6/29/2012

Capítulo 16.


I won’t give up on us…

Even if the sky gets roug…

I’m giving you all my love,

‘Cause God knows we worth it…

--I won’t Give Up. Jason Mraz.

April abrió un poco los ojos mientras se desperezaba a las 5:00 de la mañana. Empezó a estirarse en su cama y cuando se despertó por completo, pegó un salto que hizo que se diera contra la madera de la cabecera. ¿Por qué estaba en su apartamento? ¿Cómo había llegado allí? Y, ¿Por qué tenía su ropa de ayer?

Comenzó a buscar frenéticamente a su alrededor, analizando algún indicio de recuerdo de la noche pasada… Solo recordaba haber estado en la motocicleta con Caleb, para que luego sus ojos se le cerrarán y amaneciera en su habitación.

De pronto se dio una palmada contra la cabeza. Me han drogado, que estúpida…

Vio la hora y abrió los ojos como platos. A las 6:00 tenía que estar en la Academia para el viaje de ese día… Por lo menos se había despertado con anticipación.

En un movimiento grácil, volteó su cabeza hacia su izquierda y vio un bulto en la silla del tocador. Casi grita del susto, pero se calmó pensando que podría ser alguien malvado.
Sin saber qué hacer, cogió un almohadón y lo agarró como si su vida dependiera de ello. Se acercó poco a poco a la silla y cuando finalmente llegó, se puso a darle con la almohada al bulto negro que ella veía.

— ¡Toma, desgraciado! ¡Ni se te ocurra tocarme, maldito! —dijo mientras le golpeaba con todas sus fuerzas. El bulto comenzó a moverse y trató de bloquear los almohadazos pero no podía, ella era muy persistente.

— ¿Cómo entraste, eh? ¡Maldito seas, no te muevas! ¡Llamaré a la policía! —De pronto oyó una risa cálida y su corazón se lleno de ella. Suavemente, dejó de pegar para ver detrás de su arma y localizó a un Caleb riéndose sin parar. Se llevó una mano a la boca y dejó el almohadón tirado.

— ¿¡Caleb!? ¿Qué estás haciendo aquí? ¿Qué paso? —Se arrodilló junto a la silla y le tocó el rostro. Estaba cansado, eso era obvio. Él le sonrío y se encogió de hombros.

—Podría decirse que te estoy cuidando, princesa. —Ella frunció el ceño y él le dio un pequeño beso en los labios.

—¿Qué paso anoche? No me acuerdo de mucho después de haberme dormido… ¡Me han drogado, Caleb! ¡Y yo ni siquiera me he dado cue…! —la interrumpió poniéndole un dedo en los labios y meneó la cabeza.

—Ve a bañarte, recuerda que a las 6:00 tenemos que estar en la Academia. Yo me quedaré aquí mientras tanto —Ella asintió con la cabeza y se paro poco a poco del suelo. —Cuando termines, te contaré lo sucedido.

—Después de que me bañe, te bañas tú. Usa la misma ropa, qué más da… —Él asintió y ella se dirigió a su armario, donde sacó el vestuario que usaría junto con su ropa interior.
Al llegar al marco de la puerta le dio una última mirada y él le alzo una ceja escépticamente.

— ¿Qué ves? ¿Crees que te robaré o algo? —le dijo él, divertido.

—Para nada… —le respondió contenta, mientras entraba al baño. Hizo la misma rutina de todos los días, adiós ropa, adiós todo… Abrió la ducha —la cual ya lograba contralar como una profesional—, y se metió en el agua caliente que ocupaba para despertarse del todo… Tan solo pensar en Caleb durmiendo en su silla le daba pena. El pobre había dormido… ¡Sentado! ¿Acaso no le dolería la espalda? O el trasero… Ella estaría que se muere del dolor, pero seguro resiste más que ella.

Ya terminando, tomó su paño y se secó. Considerando que iban a hacer un viaje ese día, había traído una blusa ligera con unos jeans de mezclilla, y sus converse favoritas. Se vio al espejo y le hizo una mueca a la persona que la veía sin maquillaje… Encontraba realmente raro estar sin una gota de esté, pero no se le veía mal. Cogió su secadora, se secó el pelo lo más que pudo y se hizo una coleta alta, para que le aguantara todo el día.

Salió del baño y al entrar al cuarto, estaba preparada para ver cualquier cosa menos lo que le apareció…

Un Caleb dormido en su cama, acurrucado con una almohada y su mejilla izquierda aplastada contra el colchón. Parecía un niño realmente pequeño, algo así como un ángel.

Se veía adorable, tanto así que no tenía ganas de despertarlo.

Sonrío para sí misma y vio la hora. 5:20… Le daría 10 minutos para dejarlo dormir, tal vez podría bajar abajo y comprar comida decente, considerando que no tenía nada en su cocina.

¿Acaso no había una mini tienda abajo? Nunca le había prestado atención, aunque estaba segura de que sí.

Con el más mínimo cuidado, salió de la habitación, dejando a Caleb en los brazos de Morfeo y llevándose consigo dinero para comprar alimentos nutritivos… O no tanto.

15 minutos después…

April llegó cargada con 3 bolsas llenas de comida y frituras. Algunas cosas eran saludables… Otras, no tanto; no había podido resistirse al ver todas las gomitas, chocolates y helados, simplemente se los llevo, segura de que después se arrepentiría de haberlos comprado.

Otra desventaja de ir a la tienda… Debería hacer una lista.

Dejó las cosas en el mueble de la cocina y oyó un pequeño ruido, como un susurro, algo un poco lejos, pero no tanto. Se acercó al cuarto y no vio a Caleb dormido. ¿Dónde estaba?
Cuando agudizo su oído, pudo oír que el chorro de agua estaba abierto. ¿Ya se estaba bañando? Oh… Eso fue rápido, no durmió demasiado.

Poniendo sus manos a la obra, desempacó todo lo que había traído —Vaya, era demasiado—, y se dedicó a hacer el desayuno, el cuál consistía en un omelette de tomate con queso, salchichas y un jugo de naranja. El omelette era su especialidad, por lo que esperaba que le encantase.

Puso la sartén en la estufa y empezó a cocinar. Colocó el huevo, pico el tomate, queso… Todo iba a la perfección. Se concentró tanto, que ni se fijaba en su alrededor.

Escuchó que ya no se oía el murmullo del agua, y se volteó. Aún no había salido, le quedaba tiempo.

Tomó la sal, y le echó un poco, mientras calentaba las salchichas. Tomó un gran respiro, olía delicioso.

Dio una vuelta, para lavarse un poco las manos que estaban llenas de aceite y oyó que la puerta del baño se abrió. Pensando que Caleb se había vestido ya, observo hasta que la puerta se abriera para darle un “¡El desayuno ya casi está listo!”

Se quedó sin aliento cuando lo vio allí, de lo más relajado con su cabello mojado, medio peinado, usando tan solo unos vaqueros y lo demás descubierto, mostrando unos cuadritos perfectos… ¡Vaya! ¿Acaso eran 6? Sus ojos se abrieron hasta no poder más, y casi babea enfrente de él. ¿Qué se sentiría si pudiese tocarlos…?

—Mmm… huele delicioso aquí. —le dijo, sacándola de su hechizo. Ella le miró a los ojos y vio diversión en ellos. Sabía el efecto que tenía en ella. — ¿Qué hay para desayunar, hermosa?

Se sonrojó por su indiscreción y apartó la mirada.

—Omelettes con tomate, salchichas y jugo de naranja… —Se volteó para terminar sus obras de arte, aunque realmente solo quería quitar su mirada. Se veía tan sexy…

—Suena riquísimo, tengo tanta hambre… —De pronto, sintió sus manos en su cintura, rodeándola. Se estremeció —Aunque veo algo mucho más rico que eso, en este momento…
Empezó a besarla en el cuello y ella se sonrojó desde el pecho hasta las orejas, no por el cumplido —bueno, eso tenía algo que ver—, sino porque sentía sus duros cuadros contra ella, y eso la hacía querer sentirlos…

—Sabes… —le susurró—Me dan ganas de desayunar algo mucho mejor… ¿No te apetece?
Vaya si le apetecía… Se volteó para encararlo y encontró sus labios a tan pocos centímetros… Amaba esos labios. Con una leve inclinación, se encontró con ellos y empezaron unos besos apasionados y hambrientos; ella pasaba sus manos por sus abdominales, sin poder evitar tocarlos. Era demasiada tentación. Los sintió duros y perfectamente moldeados, casi suspira en medio beso. Subió sus manos hasta su cuello y siguió disfrutando. Él mientras tanto, hacía suaves caricias en su espalda y cintura, prácticamente volviéndola loca.

Sabía que se le olvidaba algo… Pero el beso la dejaba en otro mundo. Le tocaba su cabello y él su rostro. Sus manos bajaban y subían, sus labios se unían y se separaban. Todo era un cruce de algo. Hasta que abrió los ojos y vio la hora… ¡Maldita sea! ¡Las 5:50!
Se separó bruscamente de él y miró el reloj asustada, pensando que había visto mal.
¿¡Tanto había durado el beso!? ¡Oh, no! ¿Acaso siempre tenía que llegar tarde a la Academia?

Aturdido por la separación tan repentina, Caleb la vio confuso.

— ¿Qué te pasa?

— ¡La hora! ¡Ya son las 5:50 y hay que estar en la Academia a las 6:00 en punto! ¡No podemos llegar tarde! Bueno… Por lo menos no yo, siempre llegó tarde y…—Él posó un dedo en sus dedos para callarla y la miró serio.

—Princesa, ¿Acaso no sabes que podemos llegar veinte minutos tarde en caso de emergencia?

Ella le dio una mirada severa y gruñó.

— ¿Acaso ves alguna emergencia aquí?

—Bueno—Lanzó una mirada por encima de su hombro—, si sigues cocinando esos omelettes, pronto tendremos un gran problema…

Alarmada, volteó su mirada hacia el sartén y vio su desayuno a un punto perfecto, aunque pasándose a lo quemado. No queriendo que lo hiciera, los quitó rápidamente con la espátula y los puso en dos platos aparte. Luego cogió las salchichas y las posó al lado de la comida.

Suspiró resignada.

—Ten —dijo, entregándole un plato—, vamos a comer a mi habitación. Coge un jugo de naranja.

—Vale—respondió obedientemente, haciendo lo que le había pedido.

Ella hizo lo mismo por igual y lo siguió hasta su cuarto. Cuando llegó se sentó en la cama y esperó a que él lo hiciera… Pero no lo hizo, más bien se veía incómodo.

—Vamos, siéntate —dijo mientras palmeaba un lugar a su lado.

—Gracias —respondió casi tímidamente, sentándose a su vez. Ella sonrío, le ponía nervioso.

—Vale, tenemos que comer rápido, ¿sí? —le dijo ella, viendo la hora—No podemos llegar muy tarde, no sé cuantas veces he llegado impuntual. Realmente creo que me desterrarán

—No seas tonta, no pueden… —partió un pedazo de omelette y se lo comió… Sabía a gloria— ¡Oh y ayer un idiota de mierda trato de violarte! ¡Por eso me quedé aquí en la noche!

April casi escupe la comida cuando oyó lo que le decía.

—¿¡Qué venía a qué!?—le dijo, aterrorizada.

Al ver su cara, tuvo compasión y dijo la verdad.

—Vale, no venía a violarte… Nos venía siguiendo desde el restaurante, te drogó y esperó a que yo te dejara para hacerte algo, pero me quedé, así que le inserte unos buenos puñetazos, eso es todo…

Ella lo vio incrédula y empezó a preocuparse.

—Pero… ¿Qué quería de mí? ¿Qué…? ¿Yo…? —Meneó la cabeza—No entiendo nada…

Caleb se metió otro pedazo de omelette.

—Yo menos, aunque parecía gato. —April sonrío. Qué ocurrencias se le venían a la cabeza.

De pronto, se sintió desprotegida…

—¿Tú estás bien? ¿No te pasó nada? ¿Te golpeo?

—Bah, un poco. Nada del otro mundo —Frunció el ceño, pero no insistió más, tenían que irse rápido.

En unos minutos, April se hizo tragado el desayuno y se levantó de la cama.

—¡Vamos, ya es tarde! ¡Ya son las 6:00! ¡Tenemos 10 minutos para llegar!
Caleb la vio desde donde estaba sentado. Le sonrío perezosamente y por fin hizo lo mismo que ella. Llevó los dos platos al lavabo y regresó por ella.

—Vamos… —le dijo mientras le tomaba la mano. La guió hasta llegar a la puerta, donde la abrió para que pasara y luego paso él.

April se decía a sí misma que para cuando volvieran tendría que limpiar todo, y además, ver que había dejado mal hecho…

¿Había traído su celular? Sí, si lo había hecho. Suspiró.

Si no lo traía, Scarlet la mataría…

¡Scarlet! Se fijo en su celular y lo reviso…

¡¿12 llamadas perdidas!? ¿Pero qué rayos?

Caleb la observaba curioso mientras bajaban las escaleras.

—¿Qué pasa?

—¡Tengo 12 llamadas perdidas de Scar! ¡Me matará! —Lo observó unos segundos—¿Me dejarías…?

—Sí, claro. Adelante.

—Gracias.

Rápidamente marcó el número de su mejor amiga, que se lo sabía de memoria y espero a que respondiera…

¿Había pasado algo? ¿Su mamá estaba bien? ¿Por qué llamarla tan seguido? ¡Oh, Dios! ¡Esto no le podía estar pasando a ella!

—¿Sí? —contestó una Scarlet realmente calmada.

—¡No me vengas con un ¿sí?! ¿Qué paso? ¿Por qué me llamaste tanto?

—¡Aprilynne Skye! ¡Te mataré! ¿Se puede saber dónde has estado todo el santo día, señorita? ¿Ah? ¿¡Qué hiciste?! ¡Te drogaste! ¡Oh no me digas que fuiste a un night club a ahogar tus penas! ¡Eso no es bueno, Ap! ¿Qué pasa si alguien trata de violarte? ¡Imagina lo que podría…! —Hasta ese punto April dejó de escucharla… ¿Acaso tenía un chip o algo? “Te drogaste” Bueno, casi… La drogaron. ¿Y violarla? Algo así… la acosaron.

—¡Scar! ¡Cállate por lo que más quieras! Cada vez que hablamos tengo que callarte. Algún día te quedarás muda y ese día disfrutare…

—¡Serás bruta, tú! ¿Muda? ¡Vaya amiga! A ver, quiero detalles. ¿Por qué mierdas desapareciste?

—Será que algún día hablarás como una señorita…

—Eso es como preguntarme si algún día dejarás de ser una romántica empedernida.

—Ya, ya… Calla.

—Solo callare hasta que cuentes…

April se volteó a ver a Caleb, quién estaba muerto de la risa… ¿Por qué Scarlet tenía que hablar tan alto?

—Amm… Lo diré en código… Él, río, cumpleaños, regalo, —¡Oh maldita sea! ¿Dónde había dejado el libro!?—, locuras… Cena, persecución, acosador, golpes, él, cama, dormir…
Esperó unos segundos, rezando para que Scarlet entendiera mientras salían del edificio y Caleb llamaba a un Taxi.

—¿¡Qué Caleb te llevó a un río, donde celebraron el cumpleaños, te dio un regalo, luego una cena, y para después alguien los persiguiera, te acosara y él lo golpeara y tuviera sexo contigo!? ¡OH! ¡¿Has perdido ya la virginidad!?

April se llevó una mano a la frente… Había entendido todo hasta lo último. Que necedad tenía con que perdiera su virginidad…

—Lo último fue lo único que malpensaste…

— ¿Te violó, entonces?

Él no resistió y se echó a reír mientras se montaban al taxi.

—¡No, Scarlet! ¡Oh, por todos los cielos! ¡Eres imposible! ¡No me hizo nada, no hicimos nada!

—Oh… —¿Por qué rayos sonaba triste?—Que lástima… Y yo que quería detalles.
April oyó como Caleb le daba direcciones al taxi y se fijó en el reloj… Les quedaban 8 minutos.

—Scar, tengo que irme, ¿vale? Te llamo mañana. Adiós.

—Eres jodidamente pesada… Por eso te amo. ¡Adiós! —Antes de que April pudiese devolverle el cumplido, colgó, dejándola sola en la pena que le traían las conversaciones de su amiga… ¿Qué haría sin esas habladurías?

Volteó su cabeza hacia Caleb, quien la veía muerto de la risa. Ella sonrío.

—¿Qué? ¿Avergonzado de que mi mejor amiga sea una pervertida?—Él le sonrío pícaramente.

—Encantado de saber que la chica me da su apoyo para tenerte como mía… —Los ojos de ella se abrieron como dos bolas y se sonrojo de pies a cabeza.

¿Por qué rayos tenía que ser tan… directo?

6 minutos después…

—¡April, casi haces que el taxista nos mate en el camino! —le dijo él, quien iba siendo jalado de la mano debido a ella.

Llegaron a la puerta de la Academia y él la detuvo.

—¡Espera, Ap! ¡Hay que entrar por detrás, es una misión secreta, no una misión como todos los días! —Ella frunció el ceño, pero se dejo guiar por él para no tener contratiempos.
Caleb la llevo por una parte que nunca había visto del gran edificio. Estaba oscuro, un poco destruido, algunas mesas se caían de lo viejas que estaban y las sillas se encontraban en un estado terrible. Los árboles estaban sin hojas y las flores marchitas. De tan solo verlo, le dio un escalofrío.

—¿Qué le sucedió a este lugar? —le preguntó April, mientras él rodeaba un árbol y apretaba un botón en ese. Ella vio con curiosidad como se abría una puerta del tronco… Impresionante.

—Se dice que hace muchos años, algún alquimista tonto e inexperto encontró la piedra filosofal en Dios sabe dónde y al tenerla en sus manos, creyó que podría tener vida eterna. Por su egoísmo y frialdad, se dirigió a este mismo bosque, creyendo que no sería visto y empezó el tratamiento con la *quinta esencia. Usó las sustancias necesarias… Mercurio, azufre filosofal, puso a arder el fuego en el huevo de cristal contra la luz, creyendo que lograría convertir una simple roca en oro.

—Pero, no pudo… ¿No es así? —le dijo April, entendiendo las cosas.—Se supone que su preparación dura muchísimo, la esencia debe pasar por diferentes colores todos los días hasta llegar al gas rojo.  Debes tener un límite de 20 años para tener vida eterna, y uno de 5 para sacar oro ¿O me equivoco?

—En efecto, sí. —le respondió él, mientras bajaban unas grandes escaleras—Mas sin embargo, el pobre hombre no sabía nada de ello e hizo todo el experimento. A la hora de llegar a colocar la sustancia prometida en el huevo de cristal… Todo explotó… Se dice que su cara quedó destrozada y murió a los minutos, mientras que este pequeño pedazo de tierra quedó machacado y arraigado. —April asintió y sintió pena por el pobre chico… Si tan solo hubiese tenido más cuidado.

Después de unos segundos de bajar y bajar escaleras, donde todo estaba oscuro, ella se desesperó. ¿Cuándo iban a llegar…? Sintió un apretón en la mano y trató de verlo en la oscuridad, aunque solo logró deslumbrar un pequeño ápice de su sonrisa.

No sabía que la Academia tuviese tantos lugares secretos… Parecía como si fuese relativamente pequeña, aunque ya veía que no.

Finalmente vio la luz al final del túnel… Es decir, al final del pasadizo y estrechó los ojos para acostumbrarse a la luz. Caleb la sacó rápidamente y llegaron a una pequeña sala, en donde todo era de madera. Escritorios, sillas, sillones, lámparas, todo, absolutamente todo era de madera. Las alfombras combinaban con su color y había un gran recuadro con la foto de un árbol en él…

Irónico, ¿no?

Cuando logró ver bien del todo, detectó que todos estaban allí reunidos. Gabe, Raúl, Joseph, Jeremy y por último Ronald… ¿Qué hacían ellos aquí?

—Buenos días —dijo cortésmente, Caleb. Todos asintieron con la cabeza, en señal de saludo.

—¡Hola, chicos! —saludó April y vio a Ronald—Y… profesor.

Todos le sonrieron y se acercaron para saludarla. Raúl le tomo la mano y besó sus nudillos, Jeremy le dio un cálido beso en la mejilla izquierda y Joseph en la derecha, mientras que Gabe le dio una gran sonrisa y la abrazo con todas sus fuerzas, cuidando de su brazo enyesado.

—¡Gabe! —le dijo ella, contenta de ver que ya podía estar fuera. —¡Tu brazo! ¡Ya estas mejor! ¿O no?

—Sí, divina, ya estoy mucho mejor… Tanto así que vengo con todo para Caleb —Le guiño un ojo y él se estremeció, apartando su mirada enfadada. Sus amigos lo observaron y se carcajearon al mismo tiempo.

—¡Será celoso! Ya se enojo… —dijo Raúl, dándole una palmada en la espalda.

—Ustedes son demasiado cariñosos… —respondió él, enfurruñado.

—En realidad lo hacemos para ver tu reacción, chiquitín… —Jeremy le dio un codazo en las costillas. Él volteó sus ojos.

—Disculpe profesor, pero… ¿Qué hacen todos aquí? —preguntó April, inocentemente. El grupo de muchachos la vio maliciosos.

—Oh, eso es simple, querida —le respondió, sonriendo—. Ellos son el grupo que los acompañará en la misión… ¿Por qué? Porque ustedes son dos alquimistas de nivel uno, así que necesitan dos de cada nivel. Gabe y Raúl son de nivel dos, mientras que Jeremy y Joseph son de nivel tres.

—Pero Gabe tiene su brazo dañado… ¿No es peligroso?

—Según los doctores, ya puede hacer muchas actividades, así que no creo que haya mucho problema, señorita. No te preocupes.
Ella asintió y observó a Caleb, quien tenía una expresión inescrutable. Paseó de nuevo su mirada por el lugar y vio 6 pequeñas maletas en la estancia. ¿Y eso es…?

—Oh, veo que has notado las maletas. —le dijo Ronald, sonriente—Nos tomamos la molestia de recoger sus prendas de sus apartamentos. Como saben, tenemos una copia de las llaves de ellos, así que…

April abrió los ojos de golpe, al igual que todos los demás… ¿Desde cuándo tenían ese derecho?

—¿Allí hay ropa mía? —preguntó Raúl, sorprendido.

—En efecto, sí…

—¡Con razón hoy no encontraba mis pantalones rosados…! —dijo Gabe, quien vio con disgusto sus vaqueros morados y camisa blanca.

—Ya decía yo que me faltaban zapatos en mi armario… —repuso Jeremy, un poco anonadado.

—Sí, yo noté que tenía un poco menos de ropa… —comentó April, molesta de que hubiesen entrado a su querido apartamento sin su permiso. Eso no debería ser así.

Todos esperaron a que Caleb hiciera un comentario, pero no hizo ninguno. ¿Cómo lo haría? Había pasado la noche en donde April y no sabía qué le faltaba y qué no...

—Bueno… —empezó Caleb, tratando de cubrirse de las miradas interrogatorias de los demás— ¿No tenemos que irnos ya?

—Oh, sí claro… —se acercó a él y les dio las llaves de un auto—Estas son las llaves del Toyota Highlander, ¿Vale? Debes cuidarlo muchísimo, recuerda que es de la academia. ¿Recuerdas donde queda el aparcamiento?

Asintió, decidido

—Perfecto. Ten las direcciones de los hoteles en los que se van a hospedar. El viaje a Virginia dura 3 días, sin contratiempos, ¿vale? Así que lo necesitan. Todo está pagado, no se preocupen. Incluye comida, etc. —Le dio varios panfletos y se puso totalmente serio—No hagan ninguna estupidez y por favor, sean discretos.

—Sí, señor —le respondieron todos al unísono.

—Muy bien… Buena suerte, muchachos. —Sin más que decir, los guió hasta una pequeña puerta al lado del pasadizo por donde habían venido April y Caleb, apretando un botón.
Al abrirse, entraron en una pequeña caja plateada que tenía varios botones sin coherencia alguna.

Al entrar, las puertas se cerraron y Caleb apretó 7 botones en un orden especial, haciendo que algo los elevara y fuesen correctamente. Ella vio a todos a su alrededor, esperando que estuvieran igual de sorprendidos que ella por tal combinación, pero en lugar de eso, lo veían aburridos.

Él por su parte, se colocó al lado de April y pasó una mano por su cintura, besando su coronilla. Ella apoyó la cabeza en su pecho, un poco cansada por tanto embrolló. Todos los veían curiosos, alzando cejas y pegándose codazos, divertidos por la escena cariñosa.

Caleb los aniquilaba con la mirada, por lo que ellos solo se reían más.

Cuando las puertas se abrieron, todos salieron a un estacionamiento oscuro y de asfalto. Puro asfalto.

Buscaron con la mirada el carro de marca, creyendo que estaría lleno, cuando solo había un carro aparcado. El Toyota Highlander. Miraron boquiabiertos el gran carro, todo nuevo y reluciente.

Era de un color plateado, su placa estaba recién comprada, sus llantas negras como la noche y sin ningún raspado.

Salieron corriendo hacia el carro, contemplándolo, tocándolo como si fuese algo fuera de lo normal. Caleb abrió el carro y todos entraron, disfrutando el olor a carro nuevo.
Los asientos eran de un cuero blanco, todo el carro por dentro era beige y luminoso. Tenía la más alta tecnología, con una pantalla a la mitad del volante para saber lo que viene delante de ti. Otra pantalla en la radio para ver las estaciones de radio y lo mejor de todo… ¡Un contenedor para refrescos!

Caleb se puso al volante, mientras que Gabe se peleaba con April por ir adelante, con él. Los demás se colocaron en el asiento de atrás, en el cual cabían 4 personas.

—Gabe, yo voy a ir adelante. Es lo más justo, soy la mujer…

—¿Y? Mi sueño era ser mujer, pero Dios no me ayudo. Eso se parece ¡Vamos!—April sonrío.

—No. —le dijo decididamente.

—Sí

—No.

—Sí.

—No…

—Sí

—¡Que no!

—¡Oh, vamos ustedes dos! ¡Gabe, no seas tan jodidamente gay y deja que la señorita disfrute de la compañía de su novio! ¡Vamos, vamos! —le gritó Joseph, desde el carro.

—Pero…

—¡Pero nada, súbete que perdemos tiempo!

Gabe se subió a regañadientes, mientras que April se montó al asiento triunfalmente, con una gran sonrisa. Se giró para ver a Caleb. Él la igualo.

—Esa es mi chica —le dijo, guiñándole un ojo y tomándola de la mano. Se relajó, iba a ser un buen viaje.

Cuando por fin salieron a la luz del sol y se dirigieron a  la calle principal, April se fijo en algunas cosas del carro. Tenía un compartimiento abajo, muy curioso.

Lo tocó… De pronto, salió un cuchillo gigante de él y jadeo. Fue sacándolo poco a poco y lo contempló… Tenía un filo, impresionante.

—¿¡Pero de dónde sacaste eso!? —le dijo Caleb, asustado.

—Estaba allí… —Él frunció el ceño y se encogió de hombros. Tal vez les ayudaría en algún momento.

Cuando ya iban a algunos metros de la Academia, April visualizo una sombra negra cerca del carro y entonces vio a Darwin, quien les hacía señas para que regresaran. Caleb lo vio y gruño…

—Maldita sea, nos ha visto— Como no le hacían caso, sacó un revólver de Dios sabe dónde y empezó a apuntar. Todos voltearon a ver y abrieron los ojos, con pánico.

—¡Hasta aquí llegamos todos! ¡Fue un gusto conocerlos, nos vemos en el infierno! —les dijo Joseph, quien se veía divertido.

April estaba tan asustada que hizo lo primero que se le ocurrió, cogió el cuchillo y abrió la ventana, apuntando con él hacia Darwin.

—¿¡April, pero qué mierda estás haciendo!? —le preguntó Caleb, exaltado.

—¡Te diré lo que está haciendo, está salvando nuestros culos, déjala! —le respondió Jeremy, feliz.

Sin pensárselo dos veces, le tiró el cuchillo al hombre quien estaba a punto de mandar un balazo. El arma lo rosó en la mejilla, dejándole una fea cicatriz. Empezó a sangrar y sangrar y ella se relajó, eso les daría tiempo para escapar.

—¡Acelera! —gritó Gabe. Caleb se giró para ver a Darwin y vio el golpe, luego miró a April con ojos muy abiertos y sonrío… Estaba loca.

Aceleró hasta más no poder y empezaron el recorrido aceleradamente, algo que no querían.

Después de unos segundos, se oyó un motor tras ellos. Raúl volteo a ver y frunció el ceño.

—Perfecto, ahora nos persiguen…

—¿Por qué rayos nos tienen que perseguir a nosotros, Ap? ¿Qué tienes un imán para eso? —le preguntó Caleb, divertido por la situación, pero un poco temeroso.

—Si tengo un imán, que me lo quiten de una buena vez… —Le acarició suavemente la mano— ¡Ahora acelera si no quieres morir en el intento!

Él se encogió de hombros y pisó el acelerador, empezando con la nueva aventura porvenir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

¿Deseas comentar la entrada? ¡Hazlo, será un placer leerla! (Y deberías comentar, ¿eh? Es ley o.o Jajaja ok no xD) Sólo que ten en cuenta una cosa... (Y es una cosa realmente seria, ¡te lo digo! Algo así como... de vida o matamos a tu gato ._.! Y dirás, "Ja! Yo no tengo gato" Y yo te diré.. "Exacto ._.") ¡Comenta con respeto! ¡Si no te gusta lo que escribí y quieres decirmelo hazlo con respeto, es lo único que pido! Ahora, si ya te hartaste de leer esta introducción... Comenta :D!
Y recuerda sonreír siempre :3!