2/05/2012

Capítulo 11!


April se despertó cerca de las 9:00 de la mañana. El despertador no había sonado —gracias a Dios— y ella había podido dormir lo suficiente como para resistir un día y toda una noche en vela.
Con gran alegría matutina, April se dirigió hacia su celular y revisó si tenía algún mensaje, de cierta persona la cual a ella le encantaba, pero nada.

Comenzó a preocuparse, ¿Por qué no le llamaba como había dicho? ¿Acaso estaba usando ese viejo truco de “No me llames, yo te llamare”? ¿La estaba rechazando, indirectamente?
Alejó esas ideas de su mente, tal vez, si ella lo llamaba él respondería y aclararían todo. 
Después de ese beso, no tenía claro si estaban saliendo o si eran novios, o si tan solo no eran nada.

Marcó su número de celular y esperó por su respuesta.

Bip… Bip… Bip…Biiiiiiiiiiip.

Nada. No contestaba. ¿Sería demasiado temprano para él? ¿Estaría dormido?
Seguro que sí. Era sábado. No pasaba nada. Caleb la llamaría pronto, estaba segura.
Pero… ¿Y si no la llamaba? Sabía que hacer, le daría hasta las 12:00 del mediodía para que la llame, si no lo hace, lloraría por horas hasta no poder más.

Se dirigió hacia su cuarto de baño, se quito la ropa del día anterior y metió todo su cuerpo en la ducha. Dejó que el agua pasara por su cuerpo, relajando sus músculos, y permitiéndose recordar el día anterior…

Las clases…

El picnic

La estúpida Linda…

Y el beso. ¡Dios, su beso! Sus labios, su cabello…

Nada hubiese podido salir mejor, pero ¿Podría salir peor en este día?

Sí, definitivamente.

Salió de la ducha y se secó con su habitual paño, dirigiéndose a su cuarto para ponerse algo cómodo, no creía ir a ningún lado en especial así que… ¿Por qué no?

Sacó unos jeans tubo y una blusa ceñida al cuerpo, sin mangas y de color beige, pero se fijó por la ventana y se dio cuenta de que era un día oscuro y seguro pronto llovería.

Miró alrededor de la habitación y localizó lo que quería encontrar.

El suéter de Caleb.

Con timidez, se puso la chaqueta que aún conservaba su delicioso olor, para luego dirigirse al espejo, hacerse un moño y ponerse una sombra de ojos rosado claro, con un simple brillo de labios. No tenía ganas de maquillarse o arreglarse mucho.

Solo quería desayunar, estaba muriendo de hambre y no había nada en su refrigerador, pero no era su culpa. Primero, el cacharro ese no enfriaba y segundo, había estado tan ocupada que no le daba ni tiempo para ir al supermercado.

Cogió su bolso, junto con su celular y abrió la puerta, se fijo atrás, viendo si no había dejado nada y bajo las famosas y malditas escaleras.

Cuando iba bajando el piso 3 estaba jadeando. ¿Por qué jadeo? ¿No se supone que ya debería estar acostumbrada? Debilucha seré.

Al alcanzar la recepción, trató de localizar a Camila pero ella no se encontraba cerca, así que se fue directo al Starbucks.

5 minutos después…

April entró a la acogedora cafetería, dejando que la invadiera el olor a café y canela, los sonidos de las cafeteras al preparar este mismo, cerrando los ojos para poder colocar una falsa sonrisa en su rostro. Se encontraba enferma, enferma por amor. El amor es una grave enfermedad mental, decía PlatonMaldito ese, tenía razón.

Con la gran mascara en su rostro se dirigió hacia el mostrador para pedir su desayuno. Vio que la persona que atendía la caja era rubia y estaba vuelta de espaldas. Una pequeña sonrisa cruzó por su rostro. Airin.

—Buenas, me puedes dar un café latte y un sándwich de la casa.

—Disculpa estoy en mi descanso, pídeselo a…— Antes de poder terminar Airin se volteó y observó el rostro de April. Sonrío de oreja a oreja.

— ¿Decías? —Le contestó, divertida.

— ¡April! Espera, ya te lo traigo, pagas y nos sentamos en una mesa a hablar ¿Qué tal?

—Me parece perfecto

Después de unos minutos, apareció Airin con dos tazas de café en la mano y un gran sándwich en la otra. Medio malabarista sin duda.

—Aquí tienes. Son 10.50 —le dijo entregándole su pedido.

— ¿No me haces descuento?

—Nop, jamás —Le dio una gran sonrisa.

— ¡Rayos! —dijo April, mientras le entregaba el dinero y se dirigía hacia una mesa vacía. Airin la siguió y se sentaron juntas, una comiendo y la otra tomando sorbos de su bebida.

—Y dime, ¿Cómo vas con Caleb? —Le preguntó Airin curiosa, mientras meneaba las cejas de arriba para abajo.
April la vio con mirada triste y puso una gran sonrisa en su rostro, algo que no combinaba con lo que decían sus hermosos ojos.

—Muy bien… Gracias —dijo casi inaudiblemente.

— ¡Oh, cariño! ¿Qué te hizo ese maldito? —Le tomó la mano para consolarla

—Nada, enserio…

— ¿Es por eso que llevas esa cosa puesta?
— ¿Qué cosa?

—Esa cosa.

— ¿Cuál cosa?

—La cosa que andas puesta.

—Sí… ¿Pero cuál de todas?

—La que estas usando

— ¿Pero cuál?

— ¡Esa!

— ¿Qué? Pero dime ¿Cuál?

—Pues esa…

— ¡AIRIN DIME CUAL MUCHACHA!

—El suéter… —dijo mientras señalaba su ropa y se encogía en el asiento como niña de 5 años regañada por comerse todas las galletas.

—Ah… Sí, pero me lo puse porque tenía frío —dijo defendiéndose. Aunque sabía que la verdad se lo había puesto porque era de él.

—Déjame adivinar ¿Es de él no?

—Sí…

—Dime, ¿Qué te hizo para que estés tan apachurrada?

April soltó una pequeña risita.

— ¿Por qué te ríes?

—Apachurrada
— ¿Qué tiene?

—Nunca la había escuchado…

—Pues en Texas lo decimos muchísimo.

— ¿Por eso tienes ese acento raro?

— ¿Tanto se nota?

—Sí… —le dijo mientras sacaba una gran sonrisa, Airin la hacía sentirse mejor.

—Bueno, ya que te distraes. ¿Qué paso?

—Es que, el miércoles él y yo hicimos una carrera en las escaleras de mi apartamento y…
April siguió contándole toda la historia a su nueva amiga, le conto sobre la apuesta, el picnic, el laboratorio, absolutamente todo, pero lo hizo con mucho cuidado, tratando de no revelar nada sobre alquimistas.

—Entonces… ¿Estás triste porque él no te ha llamado y piensas que no te llamara? —le preguntó perspicazmente.

—Sí… ¿Exagero?

—Mmm… depende. Si el note llama del todo, no exageras. Pero si te llama, te sentirás como una mierda.

—Sí, lo sé.

—Sabes, yo hace poco, como 3 meses, tuve un novio maravilloso, yo lo amaba con todo mi corazón, siempre era tan caballeroso y no sabes lo dulce que era, y su cuerpo, era perfecto. Cabello negro, ojos chocolate y musculoso como nadie…

Esa descripción me suena…

“Una noche, le dije que lo amaba y él me respondió, que él también. Pasamos la mejor semana de nuestras vidas y de pronto… Terminó conmigo, me dijo que no me quería volver a ver y que mejor me olvidará de él, porque era peligroso para mí. ¿Te imaginas peligroso? Era como un oso de peluche, eso era imposible.

April observo a Airin, y vio que tenía lágrimas en sus ojos.

—Dime. ¿Lo sigues amando no?

Cuándo April dijo esas palabras. Amar. Se le hizo un nudo en la garganta y Airin se desató a llorar.

—Sí, m-muchísi-mo —dijo entre sollozos—No puedo tener una relación duradera porque me acuerdo de él y ni siquiera puedo ver a mi pareja a los ojos. ¿Recuerdas que había dicho que tenía un novio? Pues terminamos porque me cansé de él. ¡Me canse! Es estúpido y ahora no sé qué hacer.

—Dime una cosa… ¿Cuál era su nombre?

— ¿Para qué quieres saber?

—Sólo dime.

—Se llama Raúl.

Ella no mostró ni el más mínimo de sorpresa. Lo sabía. Cuando Airin había dicho que era un chico de cabello negro y musculoso lo pudo presentir.

—Oye Ari, me tengo que ir. ¿Me darías tu número de celular?

—Sí claro.

Se intercambiaron números de celular y se despidieron como dos amigas de toda la vida, cuando apenas llevaban 2 días de conocerse o hablar.

April sabía qué hacer, investigaría porque Raúl dejo a esa muchachita tan dulce, además, tenía que ir a visitar a Gabe, así que le quedaba de camino.
Buscó un taxi pero no lo encontró, así que se fue caminando hacia su próximo destino…

La Academia.

20 minutos después…

April se encontraba en la recepción de la Academia, acababa de dejar a Alfonso con la palabra en la boca, como era de costumbre y tenía que ver a Gabe ya, extrañaba a ese pequeño amanerado acosador. Además no sabía qué tal se encontraba…

Analizo las puertas y se acordó que la de la izquierda era la enfermería, tomo la perilla y la volteó, dejándola pasar para adentrarse en el pasillo donde Caleb y ella habían esperado ansiosos por el resultado.

Se dirigió a la tercera puerta del lugar y entró para ver a un Gabe refunfuñado, con ceño fruncido y brazos en jarras.

Cuando April cerró la puerta, él volteó la cabeza y la vio. Su ceño se deshizo para remplazarlo por una gran sonrisa.

— ¡APRIL! Cariño, pensé que no vendrías ¿Por qué NO HABIAS VENIDO? Te olvidaste de mí, ¿no? —le preguntó Gabe, haciéndole una mueca infantil. Se le veía muy demacrado, pálido y su brazo derecho estaba totalmente inmóvil, su cabello estaba alborotado y tenía ojeras en los ojos. Sin duda la estaba pasando mal.

—Perdona, Gabe. Es que la directora nos puso un castigo a Caleb y a mí y…

—No digas más, ya lo sé.

—¿Ya lo sabes?

—Sí.

—¿Cómo?

—Caleb vino anoche y me lo dijo…

— ¿Caleb? ¿Ayer? Pero se suponía que no te podíamos ver hasta hoy.

—Sí, pero la directora lo dejo y como tú ya te habías ido, el vino solo.

— ¿Y no se le ocurrió llamarme? —preguntó furiosa.

—No, yo le dije pero dijo que no podía.

— ¿¡QUE NO PODÍA!? —dijo ella, con los ojos llorosos. Sentía una punzada de traición en su corazón. Era un maldito, igual que todos los hombres. Cogió una silla y se sentó para no caerse.

—Um… sí. ¿April, cariño estas bien?

¡No, no estoy malditamente bien!

Sí, claro.

—Mientes.

—No lo hago.

—Sí, lo haces. Recuerda mi poder…

—Bueno, no importa ¿Cómo te encuentras? ¿Qué dijeron los doctores?  —le preguntó con falsa inocencia.

—Nada, que tal vez me quedé sin brazo si no me recupero. Lo normal…

— ¿¡Lo normal!? Gabe eso no es normal

—Sí lo es si pasas escuchando a los doctores diciéndolo todo el bendito día.

—Hay Gabe, ya verás que te recuperas. Solo coopera con los doctores.

—Sí, sí —terminó él rodando los ojos. En ese momento, la doctora del otro día entro por la puerta, avisando que debería irse ya

—Adiós Gabe —le dijo April mientras le daba un beso en la mejilla. Gabe sonrío.

—Adiós, llorona enamorada —April se volteó rápidamente para mandarle una mirada asesina y seguir por su camino.

Cerró sigilosamente la puerta y se dirigió hacia la recepción.

En cuanto estuvo allí se fijo en que nadie estuviese cerca y… se echo a llorar.

Las lágrimas brotaban de sus ojos. Esos ojos verde esmeralda que ya no podían aguantar, pero era triste verla. Sus sollozos no eran como los de cualquiera. Eran silenciosos, nadie podría notar que estaba llorando si no la veían. No hay nada más triste que ver llorar a una persona silenciosamente. En la soledad. Sin consuelo o alguien más.

De pronto una puerta cercana se abrió, dejando pasar pesados pasos en el lugar.
April se limpio los ojos, paró de llorar y se concentro en el diseño del barandal de los escalones. Eran tres estrellas entrelazadas, separadas por unos pocos centímetros. Nunca lo había notado, parecía como si fuese un escudo. ¿Qué sería?

— ¡Hey April! ¿Qué haces? —April no tuvo que voltearse para saber que era Raúl. Su voz lo decía todo.

—Hola Raúl. Estaba viendo este dibujo.

— ¿Te refieres al escudo? —Le preguntó el mientras se acercaba al barandal y lo contemplaba desde su mismo ángulo.

—¿La Academia tiene escudo? —le pregunto devuelta, mientras se volteaba para verlo a la cara. Él la miraba con curiosidad.

—Claro que sí.

—Y ¿Por qué son estrellas?

— ¿No sabes la historia?

— ¿Cuál?

—La de los alquimistas, sobre cómo nos creamos.

—Oh, no… Nunca me la han contado, ¿Lo harías tú?

—Sí claro. Si quieres nos sentamos en el piso porque es larga.

—Perfecto.

Ambos se sentaron en el frío piso de cerámica, preparándose para la historia.

—Haber, hace mucho tiempo, en el año 1154 existió un señor llamado Nicholas Remouv, él vivía en una zona, de la que dicen, era de Estados Unidos, pero ahora se llama de alguna forma diferente. Cuando Nicholas tenía 5 años, él veía hacia las estrellas y sacaba preguntas ¿Por qué eran tantas? ¿Por qué se mantienen allí, vigilando? Nunca podía responderse a sí mismo. El fue creciendo, estudió y se especializo en algo que muchos no estudiaban. Astrología. Cogía un telescopio y apuntaba con él hacia las estrellas —Raúl hizo ademán de un telescopio.

“Paso años, estudiándolas. Y al fin, logró llegar a una rara, pero gran conclusión. Las estrellas tienen 3 grandes poderes. Telequinesis, mueven los objetos en las casas cuando no las vemos. ¿Has visto que a veces vemos manchas negras y nos volteamos para ver que era y al final no hay nada?—April asintió con la cabeza —Eso lo hacen las estrellas.

“Su segundo poder, era que sabían detectar mentiras. Si mentías ellas lo sabrían y te reprenderían en algún momento con ello, haciendo que algún objeto se te perdiera. Y el tercero, y más grande poder, era leer pensamientos. Según Remouv, las estrellas pueden leer nuestros pensamientos, ¿Y qué es lo que hacen? Ellas nos reprenden si pensamos algo mal, o queremos hacer alguna locura. Son nuestra pequeña conciencia. Como un pequeño Pepe grillo. Él estaba tan obsesionado con ellas que se entreno él mismo, para ser igual que las estrellas y hasta se hizo una marca en la sien, de una gran estrella encerrada en un círculo ¿Crees que lo logro? —April asintió con la cabeza, estaba embobada con la historia.

“Exacto, pero Nicholas tenía dos obsesiones, las estrellas y la piedra filosofal. Siempre busco la vida eterna y quería encontrarla, costara lo que costara, y sí desde ese año existía la piedra. Es más vieja que cualquier cosa en este mundo, pero han sido pocos los que la han encontrado. Al darse cuenta del arduo trabajo que sería encontrarla, él pudo ver, que si no la hallaba tenía que quedarle sus herederos, y al haber entrenado tanto su mente, sus hijos saldrían ya entrenados.

“Busco esposa, a una que amara de verdad y la encontró, después de 3 meses de casados, quedo embarazada. Cuando su esposa, tuvo al bebe, resulto que no era uno, si no 4. Cuatrillizos. ¿Qué mejor que eso? Pero Nicholas no entendía porque eran cuatro, cuando los poderes solo podrían estar en uno solo. Espero a que crecieran para averiguar, cuál era el afortunado, pero resulto que los poderes se había dividido y cada 1 de los hijos tenía uno. Sophie Remouv tenía el poder de leer pensamientos, era la mayor, por lo cual era la más fuerte. Failer Remouv podía detectar mentiras y era el hermano del medio, por lo que era el segundo más fuerte. Y el menos fuerte, era David Remouv que solo podía mover cosas con la mente.

—Pero, ¿No eran cuatro hermanos? ¿Qué paso con el otro?

—Espera, ya iba a llegar a eso — le dijo sonriendo. —El último hermano se llamaba Jared Remouv, este era el menor de todos los hermanos y para su desdicha no tenía ningún poder, pero su padre no se rindió, amaba a sus hijos por igual, así que si iba a educar a los que tenía poderes, tendría que hacerlo con los cuatro. Además de hacerles a cada uno, una estrella igual a la de su marca, pero en diferentes partes del cuerpo. A Jared, lo puso a trabajar con piedras preciosas, haciéndolo crear hermosos instrumentos, era como un artesano de hermosas joyas, pero no podía dejar que lo hiciera él solo, así que enseño a todos sus hijos por igual…

“Pero como era de esperarse, su último hijo, no resistió a que sus hermanos tuvieran más que él, así que empezó a odiar a su padre y a la vez sus hermanos. Sabiendo que el mayor anhelo de Nicholas era la piedra, se escapo y prometió volver y matar a su propio padre. Después de años, cuando ya era viejo y pronto podría morir, encontró la piedra. Al fin, después de tanto encontró su anhelo, pero no la uso… Nicholas sabía que su hijo vendría por la piedra y a la vez por él, así que la escondió en alguna parte de su ciudad natal. Cuando su hijo, lleno de odio vino por él, le pregunto dónde estaba y al no decirle, lo mato… Dejando a sus hijos a cargo de encontrar, la famosa piedra… Jared fundó los Renewed y por eso existen…

—Entonces, ¿Nuestra marca nos la hicieron?

— ¡No! Nacimos con ella. Por generaciones se hicieron la marca ellos mismos, pero tanto fue, que ahora nacemos con ellas.

—Ah… y entonces ¿Yo soy descendiente de Shophie?

—Sí, tú y Caleb lo son.

—Nunca había oído de este cuento —le dijo ella, revolviéndose nerviosa. Quería preguntarle algo y no sabía si se estaba adentrando a aguas peligrosas…

— ¡No es un cuento April! Es una leyenda.

—Sí, sí, perdona. Oye Raúl ¿Tienes novia?

— ¿¡Qué!? —lo miro, sorprendido. ¿A dónde quería llegar?

—Sí, lo que oíste.

—Bueno, no… Acabo de salir de una relación muy dura, así que no ¿Por qué lo preguntas?

— ¿Ah sí? ¿Dime que paso?

—Umm… —La examino un momento, curioso, pero se decidió a contarle —Yo salía con esta chica, Airin, bueno, salimos por 9 meses, yo en realidad la amaba ¿Sabes? Y no es fácil amar a alguien cuando tienes este… don de poder detectar mentiras… Pero lo raro es que ella nunca me mintió por eso me encantaba. Una noche me dijo que me amaba y supe que era verdad, además yo también lo hacía, pero tuve que terminar con ella…

— ¿Por qué?

—Porque, esa misma semana, íbamos en el carro y los Renewed nos atacaron, chocaron nuestro carro y no pude soportar la idea de pensar que tal vez, la pudiesen matar, ella no se dio cuenta, pero yo sí. Así que al otro día le dije que no la quería ver más y que termináramos —finalizo él, con mirada triste.

April tenía un nudo en la garganta, su amiga estaba sufriendo porque creía que no la amaban y la verdad, los dos lo hacían.

— ¡Hay Raúl! Lo siento muchísimo… Es que veras, tengo una amiga que quiere conocer a un chico ¿Sabes? Y pues pensé en ti… Pero no importa, tranquilo.

—Bueno, tal vez podría tratar

— ¿Enserio? —le preguntó ella con falsa esperanza. Había caído en su trampa.

—Sí, creo que sí.

— ¡Perfecto! Le diré hoy, luego te aviso

—Bueno. —April se acordó de que tenía que ver la hora…

— ¿Qué hora es Raúl?
—Son las 12:15

Ella llevó su mano a su bolso y buscó desesperadamente el celular, revisó la pantalla y nada… Caleb la había engañado. Sus ojos empezaron a ponerse llorosos y supo que tenía que irse.

— ¿Estás bien, April?

—S-sí. Me debo de ir. Hasta luego Raúl, gracias —Le dio un beso en la mejilla y salió a trompicones de la Academia.

Solo quería correr y correr, él la había usado como un trapo sucio, de eso estaba segura. No exageraba, era verdad. Y había gastado su dinero en ese hermoso vestido, cuando estaba segura de que ya no habría cita. Era un estúpido, un arrogante, un idiota y no lo quería ver más…

Pero en el fondo lo amaba… ¡Estúpida! Nadie me tiene de *zorompa enamorándome…

Y sin nada más que dolor, se dirigió a su apartamento, tal vez alquilaría una película romántica, llamaría a Scarlet y lloraría hasta caer dormida…
Lo que ella no sabía, es lo que iba a averiguar próximamente…

*Zorompa: Tonta, estúpida, babosa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Deseas comentar la entrada? ¡Hazlo, será un placer leerla! (Y deberías comentar, ¿eh? Es ley o.o Jajaja ok no xD) Sólo que ten en cuenta una cosa... (Y es una cosa realmente seria, ¡te lo digo! Algo así como... de vida o matamos a tu gato ._.! Y dirás, "Ja! Yo no tengo gato" Y yo te diré.. "Exacto ._.") ¡Comenta con respeto! ¡Si no te gusta lo que escribí y quieres decirmelo hazlo con respeto, es lo único que pido! Ahora, si ya te hartaste de leer esta introducción... Comenta :D!
Y recuerda sonreír siempre :3!