Soñé que ella moría. Yo despertaba de un sueño, en el
que ella moría y cuando mis ojos se abrían para darme cuenta de que todo había
sido una pesadilla, me volteé para verla ahí, sonriéndome y preguntándome qué
me pasaba. Suspiré con alivio y casi lloro al verla viva, pues la sola idea de
pensar que había muerto me aterraba. Le conté lo que pasó, lo que me había
atormentado en plenos brazos de Morfeo y cuando terminé, sonrío con ternura y
cansancio y me dijo que algún día pasaría.
Segundos después, murió.
Mi corazón comenzó a latir fuertemente. Mis ojos se
abrieron con ansiedad y comencé a mover su cuerpo, tratando de tomar su pulso y
ver si todo era mi imaginación.
No lo era.
Lloré, grité, le pedí que no se fuera y aun así, lo hizo.
Murió con una sonrisa en su rostro y paz detrás de sus párpados, pero lo único
que yo lograba ver a través de las lágrimas era a una persona muerta, a una de
las personas que más quería en este mundo. Lloré en su pecho, me apreté contra
ella, tratando de recibir el abrazo que siempre me daba en las noches, a la
hora de dormir y sin embargo, no sentí nada.
No había nada, ella estaba sin vida.
Sentí dos brazos separarme de su cuerpo inerte y
forcejé. Forcejé tanto que mis muñecas dolían, porque yo no me quería ir.
Pronto, estaba en mi cuarto, viendo la ventana de la terraza dar unos pequeños
rayos del sol, mientras yo lloraba con desconsolación. Recordé mis
presentimientos días anteriores, el haber pensado que todo estaba tan bien, que
era inusual. Pensé que algo pasaría pronto, pero no eso.
No su pérdida.
Le pregunté a Dios, ¿por qué ha de llevársela? Y sentí
su respuesta como un simple: ya era hora. Meneé mi cabeza, respondiéndole que
aun la necesitaba y él, no volvió a responder, como diciendo: lo superarás.
Yo no lo superaría.
Recordé cuando ella salía de viaje. Una semana y ya.
Recuerdo la forma en que la extrañaba. Mi corazón latía porque volviera, para
oler su perfume y sentir la comodidad de casa cuando volviera. Y cuando lo
hacía, todo volvía a la normalidad; ya no la extrañaba, estaba ahí.
Entre mi tristeza y lágrimas, me pregunté, ¿qué haría
sin ella? Si la extrañaba tanto cuando simplemente salía de viaje, ¿cómo podría
afrontar el dolor inmenso que mi corazón estaba llevando al saber que la habían
llevado por siempre? ¿Cómo podría?
Después me encontré en un bosque. En un bosque en las
afueras de mi casa, y estaba me encontraba alrededor de dos tigres. Me veían
con compasión y me vi repeliendo su simpatía. No la quería y ellos se dieron
cuenta. Se acercaron con sigilo y ambos me arroparon entre sus pieles y yo,
simplemente agradecí el calor que me daban, dejándome caer entre la comodidad
que me daban, tratando de ver si podía ser igual a la que ella alguna vez me
dio, pero dándome cuenta de que no era así.
Lloré contra sus pieles y entonces, un incendio comenzó.
Los árboles se vinieron abajo y yo abrí mis ojos con temor, viendo a mis tigres
colocarse frente a mi cuerpo, protegiéndome. Corrí hacia el incendio, tratando
de apagarlo, pero era muy grande, así que volví, decidiendo que me llevaría a
los tigres para que no murieran. Podría salvarlos. Ellos no se irían.
Y entonces, uno de ellos cayó al suelo. Alguien le había
disparado al corazón y yo salí corriendo, gritando por salvarlo.
El cazador, suponiendo que eso era, corrió hasta ella
—quien, hasta ahora me daba cuenta, era hembra—, queriendo llevársela en sus
hombros, sin embargo, mi otro tigre le gruñó, haciéndole saber que si se la llevaba,
él lo mataría sin piedad.
Más dolor sentí al ver la escena.
Mi tigre sufría por verla sufrir. Podrían ser pareja y
yo no lo sabía, pero estaba muriendo. Los llevé lejos, a como pude y cuando me
di cuenta, la tigresa estaba muerta. El
tigre hizo sonidos que imitaban el sollozo y yo no pude evitar llorar con él,
dejándome caer contra su piel con dolor, al igual que su pareja.
Dos muertes en menos de 1 día y mi corazón se sentía
devastado. ¿Qué pasaba? ¿Por qué sucedía todo esto? ¿Acaso había sido algo que
hice mal? ¿Algo que no debí haber hecho y por lo cual, era castigada? El olor
de mi linda tigresa me invadió y quise gritar con furia. ¿Por qué pasaba esto?
¿Por qué?
Toquidos se escucharon en una puerta lejana y abriendo
mis ojos, me pregunté qué podía ser.
Toc
toc. Toc Toc. Toc toc toc.
Los dejé ahí por unos momentos y corrí hasta varios
árboles que parecían estar en buen estado. Me tragaron en la oscuridad y yo entrecerré
mis ojos, dándome la vuelta para localizar a mis amigos y viendo que ya no los podía observar. El
pánico me invadió. ¿Ahora dónde me encontraba?
Parecía una sala de cine en medio del bosque y busqué por
una puerta para ser abierta. Sudaba frío y mis ojos se sentían cansados de
tanto llorar. Busqué y busqué, hasta que finalmente, encontré una puerta de
madera, que pedía ser abierta. Lo pedía con muchísimas ganas.
Viendo una luz a través de ella, la abrí y entonces, mi
madre apareció detrás de ella, gritándome: Debes levantarte.
Y entonces, lo comprendí. Esto era un sueño.
Todo había sido un sueño…
Pero eso no quitó la sensación de dolor del cual mi
pecho se apoderó.
Oh Mel, ha sido un sueño muy feo, pero el alivio de que fue eso, una pesadilla, es algo bueno, gracias ro compartirlo y creo que esto ha servido de desahogo!!
ResponderEliminarUn beso enorme y que esas pesadillas no vuelvan.
Vaya que ha sido feo u.u Pero como dices, ha sido un buen desahogo, además de que no podía sacarme las imágenes de la cabeza y preferí escribirlo :3
EliminarGracias a vos por leerlo y espero que no vuelvan u.u
Teee mando besos y apapachos gigantes!
Mel(:
Mel!! como lo prometí aquí de regreso XD jajaja he publicado la entrada anunciando el premio que me otorgaste, muchas gracias.
ResponderEliminarHasta muy pronto.
RBC.