7/09/2013

¿Me quiere o no me quiere?



¿Nunca has visto esas escenas de película, cuando una niña ingenua y hermosa toma una flor y cuenta sus pétalos? Júrame que jamás has imitado el típico “me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere”, con ese pequeño acento divertido que todas hacemos, tildando las últimas palabras sin querer. ¿Acaso me podrías contrariar, al acusarte de contar los pétalos desde antes, para ver si termina en el deseado “me quiere” o en el estúpido “no me quiere”? No puedes, ¿a que sí? Porque es imposible decir una mentira: la mayoría, en algún momento, lo hemos hecho.

Hoy tomé una flor y la vi con dulzura. Sus pétalos brillaban contra la luz del sol y el color que desprendía de ellos, me hizo pensar en los colores de los sentimientos: de la esperanza, del dolor, de la paz, del amor. La olí —¿cómo podría no hacerlo?—, y sonreí; tenía un olor de naturaleza, de felicidad. Era pequeña, pero hermosa, de esas  flores que deseas vivan para siempre —pero que como cualquier ser humano, no lo hacen—, que se queden contigo para alegrarte los días. Hacía tanto que no hacía ese juego, esa jugarreta que en muchas ocasiones canté, tratando de ver si el chico deseado, me quería, que me dije, ¿por qué no? Y lo hice: comencé el “me quiere, no me quiere”

Sin embargo, era diferente. 

Tomé un pétalo y lo soplé contra el viento. Voló por las altas montañas, junto con los pinos elevados que esperaban su caricia dubitativa. La vi alejarse, hasta estar segura de que ya no quedaba a la vista y susurré…

“Lo quiero. Lo quiero, porque me hace reír, porque me saca carcajadas y me llena el pecho de una sensación diferente, nueva. Sí, lo hago, porque es inevitable no sonreír a su lado. Lo quiero, en esos momentos, es así”.

Cerré los ojos, distraída por la brisa que me azotaba. Era fresca, sin contaminación, sin humo: refrescante. Inhalé, alegre. Este era el lugar donde amaría poder escribir. 

Sin importancia, tomé otro pétalo y se lo di al aire como regalo, para que lo llevara consigo. Sé, que sin saberlo, lo apreciaba, porque nadie podría rechazar un color tan precioso y a la vez, ordinario. 

Mi boca se movió sin mi permiso, diciendo las oraciones que mi mente había formado hacía rato.

“No lo quiero. No lo quiero, cuando me hace enojar, porque me desespera, porque me encantaría ahorcarlo. No lo hago, cuando hace cosas que no debe, que sabe que me enfadan y aún así, las realiza. Oh, en esos momentos, podría odiarlo”.

Reí silenciosamente. Qué bien que nadie podía leer mis pensamientos. 

Un pétalo más salió desprendido, buscando a sus hermanos. La acaricié con suavidad. Me encantaban las flores, sin embargo, sus pétalos eran lo fascinante. Al dejarla sin nada, perdía su belleza.

Me pregunté si las personas verían a otros así, con la metáfora de una flor, pero con la realidad del día a día.

Hice una mueca, sentía las palabras brotar de mí.

“Lo quiero. Lo quiero cuando me sonríe y se siente como si solo fuese para mí, tal cual mariposa que vuela por los aires y dedica su tiempo a una sola rosa, porque le parece más bella que las otras. Porque cuando lo hace, me derrito por dentro como un chocolate ardiendo. Lo quiero, en esos momentos, es así”.

Alcé los ojos, viendo el cielo azul que, poco a poco, se oscurecía. Los pinos dejaron de moverse, sus hojas ya perdieron el compás del baile que habían decidido llevar. Sus susurros inaudibles callaron, sintiendo el fin de mi florcita, que no me atrevía a mirar. Les guiñé y tomé otro pedacito, dejándolo sin su natural belleza.

“No lo quiero. No lo quiero en esas ocasiones en las que me ignora y ni me vuelve a ver. Odio que preste atención a otras, como si yo ya no existiera. Me frustra ver que la sonrisa que en algún momento me dedicó, se aleja, yéndose a ojos de quienes no la admiran como yo. No lo quiero cuando lo hace, porque me confunde, pues lo hace a propósito. Sí, ahí puedo llegar a odiarlo”

Me acosté sobre el filoso césped y tomé mi cabello, respirando profundamente. La paz que provocaba ese lugar era increíble, tan palpable como un panadero que amasa sus platillos, tan visible como la tinta en una vieja carta, tan improbable, como la erupción de los volcanes. Una gota cayó sobre mí, mientras otra acompañaba a su pequeña familiar. Luego no eran dos, sino miles, pero no me importaba; realmente era como si rejuveneciera mi alma, limpiándola de los temores que alguna vez tuve. 

Cogí el último pétalo, rodando mis ojos con desdén. Vaya ironía que terminara con el típico lado positivo, como si la naturaleza leyese mi mente; se lo lancé con un pequeño soplo y tomé aire, mientras le gritaba todo al mundo, sabiendo que nadie me oiría, la única compañía, las hojas y sus lejanías.

“Lo quiero. Lo quiero, porque con sus abrazos me hace temblar las rodillas. Cada vez que roza sus labios con los míos, que me toca con ternura, que sus ojos reflejan el infinito amor hacia mí, todas esas situaciones que hacen que mi corazón se acelere y arda por dentro. Lo quiero, porque ha sido el único capaz de hacerme sentir así. Lo quiero, porque, inevitablemente, sé que me quiere igual”.

Por un momento, todo se quedó callado. Ya nada se movía en mi entorno: los árboles parecieron haberse congelado, el cielo ya se había secado y el inevitable soplo del viento se había calmado. Parecía como si hubiesen quedado satisfechos con mi respuesta, algo así como si esperasen por eso hacía mucho tiempo. Me atreví a bajar mi mirada, mirando el pequeño tallo de flor que ahora palidecía, sin color. Besé su pequeño centro, confesándole en voz baja que para mí, aún era preciosa, no por su exterior, sino porque había escuchado cada secreto y me había complacido. Solo la flor pudo sentir, lo que yo sentía.

Mientras volvía a mi lugar y trataba de quedarme dormida, me pregunté cuáles serían las cosas que me harían perder el color, como al ahora actual tallo. Me cuestioné lo que, de alguna manera, podría perder y hacerme quedar muerta en vida. Recé porque, si pasaba, fuese como esa hermosa y pequeña flor, que aunque quedó sin sus pequeños retoños de pétalos coloridos, pudo escuchar los susurros enamorados de una joven inexperta que nada conocía del amor. Esperé, que pudiese morir, con alguien susurrándome al oído…

“Te quiero, ¿o no te quiero?”


14 comentarios:

  1. Es hermoso, enserio.
    Tienes demasiado talento.
    Me fascina como te expresas.

    Muchas mariposas violetas, Barbara.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alajsdlsjkflksjd, aiiins♥ Mil gracias, Bárbara :$ Me alegra que te gustara y que digas que tengo talento *-*! Sos un amor:3

      Teee mando besos y apapachos rosados(?) Jajaja^^♥
      Mel(:

      Eliminar
  2. Woow es precioso, tambien hice mucho esto cuando era pequeña. besos cielo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. LUDYYY♥ Gracias linda :DD Creo que muchas lo han hecho! Jajajaja ^^

      Te mando besos y apapachos GIGANTES, linda♥
      Mel(:

      Eliminar
  3. Respuestas
    1. Alasdjflksjdflksjdlfjsdfkgjdlskjfjfg♥ GRACIAS MAY*-*!!!!
      Jajajaja, era inevitable no hacerlo! xD

      Teeeeeeeeee mando besos y apapachos♥
      Mel(:

      Eliminar
  4. La última frase, me ha erizado los pelos.
    Precioso Mel, perfecto.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. ¿Ah sí :D? Jajaja qué dicha que fuese así, Edith :DD!! La verdad me gustó cómo quedó el final a mí también :3

      Alasjflsjdfl, gracias gracias gracias♥ Siempre me sacas sonrisas :3

      Teeeeeeeeeeeeeeee mando besos y apapachos GIGANTES♥
      Mel(:

      Eliminar
  5. que hermoso!!!!!! *u*
    al principio me sentí identificada...al final me sentí motivada >u<

    te mando besos!!! ^-^

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Alsjfdksjdflsjdf, HARUKO :3 Grazzie^^ No sé por qué te sentiste motivada, pero igual x3

      Teeeeeeeeeeeee mando besos y apapachos♥
      Mel(:

      Eliminar
  6. Muy muy muy muy muy bonito!
    Me ha encantado!!
    "Una gota cayó sobre mí, mientras otra acompañaba a su pequeña familiar. Luego no eran dos, sino miles, pero no me importaba; realmente era como si rejuveneciera mi alma, limpiándola de los temores que alguna vez tuve."
    Esa parte me ha enamorado completamente.
    Un besote!^^

    ResponderEliminar
  7. ME ENAMOREE ENSERIO MELISSA QUE ESCRIBES DE LO MEJOR! :D
    ME ENCANTO TODO, LA FLOR, EL PORQUE LO QUERIA Y EL PORQUE NO LO QUERIA FUE TAN LINDO TANSKDJBSKDJGBSKDJGB ENSERIO QUE LO AME MUCHO! ESCRIBES MUY LINDO Y UF! ESPERO VER MAS RELATOS COMO ESTE! >:3 AHORA SOY TU FAN <3333 HAHAHA enserio que si me enamore de tu escrito <333 un saludo linda!! >:3

    ResponderEliminar
  8. MELI... Qué bonito, jó... ;________;
    No me hagas emocionarme, malvada!! ¿Por qué eres así conmigo? AH! YA SÉ! Como yo subí los zapatos para torturarte, tú tienes que escribir esas cosas para torturarme a mí, si ya lo sabía yo... e.e''

    Un besito lindaaaa!!! ♥

    ResponderEliminar

¿Deseas comentar la entrada? ¡Hazlo, será un placer leerla! (Y deberías comentar, ¿eh? Es ley o.o Jajaja ok no xD) Sólo que ten en cuenta una cosa... (Y es una cosa realmente seria, ¡te lo digo! Algo así como... de vida o matamos a tu gato ._.! Y dirás, "Ja! Yo no tengo gato" Y yo te diré.. "Exacto ._.") ¡Comenta con respeto! ¡Si no te gusta lo que escribí y quieres decirmelo hazlo con respeto, es lo único que pido! Ahora, si ya te hartaste de leer esta introducción... Comenta :D!
Y recuerda sonreír siempre :3!