sonrisa. Sus ojos me atraparon y nos quedamos así más tiempo de lo normal. Mi profesor carraspeó.

—Bueno, vamos a calentar. Denle 2 vueltas a la cancha y luego empezaremos ¿Les parece?

—Sí —dijimos al unísono.

Yo empecé a correr primero, y él iba detrás de mí. Podía sentir sus ojos clavados en mi nuca, pero seguí corriendo como si no lo notara.

Cuando terminamos las dos vueltas, cogimos nuestras raquetas y vi, que él traía una botella de agua. Que afortunado… Yo no pude comprarme una, porque simplemente no tengo dinero.

—Bien. Ahora hagamos el calentamiento normal chicos. Eli, tú vas en el lado izquierdo de la cancha y tú, Trey al contrario. Empecemos —dijo mi profesor, mientras iba a un lado de la cancha y cogía la cesta rodante con bolas. Normalmente, el instructor, siempre tira las bolas para que podamos estar más cómodos en el calentamiento.

Nos colocamos en mitad de la cancha y comenzamos. Las bolas las tirábamos suavemente y llevábamos un ritmo perfecto. Se mantenía y eso era lo que siempre se buscaba. Empecé a relajarme. Todo se hacía menos a mí alrededor.

Después de 10 minutos, Richard decidió que ya habíamos terminado con eso.

—Muy bien. Ahora vamos a lo que es bueno ¿ok? Jugaremos puntos. El primero que llegue a 50 puntos ganará, así que pónganse las pilas que quiero ver un juego de todo un profesional. Mejor que los clásicos de *Nadal y Federer. ¿Entendido?

Los dos asentimos y nos dirigimos hasta el fondo de la cancha. Yo ganaría, quería ganarle. Quería demostrar que soy buena.

Yo empezaba sacando, le tire una bola rápida y él respondió igual de fuerte, mandándola hacía la derecha, lo que hacía que yo tuviese que respondérsela en *forhand. Cuando logré darle, la tire suavemente pero con estilo, así él tendría que correr. Corrió hasta que no pudo más y cuando creí que no iba a poder devolver la bola… lo hizo, haciéndome correr a mí también. Sonreí. Me encantaba que hicieran eso. Llegué a la bola y la deje caer en una esquina de la cancha con un *slide, abrió los ojos como platos y se devolvió para poder devolvérmela pero no pudo. Punto para mí. Él me dedicó una sonrisa llena de picardía y emoción, en sus ojos pude ver que la llama, el fuego del reto, había aparecido y estoy segura, de que mis ojos decían lo mismo.

Después de lo que calculé como 20 minutos de haber jugado, Richard nos dio un descanso y nos sentamos en la banca. Estoy muy satisfecha con mi trabajo. Vamos 35- 31. Yo voy ganando.

Vi la botella de agua de Trey. Se ve tan refrescante y yo estoy más que sedienta. Pero no puedo tomar nada, no tengo ni un centavo para pagar nada.

Él abrió la botella y antes de dar un trago se fijó en mí. Luego en mi alrededor, como buscando algo… O es un maldito pervertido, o se le perdió alguna cosa.

—Oye, ¿No trajiste agua? —me preguntó, con ojos curiosos. Ups, me había pillado.

—No… Yo… Y-yo no traje dinero y no puedo. —respondí torpemente. Me sonrojé. Seguro notaría lo que pasaba, y ni siquiera lo conocía.

—Pero te vas a deshidratar

—Lo sé… No puedo hacer nada.

—¿Ah no? Mmm… creo que yo sí. —Me dio una sonrisa amistosa.

— ¿Disculpa? —

—Hagamos un trato ¿Está bien? Yo te doy mi botella, y me voy a comprar una en la tienda para mí.

—No, no. No podría aceptarlo, no te preocupes. —le advertí, sorprendida. ¿Para qué lo hacía? No me conocía…

—No aceptaré un no como respuesta. Además ¿No crees que te lo mereces? Esos *remates tuyos son asesinos. ¿Cómo no vas a necesitar agua? —Me sonroje. Le parecía que jugaba bien. Y además se veía amable.

—Bueno… Está bien. Muchas gracias, te lo devolveré cuando pueda y…

—No me debes nada, Elizabeth

—Me puedes decir Eli.

—¿Qué tal Lizze? Me gusta más —me dijo, guiñándome un ojo. ¿Por qué era tan simpático?

—Está bien. Me gusta.

—Perfecto. Ten —me tendió su botella—Iré a comprarme una para mí. No te vayas —Y sin decir más, salió corriendo hacia la recepción.

Mi profesor estaba en otra cancha, coqueteando con una profesora. Como era la costumbre, así que no me preocupe por si lo fuera a regañar.

Tomé un gran trago de agua. Um… delicioso. Sabe a gloria.

Aunque no puedo evitar preguntarme por ese chico…

¿Por qué me trataba así?

¿Acaso no veía mis moretes?

¿Acaso no le parecía como si yo, fuera un pequeño demonio?

Normalmente siempre que me ven, me evitan o les desagrado, por lo que sé. Aunque considerándolo bien. Hoy no llevo ropa ajada, es más, hoy me veo decente. Debe ser por eso… Me alegra que no estemos en el mismo colegio, así nunca verá mi horrible ropa.

Trago dos bocanadas más de agua y espero pacientemente por la llegada de aquel chico tan extraño.




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