Caleb y April se encontraban en el restaurante,
terminando de comer sus Ausie Fries, las cuales estaban deliciosas. Caleb podía
dar gemidos de placer por la delicia de las papas con queso derretido y salsa
ranch. No sabía cómo había vivido sin comer alguna vez esas cosas. Ella era
demasiado suertuda, seguro había pasado comiéndolas toda su vida.
—¿Cómo es que nunca había probado estos manjares,
huh? —Le preguntó mientras terminaba de tragar un poco de refresco. Ella sonrío
divertida al ver su rostro, pareciera que no hubiese comido en años.
—No lo sé, en realidad no entiendo cómo has vivido
sin probarlas. Son las mejores papas del mundo.
—Sin duda. Son mejores que las de McDonalds
April gimió. Él la volteó a ver, confundido y ella
hizo una mueca de dolor.
—¿Qué hice?
—¡Las papas de McDonalds jamás serán iguales a
estas! ¡Estas como drogado si piensas que son si quiera parecidas!
Caleb empezó a reírse a carcajadas, tanto así que
casi se atraganta con una papa. Tragó un poco de refresco para calmarse, y
sonrío.
—Perdona, no pensé que fuera un insulto. —Ella
volteó los ojos, tratando de ser seria, pero no pudo. Sonrío.
—Está bien, solo que la próxima, dejaré de hablarte
—Cariño, si no te puedes si quiera resistir a mis
encantos, ¿Cómo quieres dejar de hablarme? Ilógico... —April volteó los ojos,
pero seguía riéndose. Él se acomodó en su asiento, y pasó un brazo por su
cintura, descansando la cabeza en su hombro.
—Nunca me había sentido tan lleno en mi vida...
—Las papás tienen ese efecto. —Hizo un sonido raro,
mitad gemido y suspiró. — Queda una, ¿No la quieres?
Caleb observo la última papita, llena de queso
derretido, caliente y con salsa ranch esperándolo... Se abstuvo a decir que sí
y simplemente meneó la cabeza.
—Toda tuya.
Ella le dio una mirada suspicaz, y lo analizo.
—¿Qué? —le preguntó, incómodo.
—Quieres la papa, ¿no? —ÉL meneó la cabeza con
convicción, pero ella lo conocía demasiado como para que la engañara.
—Hagamos un trato, la mitad es tuya y la otra es
mía. —Él comenzó a negar otra vez con la cabeza, pero ella lo detuvo.
—Sí, lo haremos así.
—No, no April, enserio. No la quiero, cométela tú,
realmente yo no...—Lo interrumpió metiéndole la mitad de la papa en la boca.
Casi se atraganta, pero cuando pudo disfrutar, hizo una cara de delirio.
—Sabía que querías... —Terminó de tragar, y frunció
el ceño.
—¿Qué? —preguntó esta vez, ella.
—Te toca. —April no entendió del todo, hasta que él
levanto la otra mitad de la papa y la obligó a comérsela.
Ella masticó lentamente, y cuando trago, se rió.
—Gracias por la papa
—Gracias a ti, por compartirla —le dio un suave
beso en los labios, y ella sintió que se derretía. Si tan solo sus vidas fueran
más fáciles...
A los pocos minutos llegó Mike, y levantó una ceja,
sin decir nada.
Ellos esperaron a que hablara para pedir la orden,
y él dio un bufido con desdén.
— ¿Qué desean para comer?
April lo miró desde abajo, y se sintió totalmente
enana, hasta creía que Caleb se debía sentir igual, y eso que él medía por lo
menos 1.80.
— ¿Qué me recomiendas, Ap?
—Oh, lo mismo que yo pediré. Una hamburguesa doble
con queso, tocineta y aros de cebolla. Sin papás, porque ya comimos. —El rostro
de Mike no mostró mucha sorpresa, aunque se pudo notar que estaba algo aturdido
por la respuesta.
—¿Realmente pedirá eso, señorita? —Ella alzó las
dos cejas, en signo de curiosidad y Caleb respondió por ella:
—A que soy un suertudo, ¿No? —Mike asintió
levemente con indiferencia—Eso que ella dijo para los dos. ¡Ah! Y podría
traernos dos coca colas más, por favor.
—Claro...
Cuando lo vieron alejarse del todo, los dos se
rieron y empezaron a hablar para entretenerse mientras esperaban la comida.
Nombraban cosas simples, divertidas. Tan solo disfrutaban de la compañía del
uno al otro.
Recordaron un poco a Gabe y ella se dio cuenta de
que le hacía falta oír sus palabras afeminadas.
—Bueno, yo sí he conversado con él los últimos
días, lo que pasa es que ha estado un poco... Traumado, eso es todo. Sigue
igual que siempre, créeme, pero le resulta un poco molesto no poder ir a su
casa propia.
— ¿Los doctores no dejan que se vaya aún? —le
preguntó, con un poco de lástima.
—Oh, no, no. Todo lo contrario, ya lo han dejado.
Lo que le molesta es tener que vivir en la Academia...
— ¿Él vive en la Academia?
—Um... sí ¿Por qué crees que siempre llega más
temprano que el propio gallo?
Ella abrió la boca sorprendida, pensando en que
debía de ser aburrido vivir allí, hablando solo con alquimistas chillonas...
De pronto sintió una sensación horrorosa.
—¿Desde hace cuanto vive en la Academia?
—Creo que desde que tenía como 7 años. Lo que pasa
es que empezó a formarse cuando tenía 14, por eso lo conocí a esa edad.
April se puso a pensar lo que debía de ser crecer
rodeado de mujeres, a toda hora. Al levantarse, al ducharse, al hacer la tarea,
al recibir clases, a la hora de comer... Siempre con chicas. Cada segundo de su
día, algunas seguramente quejándose por su periodo, otras hablando de chicos, y
hasta muchas teniendo besuqueos con sus novios.
Que horrible debió y debe de ser para él. Y en eso,
entendió el por qué. El por qué Gabe era gay.
Gabe estaba tan harto de las mujeres, que decidió
apartarse de ellas en todo lo que estuviera a su alcance. Pobre chico el cual
por mujeres pasó rodeado.
La compasión que sentía debía de mostrarse en su
rostro, por qué Caleb le tocó la mano.
—No te preocupes, linda. No creo que sea algo nuevo
para él.
—No, no lo es. Pero, ¿Por qué piensas que es gay?
Es obvio que vivir con solo chicas debió de ser cansado para él, por eso
decidió estar con hombres...
Él se puso a pensar en lo que decía, y ambos se
quedaron callados, pensando en la información que acababan de recibir. Si Gale
era gay por eso, entonces por qué...
De pronto, Mike colocó la comida en la mesa y
murmuró algo que sonó como “provecho” antes de irse.
Lo vieron irse con grandes zancadas y miraron su
comida. Se veía deliciosa y sus estómagos gruñeron con tan solo olerla. Caleb
cogió su plato, contemplándolo, luego volteó a ver a April y le guiño un ojo.
—Provecho
—Igual para ti— Le dijo, sonriendo tímidamente.
La hamburguesa era de un tamaño impresionante, él
no creía que April fuese capaz de comerse ese monstro con pan y carne, pero
después de unos segundos ella ya había pegado 3 mordiscos gigantes, creando
pequeños suspiros de placer por lo que deleitaba
Se encogió de hombros al verla tan feliz y empezó a
devorar la suya sin ninguna vergüenza… Sin duda era riquísima. Y el ambiente
del lugar solo ayudaba a que sintiera que “el monstro” pareciera interminable.
De pronto le vinieron imágenes realmente
entrañables. April con él en todo momento y sonrío…
Era un día que no querría olvidar.
20 minutos después…
—Aquí tienen la cuenta —dijo Mike, con su tono
desganado. Caleb empezó a firmar, mientras que ella veía al gran hombre
curiosa.
Él sintió sus ojos y le envió una pequeña mirada.
— ¿Qué? —Su tono era de reproche, pero a la vez
diversión.
—¿Podría preguntarle algo, con todo el respeto?
—Asintió casi imperceptiblemente— ¿No le molesta ser indiferente todo el
tiempo, señor?
Ella esperaba que reaccionara, que le diera una
mirada asesina… ¡Algo con lo que mover sus facciones! Solo que nada de eso
ocurrió, el único cambio que capto fue el movimiento de las comisuras de sus
labios casi imperceptiblemente.
—Ser indiferente me es indiferente, señorita —Y sin
nada más que decir, se llevó la cuenta, dejando a April totalmente divertida.
Caleb la miró desde su ángulo y meneó la cabeza,
casi sin creer que le hubiese preguntado algo así a ese tipo.
—Me gusta esa frase. Creo que la usaré si intento
ligarme a alguna chica… —Su voz se había tornado arrogante, pero muy divertida
sin duda.
Ella le frunció el ceño, haciendo esa pequeña
trompita que él tanto adoraba.
—Te ligas a una chica y te vas a la mierda,
encanto. —Trató de contener la risa, pero no pudo y sus carcajadas resonaron en
todo el restaurante, haciendo que mesas vecinas lo vieran curiosos.
—Vámonos de aquí, preciosa
Su cara se suavizo y él la tomo de la mano,
guiándola hasta la salida del restaurante. Antes de irse, agarró su bolso —no
podía dejarlo— y lo siguió. Ella logró ver de soslayo a Mike y cuando lo
localizó lo llamo con un “Hey tú” y cuando volteó a ver, le gritó “¡Nos veremos
a la próxima, grandote!”, él le guiño el ojo y siguió con lo demás.
Caleb al ver todo, gruño algo intangible y arrastró
a April hasta la motocicleta, pasando por las puertas de mármol y dejando atrás
el olor de comida recién salida del horno.
Finalmente llegaron, se puso su casco y le pasó el
otro a April, sentándose sin siquiera esperar que le dijera algo, mientras que la
veía con cara exasperada; ella no se inmutó, y le sacó la lengua en un acto
infantil, para luego colocarse su casco y sentarse detrás de él. Se aferró a él
como si fuese a morirse si se soltaba y le susurró:
—Me encanta que te pongas celoso… —Puso su barbilla
en su hombro, y ladeó la cabeza para que quedará justamente en dirección a la
de él. Caleb rodó los ojos en un acto de desdén y arrancó el motor, haciendo
que todo el pavimento vibrara con el movimiento de está… Lo único que pudo
pensar April fue “Se ve tan rudo”.
Ya al salir del estacionamiento, se colocaron en la
carretera y empezaron su trayecto hasta el apartamento de April. La noche
estaba realmente estrellada, con una luna que hacía querer tomarle una foto,
para conservar el momento. Ella hizo el ademán de sacar su celular para tomarle
una foto, pero recordó que no lo tenía en el bolsillo, sino en el bolso, y la
diminuta cosa iba en los regazos de Caleb. Se encogió de hombros y se dedicó a
observar el paisaje, guardando cada momento en su mente. Ojalá
yo tuviera memoria fotográfica… Podría guardar cada imagen como una pequeña
camarita…
Mientras avanzaban en la noche, se sintió pesada, sus
ojos se fueron cerrando y su cabeza empezó a dar vueltas… Qué raro… ¿Por qué…? Sin
poder terminar su pregunta, finalmente se quedó dormida en el hombro de él.
Caleb sintió como su respiración se hacía más
suave, y posó sus ojos en ella, para ver si realmente se había dormido. En
efecto, lo hacía. Sonrío inconscientemente y empezó a analizar las cosas que
tenía por delante… Si bien, era realmente dulce con April, tenía asunto que
hacer en los cuales no podía ser todo menos dulce… rudo, mantener su pose
contra el enemigo. Ella sabía todo, pero él estaba seguro de que algo andaba
mal, no con ella, no con él… Sino con algo, alguna cosa le estaba molestando…
Su mente no paraba de dar vueltas, pensando en el por qué divagaba sobre las
cosas. Si tan solo supiera, ¿Qué era?
Desvió su mirada hasta las estrellas que se
mostraban en la oscuridad del paseo, y se preguntó ¿Qué habría hecho pensar a Remouv en estrellas? ¿Por qué
las estrellas? Sabía la leyenda de pies a cabeza, pero… ¿Por qué? ¿Cómo se le
ocurrió esta teoría? ¿Acaso no tenían ningún fundamento? ¿Serían ideas de un
viejo loco qué…? No, no podía estar sin fundamentos. Él era astrónomo, sabía
sobre esas cosas.
Suspiró…
Era tan complicado eso de las leyendas y de más… Como la leyenda de las almas
alquimistas… Qué complicada era, si pudiese entenderla un poco más, podría
saber si…
Una
luz vino hasta sus ojos y entrecerró los ojos, pero ¿Qué…? Un camión gigante se
avecinaba contra ellos, viniéndose en el carril equivocado. Caleb giró hacia su
izquierda y se colocó contravía, en donde venían más carros aún.
Paseó
entre los carros con un miedo que lo helaba hasta los huesos, pero con suma
agilidad. Los carros le pitaban y otros le gritaban cosas vulgares, como
“¡Animal, vas contravía!” o “Idiota, fíjate por dónde vas”, a lo que él
respondía simplemente con el dedo de su corazón, prácticamente insinuando
“¡Muéranse!” Finalmente encontró un espacio y se metió en la calle donde tenía
que ir.
Miro
detrás de su hombro, seguro de que se habría despertado, pero curiosamente
seguía dormida… Nota para mí: Tiene un
sueño realmente profundo.
En
todo el revoltijo entre las calles no se había dado cuenta de que estaba
realmente tenso, mientras que April se sentía relajada en contra de él. Se
obligó a hacer lo mismo y seguir por el camino, tratando de calmar esa
sensación horrible que tenía en el pecho.
Los
árboles se movían, los animales nocturnos hacían sonidos raros y hacían parecer
todo extremadamente macabro. Se sintió vigilado, se sintió perseguido, pero al
ver en su retrovisor no vio nada. Dobló en una esquina, para ver si algo salía
de detrás pero no paso nada, lo único que vio eran nuevos edificios en su
camino. Su corazón empezó a latir fuertemente contra su pecho.
Algo
no iba bien. Su mente se lo decía, pero comenzó a sentir como si su corazón le
hablara, primero en un pequeño murmulló, para después hablar fuertemente y terminar
gritándole: “El peligro se avecina”. Su pulso se volvió frenético, sus manos
sudaban y sus ojos se dilataron por el olor de algo que conocía poco, pero
bien.
El
miedo.
Aceleró sin pensárselo dos veces, y se fijó en su
reloj. La hora decía que eran las 9:00 de la noche, y se sorprendió al ver lo
mucho que habían tardado en el restaurante… Se había sentido como si fuesen
minutos.
Les faltaba poco para llegar al pueblo, y un poco
más para llegar al apartamento de April… Tenía que dejarla a ella, luego se
haría cargo de lo demás.
Le pareció ver una sombra, y algo azul entre unos
edificios, pero sus ojos no le permitían ver más. Un pequeño destello azul
volvió a aparecer, como un gato entre los arbustos. Un gato en la noche que
solo sus ojos dejaba entrever.
Su abdomen se tensó cuando April se movió un poco
entre él, haciéndole acordarse de tener sumo cuidado. Algo horrible lo golpeo
de repente.
¿Y si no venía por él? ¿Y si venía por April? ¿Qué
querría de ella?
Él no traía ningún tipo de arma, no traía nada con
lo que defenderse. Su vida corría peligro, podía sentirlo. La vida de ella
estaba en un riesgo terrible y no la perdería por nada en el mundo. Su deber
como compañero era protegerla de cualquier enemigo, ya fuese perderse él entre
lo no deseado.
Las calles estaban totalmente vacías y maldecía por
lo bajo, pues si hubiese alguien más en las calles, todo sería menos… raro.
Estarían más seguros de no sufrir un ataque, pero por alguna razón sentía como
si no les fuesen a hacer nada por ahora… Esperarían el momento adecuado.
El miedo era abrumador, ¿Qué podía hacer? No tenía
nada… No tenía absolutamente nada.
En su vista periférica vio otro destello de azul y
supo que no era ningún gato. Eran los ojos de una persona… Los ojos llenos de
necesidad, deseo, desesperación de algo… ¿O alguien?
Se estremeció en pensar que ese alguien podía ser
April y soltó un suspiro cuando vio que habían llegado a los portones del
pueblo. Pito con la moto para que le abrieran…
El viejito de siempre fue con toda la paciencia del
mundo a abrir, y su desesperación lo apodero.
Empezó a pitar como loco, indicándole que se
apresurará. El señor lo vio con cara exhausta y le abrió las puertas
tranquilamente… Caleb tenía ganas de darle una patada en la cara, pero en lugar
de eso siguió su camino con una velocidad impresionante.
El camino que siempre se le había hecho rápido, se
tornó interminable y horrible. No ayudaba que no hubiese nadie o nada con qué
protegerse, por lo menos en la calle los edificios lo ayudaban.
Sintió como April se movía en sus sueños, sabía que
ella no se enteraba de nada y por él, mejor. No quería verla histérica, o lo
que es peor aún, tirándose hacia atrás para ver quién era la persona que los
perseguía.
La creía capaz de todo.
Se apresuró más, y llegó a la dichosa rampa que
bajaba hasta el pequeño parque rodeado por edificios. El pueblo parecía algo
fantasma, como si nadie viviese allí. Pareciera que todos se acostaban
demasiado temprano en ese lugar... Las tiendas ya estaban cerradas, y todas las
luces se encontraban apagadas.
Fijándose en los edificios, rápidamente localizó el
de April y se dirigió a él.
La motocicleta se quedaría sin gas, de eso no cabía
duda, pero le importaba muy poco. Rodeó el parque para darse seguridad de que
aún lo seguían y después, al llegar al edificio, aparcó en la acera y se obligó
a sí mismo a parecer tranquilo.
No entendía para que lo hacía, seguro que su
enemigo ya se había dado cuenta de que él sabía todo, pero prefería que April
no notará nada.
Con toda la paciencia que pudo reunir, apagó el
motor, se bajó de su transporte y se acercó sigilosamente a April.
—April… —Le susurró—Ya llegamos a tu casa, Ap.
Despierta… —Pero ella no lo hacía, sus ojos no respondían al llamado de su voz.
¿Su sueño no podía ser tan pesado, o si?
—¿April? ¿Linda? —La sacudió levemente—Ya llegamos,
levántate. —Ella no hizo nada de lo que él le pedía, y empezó a preocuparse.
Se acercó un poco más, colocó una mano en su
cintura y puso sus labios en los oídos de ella.
—Despierta, preciosa… —Sin embargo no funcionó. Ese
sueño en el que se encontraba acabaría hasta mucho después… En la mañana, tal
vez.
—Malditos sean… —murmuró entre dientes, enojado
consigo mismo por no haberse dado cuenta.
En algún momento en que él se fue al baño en el
restaurante, trajeron dos bebidas para ellos, y April la había tomado sin poner
en dudas su procedencia… El problema es que seguramente habían colocado un
insomnio allí
La duda era, ¿Quién lo había hecho? El mesero
parecía sospechoso… pero no, no podría. No tenía ningún rastro de ser enemigo
de ellos.
Un movimiento a su derecha lo hizo reaccionar y sin
pensárselo dos veces, tomó a April entre sus brazos y dejó la motocicleta
parqueada.
Era realmente suertudo, pues al ser ella delgada,
no le daba ningún problema con cargarla.
Abrió las puertas del edificio rápidamente y salió
pitando hacia las escaleras. La recepcionista, una pelirroja, alta lo vio
extrañada y asustada.
—¡Eh, tú! ¿Dónde llevas a mi amiga? ¿Qué le paso? —le preguntó, realmente
aturdida.
—¡Tengo que irme, lo siento! ¡Te explicará en la
mañana! —Y sin decir más, subió las escaleras de dos en dos.
En el trayecto se las arregló para darse contra un
escalón y maldijo por lo bajo. ¿Quién había sido el inteligente que no había
puesto un ascensor? Y además… ¡5 pisos los cuales tenía que subir!
Cuando finalmente llegó al final de las escaleras,
chocó contra una panza realmente sudada, y al ver hacia arriba, observo con
aire irritado al vecino de April, el cual no recordaba su nombre…
El hombre lo analizo y luego vio a April y sus ojos
se convirtieron en pequeñas y minúsculas ruedas.
—¿Qué haces con ella, chico? —le preguntó,
perspicaz.
—Se desmayo. Persecución. Cuidado. Hombre… ¡Déjeme
pasar de una puta vez! —Y sin dejarle responder, pasó junto al señor.
Al llegar a la puerta, se acordó de las llaves…
¿Dónde las habría puesto?
Y entonces recordó que tenía el bolso de April.
Con una mano logró buscar en él y encontrar un par
de llaves desgastadas.
Las cogió con frenesí, apurado hasta la médula y la
abrió. Al entrar, cerró la puerta otra vez con llave y siguió su camino hasta
el cuarto de April.
Cuando llegó, los miles de libros le dieron la
bienvenida, pero no se pudo detener a contemplar. Dejó caer el bolso en el piso
sin ningún cuidado, y poco después la llevó hasta la cama.
Se tomó su tiempo en acostarla, le distendió las
sábanas, acomodó los almohadones y le quitó sus tacones. Vio sus uñas de los
pies, arregladas con un color igual al de su vestido y sonrió. Era tan hermosa.
La arropo lo más que pudo y se permitió
contemplarla por unos pequeños segundos. Sus pestañas llegaban a ser de un
rubio perfecto, y su pequeña nariz se veía tan respingona como siempre. Como
quisiera saber que estaría bien… Oyó un ruido en la ventana y salió de su
ensueño. Rápidamente apagó la luz y cerró la puerta de la habitación, para
hacerle creer que se había ido.
Sigilosamente, como un gato, se dirigió hasta el
balcón y abrió las cortinas un poco, solo para ver si había alguien.
Para su dicha, algo negro se encontraba escalando
en el barandal, de espaldas a él. No lo había visto aún, y él podría atacarlo
por detrás.
Le llevó toda su tolerancia no abrir la puerta de
un portazo, pero finalmente logró hacerlo sin que se diera cuenta. Él seguía de
espaldas a Caleb.
Cuando logró salir, el viento frío de la noche lo
atacó desprevenido, se estremeció ligeramente, pero siguió con su postura
relajada contra la ventana. Ahora no sentía miedo, sentía rabia. Furia.
Cuando el atacante se volvió y lo vio, sus ojos se
sorprendieron inconfundiblemente, pero luego cambió su mirada a algo divertido.
Caleb lo analizó, y se lamentó de que el hombre estuviera todo cubierto.
Llevaba un traje totalmente negro, que lo cubría desde los pies hasta la
cabeza, solo dejando al descubierto su boca, nariz y ojos.
Caleb alzó una ceja y vio al vacío, haciendo todo
su esfuerzo por no saltarle encima.
—Linda noche como para violar a una jovencita, ¿No?
—le preguntó con toda su rabia contenida. Se alegró de que su voz hubiese
salido relajada.
El oponente frunció los labios y le sonrío…
—Bastante, sí… Aunque lo que quiero de tu noviecita
no es violarla… Aunque me encantaría, si pudiese… —Caleb apretó los puños por
dos razones. Su voz estaba modificada y no soportaba que hablaran así de ella—.
Pero lo que vengo a buscar, es más valioso que ella.
Su corazón explotó y su puño voló hasta la cara del
otro, sin embargo, aunque pegó un buen puñetazo, se defendió bastante bien,
pegándole uno igual en el estómago.
Quería retorcerse del dolor, pero se obligó a
seguir.
Con su rodilla le dio en las costillas, para luego
agarrarlo de un brazo y torcérselo hasta la espalda.
El enemigo chilló de dolor, pero con un movimiento
rápido, volcó a Caleb de espaldas. Sintió como toda su respiración desaparecía,
pero tomó una gran bocanada de aire y prosiguió.
Logró mover su mano hasta sus rodillas haciéndolo
desbalancearse y así ayudándose a sí mismo a levantarse.
Cuando logró lo que quería, lo acorraló en la
barandilla y le dio un rodillazo en su parte más dolorosa.
Él se iba a arrodillar del dolor, pero Caleb no lo
dejó. Lo mantuvo firme contra él y lo miró a los ojos. Esos ojos azules de los
cuales no cabía duda había visto en el camino.
—Dime una sola razón, para no tirarte por está
barandilla. —le dijo, lleno de coraje.
El hombre sonrió —O eso parecía—, y cerró los ojos.
—Porque si lo haces, muchos más vendrán por ella.
No solo uno, si no 4 o hasta 5, y la mataran sin que puedas hacer algo.
Piénsalo, no podrás matarme, no lo lograrás. Además… Soy como un gato, tengo 7
vidas y de ellas me quedan 5. Me tiras y no me pasará nada.
Caleb apretó los dientes y agarró el cuello de su
camisa hasta tenerlo frente a frente.
—Escúchame, hijo de puta. Vuelves a perseguir a
April y te las ves conmigo, estaré preparado. Siquiera te acercas y hasta allí
llego tu vida. No quiero que la vuelvas a acosar, y la próxima vez que digas
que ella vale más que alguna cosa te haré trisas. —Sus ojos habían tomado un
peligro extraño—. Veamos si es real eso de las 7 vidas…
Sin decir más, lo levantó sobre la baranda y lo
tiró sin piedad por el espacio libre. Logró ver que el hombre levantaba una
ceja, divertido, pero no se inmutó. Cuando llegó al suelo, estaba intacto.
Rápidamente se fue corriendo hacia su próximo destino, el cual Caleb se moría
por averiguar
Pero no podía… Sabía que debía cuidar de April por
la noche…
No la dejaría sola.
Se aproximo al balcón y abrió la pequeña puerta, en
donde entro al aire caliente del cuarto.
Le echó cerrojo a la ventana y se acercó a la cama
de April, para ver como se encontraba.
Estaba plácidamente dormida, con su pecho bajando y
subiendo mientras respiraba. La ternura le ganó y le dio un pequeño beso en su
mejilla, lo que la hizo moverse hacia su lado, aceptando el beso.
Él sonrío y buscó un lugar donde dormir… Aunque le
tentaba meterse en la cama con ella, sin duda. Pero no lo haría…
Luego se enojaba con él, o algo. No…
Localizó la silla del “tocador” de April y se sentó
allí, a observarla…
Esta sería una noche realmente larga…
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