Eeeeeeeeeeen fin, mis amados alquimistas, hoy vengo a hacer lo que venía a hacer desde un principio antes de que ustedes me interrumpieran con sus bellezas siniguales(?) (Ah, qué halago más shekspiriano me salió xDD Dios, hoy sí ando tonta -.-). Y eso es... ¡CHAN, CHAN, CHAN! Pregúntarles dónde petras han estado, ¿eh ¬¬? Que andan más desaparecidos que mi abuela cuando va a la capital y se encuentra una ganga en una tienda, ¡ASÍ DE DESAPARECIDOS ESTÁN! Y es más, no están desaparecidos ustedes xD No, no lo están, porque tengo más de 100 visitas por cada entrada e.e (Ni petra idea de cómo, si somos 73 seguidores, peeeeeero, el mundo es curioso(?)), pero no comentan O.o Ah, gente, comenten u.u Me bajan el autoestima si no lo hacen(?) No ven que me hacen pensar que mi ego los molesta D: Díganme, y empiezo a ser modesta (... Aiiins, no debí prometer eso xD). No, no, hablando en serio, espero que estén bien y todo e.e Por lo general son muy constantes, no sé si andarán con situaciones difíciles, pues de ser así, espero que todo mejore para ustedes(: Les mando mis mejores deseos, de corazóóón :3
PERO HEY, no era solo eso a lo que venía ;3 No, no han tenido suficiente de mí xD Es que la verdad, hace como 1 mes, comencé una historia nueva y escribí su prólogo (sí, sí, estoy escribiendo 2 historias y vengo y hago un prólogo de una NUEVA -.- Qué genia), pero no la estoy siguiendo porque tengo... pues... otras dos y no, es mucho. Pero aun así, me gustaría que la leyeran y si pudieran, dejaran su opinión :D Recuerden que acepto críticas y todo eso, siempre es bueno recibir♥ Y si lo leen y les gusta, comenten, no se queden en las sombras gente xDD Así que, sin más por el momento, A LOS AMANTES DE LOS GATOS y a los amantes de los VAMPIROS les presentó...
Gatiros.
1813, París, Francia.
Truenos.
Relampagueos. Luz y oscuridad. Todo eso se veía a través de la ventana de la
gran mansión del viejo Allergard. Podría parecer irónico que un señor de su
edad, con sus debidas canas ya adquiridas conforme el paso del tiempo, tuviese
un hogar tan… lujoso. Más raro consideraba la gente de los alrededores, que
nunca se hubiese casado, a pesar de su apuesto rostro. Muchas señoritas de la
sociedad habían invitado a Allergard a sus humildes hogares, por una fiesta que
la sorieé misma organizaba, todas con el propósito de llevarlo al altar. Aun
así, con miles de invitaciones a cenar y coquetería descarada por las muchachas
“educadas”, James Allergard nunca se casó. No tuvo hijos. No se preocupó. Él
solo triunfó en lo que amaba hacer: ciencia oscura.
No, él no se
había equivocado en sus decisiones. Jamás quiso contraer matrimonio, le
resultaba fatigante. Primero que nada, tenía que conseguir a una señorita lo
suficientemente educada como para entender lo que él hacía y además, debía
confesarle con exactitud que a lo que se dedicaba no era ninguna magia de
brujos. Normalmente, cuando él mencionaba algo sobre “ciencia oscura” la gente
lo relacionaba con brujerías y antorchas para ir a quemarlo. Se exasperaba de
sobremanera, pues, nadie nunca había entendido lo que realmente significaba su
profesión. Ciencia oscura, ¿era tan difícil entenderlo? Es una ciencia
prohibida, casi no conocida.
Bien, debía
confesar que sí se podía relacionar con la brujería… Se refería a que, en
cierta parte trabajar con sustancias químicas, ponerlas en una olla gigante y
pronunciar palabras en latín para que surtiera efecto lo hacían parecer un
brujo de primera, pero nadie entendería que la ciencia es un término totalmente
diferente a la magia. La ciencia era real. La magia, no —o al menos, así él lo
creía.
Su bisabuelo se dedicaba a ello y su abuelo lo
hizo por su parte también, su padre quiso seguir con el ritual y ahora él
continuaba la tradición. Jamás pensó que llegaría a encariñarse tanto con lo que
hacía, pero finalmente, así fue. No necesitaba amor en su vida —ya tenía
suficiente con su gato—, necesitaba la ciencia y era lo único que tenía. De
nada se arrepentía… O eso es lo que él se decía. La verdad era que tenía en
claro que había algo que lo atormentaba. Si él no tenía herederos, jamás podría
impartir su ciencia oscura con las próximas generaciones. Era ahora cuando se
arrepentía de no haber tenido una esposa para procrear pequeños retoños, ya que
eso significaba que no tendría a nadie a quién enseñarle todo lo que él podía
hacer. Era decepcionante.
Por esa
misma razón. Por todos esos pensamientos que rondaron su cabeza, atormentándole
por años, Allergard decidió trabajar en su poción. Una poción que le procrearía
un heredero sin siquiera mucho esfuerzo. Desafiaría las leyes de la naturaleza,
solo para conseguir lo que deseaba. Él sabía que podía y finalmente lo
probaría. Ese era el día. Esa era la noche, en que todo pasaría. Era perfecta.
El cielo caía con su lluvia incesable. Los truenos hacían su aparición y los
relámpagos lo apoyaban. Él estaba listo, sabía lo que haría.
Con sus
pensamientos positivos, el viejo canoso bajó las escaleras con una seguridad
inmensa. Podía oler la sustancia desde ahí, preparándose para él. Sonrío con orgullo.
Los ingredientes que llevaba no eran nada fáciles de conseguir. Por ejemplo,
dos pelos de chupacabras casi le cuesta un ojo de la cara y el colmillo del
lobo fácilmente pudo haberle arrancado una mano, sin embargo, los consiguió. La sangre había sido fácil,
solo había sido cuestión de ir a un hospital y robarse un poco de un frasco
lleno de ella. En general, todo había salido bien… O eso es lo que él pensaba.
Silbó una
melodía tétrica, parecida a una canción clásica de alguien bien reconocido, sin
embargo, él no se acordaba de quién era la música que silbaba o si quiera le
importaba quién la había compuesto. Después de todo, él solo quería completar
su misión: crear un heredero.
Ajustó su
chaqueta, llegando finalmente hasta su gran olla negra, llena de una sustancia
pegajosa y sublime, que podría haberse confundido con sopa de pollo —aunque una
sopa realmente… asquerosa. Algunos “condimentos” si es que podían ser llamados
así, sobresalían a través de la poción y el viejo se sintió totalmente orgulloso
por su gran creación. Tomó la gran cuchara de madera que guardaba contra el
fuego y batió la mezcla amarillenta, haciendo que sonara espesa y la olió con
mucho fervor, sintiéndose derretir. Se olfateaba deliciosa —aunque solo él lo
considerara así. La verdad era que estaba horrible. Pareciera que alguien había
decidido combinar una paloma moribunda con chuleta y sangre, pero claro, ¿quién
iría a desafiar a un señor que llegaba a la edad mayor, con una idea metida en
la cabeza?—, tanto así que lo hizo sonreír, mostrando todos sus dientes, algo
no muy común en Allargard.
Dejó la
cuchara de madera en su lugar y casi quiso correr hasta la ventana, fijándose
en el tenebroso y frío clima que se mostraba ante los vidrios. La luna brillaba
tal cual armadura recién lustrada y podría haber jurado que le sonreí con
aprobación. Era la hora, estaba listo. El mundo se alineaba para él, solamente
él.
Se acercó
una vez más hasta su gran cacerola y justo cuando iba a comenzar todo, su gato
lo sobresaltó, enredándose entre sus piernas como todo buen felino. El viejo se
lo sacudió de los pies y le dirigió una mirada severa, haciéndole saber que le
haría cariñitos y pucheritos al rato. El minino, que parecía entender todo como
una persona común y corriente, maulló en protesta y le dio una mirada severa
con esos grandes ojos azules que se traía. Su pelaje negro resplandecía contra
la luz de la luna y llevo con movimientos lentos y predeterminados, a su linda
y felpuda colita hasta una silla, viendo a su amo cambiarle por una olla llena
de porquería. Cualquiera que mirase de
cerca al gatito, habría pensado que estaba haciendo un plan para hacerle alguna
travesura a su dueño, algo malvado.
Pero claro,
él era un gato bueno.
Allergard le
dio una última mirada a su mascota, asegurándose de que no le fuese a
interrumpir de nuevo y finalmente, alzó las mangas de su chaqueta para
comenzar, alcanzando a su vez la cuchara y moviendo la poción, haciendo que
brillara un poco.
Carraspeó,
tratando de hacer su voz sonar realmente clara y fuerte.
—Tonitrui sunt pulsandum. Radii
fulgebunt post me et da mihi adprobavissent coruscantis. ¡Luna subrisit! Fac praebere. In adiutorium meum quaero.
Un trueno se
escuchó por toda la sala, seguido por un rayo en compañía. Los relámpagos se
vieron a través de la ventana y la luna se mostraba tenebrosa ante la
habitación. Como si la sustancia cobrara vida, comenzó a burbujear.
Allargard
movió la olla, dándole 3 vueltas consecutivas y batiéndola todavía más rápido.
— Nihil mali est bonum velle.
A creatione quod multi
intelligunt et quidam numquam
intelligere. Natura significat, adiuva me cum creatione! Adjuva me, atro scientia, unumquodque est in arbitrio tuo!
Las burbujas
explotaron, el líquido se tornó de un color rosáceo y echó humo, literalmente.
Él la olió con adoración, sabiendo que estaba cerca, casi nada faltaba, ya
estaban ahí. Su gato maulló, viendo todo con admiración, sin embargo, no le
prestó atención, toda su concentración estaba ante él.
Sacó la
cuchara de madera con rapidez y metió un bol de el mismo material,
sumergiéndolo en la sustancia y sacándolo, repetidas veces.
— An heir've creata hic.
Heres me expectant. Quia bonum sit Filio, ¡da michi caritas
nunquam seni! Scias oportet te scire volo a vobis.
Aenean semper da
quod sperandum est filius et heres ¡filius lunam
te Da mihi! Cum stella testimonium mihi
solum aspectum —finalizó, esperando los
resultados.
La
poción pareció estornudar, pues varias gotas se salieron de la gran cacerola y
un fuego azul se esparció a través de ella, haciéndole retroceder con temor,
pero luego dándose cuenta que era inofensivo y que ni calor transmitía. Con
cuidado, metió la mano en su preciado líquido y lo sintió. Estaba en
temperatura perfecta. Lo había logrado, ¡todo estaba listo!
Rió
como loco, sintiéndose la persona más inteligente del mundo. La alegría que le
embargaba era indescriptible, pues sabía que tuvo éxito. ¡La ciencia oscura
había triunfado! ¡Su heredero pronto estaría con él!
Conteniendo
su emoción, cogió el bol y lo metió de nuevo.
Justo cuando iba a sacar un poco para meterlo en uno de sus recipientes
de cristal, el entrometido gato maulló demasiado cerca de él. Sus ojos volaron
hasta el filo de la olla, donde vio una mancha negra con ojos azules viéndole
con malicia.
Comenzó
a menear su cabeza, advirtiéndole que no lo hiciera, pero el gato ya se había
decidido. Alguien loco habría dicho que
el minino sonrío con sus rasgos felinos y finalmente, tomó de la poción,
saboreando cada gota. Le sabía a atún y leche, con un poco de pescado podrido
en él. Delicioso. Lamió sus bigotes con fervor, divertido. Eso le pasaba por no
prestarle atención.
Allergard
gritó, arrastrándose hasta alcanzar a su mascota y tomarla sin piedad.
Despotricó contra él y hasta podría decirse que perdió su educación al haber
dicho “¡Merde!”, inapropiadamente.
¿¡Acaso era estúpido!? ¿¡Cómo se le había ocurrido tomar de… de… de su preciado
invento!? ¿¡Cómo!? ¿¡Acaso no veía que tenía que probarlo en alguien antes de
ver si funcionaba o…!?
Sus
ojos se iluminaron y vio al gato con atención. Una lenta y maquiavélica sonrisa
se esparció a través de su rostro. Oh, el destino lo había querido así, ya
entendía todo.
—Gato
estúpido —le dijo en su francés natal perfecto—, ¿pensabas que me hacías un
daño o cobrabas venganza? No sabes lo que has hecho. No lo sabes…
El
felino maulló, pidiéndole con sus hermosos ojos azules que lo bajara. Le lamió
la nariz, como pidiendo perdón y trató de acurrucarse en su cuello. El viejo
rodó sus ojos. No podía evitar sentirse encariñado con él; la verdad era que sí
su gato se hacía su heredero, estaría feliz por ser justamente su fiel mascota.
Dándole
una pequeña caricia, lo bajó hasta el suelo, suspirando. Sabía que no cobraría
“vida” hasta después, nada era inmediato. Teniendo precaución, tomó de nuevo un
poco del líquido y lo guardo en su recipiente de vidrio, haciendo lo mismo con otros pocos. Un poco
agotado, subió hasta su recámara, donde escondió su creación en un pequeño
cofre cuya llave solo él sabía dónde se encontraba. Tal vez podría necesitarlo
para después.
Pasando
por el ritual antes de dormir, Allargard se acostó en su cama, su gato
acurrucándose a su lado, como siempre. Cerró los ojos con pereza y le dio una
última ojeada a la luna, pensando con esperanza que, tal vez, solo tal vez, sí
lo hubiese recompensado con lo que le pidió.
A
la noche siguiente…
La
luna aparecía nuevamente a través de la ventana del viejo canoso. Parecía
burlarse de él, como diciéndole: no obtendrás lo que deseas. Él suspiró con
frustración. Había creído que sí pasaría, que de un pronto a otro vería a su
gato y él estaría todo hecho y derecho
como un hombre, pero no. Esos no eran más que sueños que había creado su
ingenua mente para ilusionarlo. La ciencia lo había traicionado está vez…
¡Qué
tonto había sido! ¿Cómo se le había ocurrido pensar que tendría un heredero así
de fácil, desafiando a la naturaleza y todo lo que se conoce de ella? ¿Cómo
rayos pudo imaginar que funcionaría en cualquier estancia? No le veía sentido,
seguramente estaba loco y ni cuenta se había dado. ¿Debería ir a donde uno de
esos señores que se hacen llamar doctores para la cabeza? Tal vez sí, no le
haría nada mal ver si algo andaba…
Un
resquebrajo. Algo que sonó como dolor. Crack. Se volteó con alarma. ¿Qué estaba
pasando? ¿¡Le estaban robando!? ¿¡Había cerrado la puerta con seguro!? Ya no lo
recordaba. Solo eso podía faltar, ¡que le robasen! Era el colmo.
Con prisa,
se separó de la hermosa vista que le propiciaba la ventana y se apresuró a
subir por las escaleras, buscando el origen del sonido. ¿Dónde estaba Lucian? ¿Qué se había hecho su
querido gato? ¡No podía permitir que le hicieran daño!
Se pasó una
mano por su canoso cabello, cansado e irritado ¡No era tiempo para pensar en
eso! ¡Tenía que apresurarse!
Los
escalones chillaron bajo su peso, la madera rompiéndose bajo él y justo cuando
llegaba al filo de ellas algo lo detuvo. Había una forma encorvada ante él, un
pelaje negro que gemía de dolor y angustia. Él enfocó su mirada, tratando de
averiguar si veía bien. ¿Era ese su gato? ¿Lucian? ¿¡Acaso era él!?
Unos ojos
azules brillantes lo vieron fijamente, mostrándole que ocupaba ayuda. Sí, era
él.
Tragó duro.
¿Qué le pasaba a su amada mascota?
Un sonido
extraño se produjo de la garganta del felino, como si tuviese algo pegado y no
pudiese sacarlo. Trató de levantarse, pero cayó en sus patas traseras,
mostrándose cansado. De pronto, su cuello empezó a crecer, largo y ancho, su
columna se elevó hasta arriba, pareciendo rabioso. Como hipnotizado, el viejo nunca quitó la
mirada de lo que pasaba. ¿Realmente estaba sucediendo?
El pelaje
del minino pasó de ser negro a algo color beige, muy parecido a la piel. Todo
el pelo que alguna vez ocupaba su cuerpo, pasó hasta la cima de su cuerpo,
ubicándose en una parte que distinguirse como su cabeza. Sus patitas, que
alguna vez tuvieron garritas, ahora se convertían en dedos largos y formados, junto
con una creación de brazos alargados. Lo mismo pasó con sus patas traseras, que
se convirtieron en algo muy parecido a los pies y piernas.
Finalmente,
un cuerpo se alzó ante Allargard, intimidándolo internamente. No se le veía
bien en la oscuridad, hasta que unos grandes ojos azules abrieron paso a través
del rostro del muchacho, iluminando la estancia. Tragó duro. ¿Lo… lo había…
logrado?
—¿Lucian?
—dijo con un hilo de voz.
Por lo que
pudo visualizar, él abrió la boca para hablar.
—Miau…
Ambos se vieron
sorprendidos.
¿Acababa de
maullar?
Lucian tocó
su garganta, abriendo los ojos con terror. ¿Esa era su voz? ¡No, no lo era! Era
demasiado grave y humana como para ser suya. Sin embargo… ¿Por qué sus patas se
sentían tan grandes? ¿Y cómo rayos las había llevado hasta su garganta? Bajó su
mirada, hasta ver a su amo. ¿Cómo podía verlo desde esa altura? No recordaba
haber trepado a ninguna parte… además, se sentía extrañamente nuevo, como
renovado.
Sacándolo de
su ensueño, Allargard —con un poco de miedo y euforia—, lo condujo hasta su
habitación, donde había un gran espejo en el que podría verse. Debía saber cómo
era a partir de ese momento.
Fue muy
divertido llevarlo, pues el pobre ex gato no podía caminar del todo bien… De
hecho, gateó hasta la recámara, con movimientos felinos y rápidos, fijándose
con precaución en todo lo que veía. ¿Por qué todo se veía tan pequeño?
¿¡Y por qué
ahora era todo multicolor!?
El viejo
sonrío, sabiendo que todo era extraño para él. Fue despacio, con calma y le
dirigió hasta sus aposentos, donde le hizo levantarse y colocarse frente al
espejo. Lucian se tambaleó con elegancia y finalmente, después de mucha lucha
contra sus piernas, se puso totalmente de pie y se vio…
Y casi se
vuelve a caer.
¡Oh Dios!
¿Esos eran sus felpudos brazos? ¿¡Y su pelaje!? ¿Dónde rayos había quedado? Se
tocó con extrañeza, sintiéndose. Era más áspero, también. Ya no era igual de
suavecito. Suspiró, bueno… no es como si fuese algo que no había visto antes.
Era como ver a su amo, pero en versión joven y…
Su mirada
cayó hacia abajo, bastante abajo…
Y ahora sí
se cayó del susto. ¿¡Qué era eso de ahí…
tan… raro!?
El problema
era que Lucian estaba desnudo. ¿Qué quería, salir con ropa común y corriente?
¡Era un gato! No podría convertirse con sus prendas incluidas. Aunque a muchos
les hubiese dado pena, al viejo Allargard ni le afectó, ya que hubo un tiempo
en el que había sido doctor y había visto muchas cosas que preferiría no fuese
así —además de que nadie le podía quitar la gran alegría que sentía.
—Ten,
Lucian, cúbrete con esto… —le tendió un gran abrigo largo, él lo tomó
inmediatamente y se cubrió a cómo pudo, pues no sabía cómo ponérselo—. Creo que
tendré que enseñarte la anatomía humana.
Él lo
observó con confusión. ¿Qué acababa de decir? No entendía nada. Era como si
fuese un extranjero que hablaba español, tratando de comprender el alemán.
Imposible sin enseñanza. No podía caminar, pues no sabía cómo. No podía hablar,
no le habían enseñado eso. ¡No sabía cómo vestirse! Y mucho menos qué eran
todas esas cosas raras que se encontraban a través de su cuerpo… Extremidades y
órganos normales para cualquiera, pero asquerosas y terroríficas para un gato.
El viejo lo
veía con diversión, pues sabía que muchas ideas cruzaban a través de su mente y
no todas muy cuerdas. Meneando su cabeza, se acercó hasta él para tratar de
levantarlo, pero lo único que hizo fue asustarlo y entonces, él hizo algo que
jamás pensó que haría.
Le mostró
sus colmillos, de forma amenazante. Los ojos del científico se abrieron tan
gigantescamente que podrían haberse salido de sus órbitas. ¿¡Qué eran esos
colmillos!? ¡No eran normales! No eran de humanos… eran de… de…
De un
vampiro.
Tragó duro.
¿¡Cómo había pasado eso!? Se había asegurado de que todos los ingredientes
fueran perfectos, los colmillos, el pelo…
La sangre.
Se llevó una
mano a su cabello, asustado. Sin pensárselo dos veces, corrió hasta la sala,
donde tenía todos sus ingredientes a medio gastar, dejando a Lucian solo. Buscó
como desaforado, tratando de encontrar lo que tanto esperaba tener y
finalmente, abrió el frasco lleno de sangre ante él. No dudó y volvió a subir
los escalones a la velocidad de una liebre en una carrera y entró a su
habitación, viendo a un Lucian medio estabilizado viéndose al espejo con
horror. ¿Qué rayos le había pasado?
Justo cuando
Allargard se mostró ante él con la sangre, el gato ahora humano se volteó con
rapidez, oliendo lo que se avecinaba. Al ver el contenido rojo que tenía el
frasco casi se lanza hasta él y lo tomó con hambre. El viejo se mostró tan
aterrorizado, que se puso más blanco que una lija de papel.
¿Cómo rayos
era un vampiro y un gato a la vez? Se refería a que, ¡no parecía vampiro! No
era pálido, no estaba frío y no tenía…
Ah, sí tenía
colmillos. Olvídenlo.
Se jaló del
pelo, estresado. Tomó aire y se sentó con tranquilidad, observando a la luna
para pensar. Él había pedido un heredero y se lo había dado… No era alguien
normal, eso él lo supo desde que el minino se tomó la poción, pero jamás pensó
que crearía una cosa tan… antinatural.
El señor
James Allargard pensó que lo que había creado no sería más que algo de poco
tiempo, algo que no duraría y a lo que no podía ponerle nombre…
Lo que él no
sabía es que su “pequeño y antinatural” heredero sería el primero de la raza de
muchos y que ese día, en Francia, París, había logrado crear algo igual de
aclamado que los vampiros, amado como los hombres lobo y sentenciado por los
humanos.
Él había
creado…
Un gatiro.
Traducción del latín al
español, palabras para la poción:
Los truenos
están sonando. Los rayos resplandecen tras de mí y los relámpagos me dan su
aprobación. ¡La luna me ha sonreído! Haced mi disposición. Ayudadme en lo que
os pido.
Nada malo
es, algo bueno será. Una creación que muchos entenderán y de los cuales otros
nunca comprenderán. La naturaleza entenderá, ¡ayudadme con la creación!
¡Ayudadme, ciencia oscura, que todo sea a tu disposición!
Un heredero
he creado aquí. Un heredero que espera por mí. Yo sé que un buen hijo será,
¡tan solo dámelo a mí, un pobre viejo que el amor nunca hallará! Sabes que yo
lo necesito, sabes lo que quiero de ti. Dadme lo que siempre he esperado: un
hijo, un heredero, ¡el hijo de la luna en ti! Dádmelo hoy, con las estrellas de
testigo, con mi persona, como único observador.
¿Qué diceeeeeeeen? ¿Les gustó ^^? Espero sus opiniones.
Eeeeeeeen fin, les mando besos y apapachos,
Mel(:
Vaya pedazo entrada D: Das muchas vueltas para decir que estamos perdidos, pero estás de suerte porque hoy pude pasarme por los blogs para comentar! Jjajajaja
ResponderEliminarYa sabes que con los estudios estoy muy perdida, no tengo mucho tiempo, pero pronto se tranquilizará la cosa :)
Un beso enorme Mel :D Y apapachos pa ti también ♥
JAJAJAJA! xD No doy muchas vueltas, es que tengo que preguntarles cómo estááán♥ (Ah, te lo he dicho, adorabilidad on xD) Y también pregunté dos cosas, así que... ¡Ja! (?) e.e
EliminarJajaja tranquilidad, que yo ando igual e.e Demasiados exámenes u.u
Suerte con todo Rei :3
Teeeeeeeeeeeeeeee mando besos y apapachos de nuevo♥
Mel(:
Cuando lei Gatiros lo primero que pensé fue: '... Wait, what?' Jamás se me había pasado esa idea por la cabeza ._. En serio, ¿cómo se te ocurrio la idea? D: ¡¿Qué estabas pensando?! asdfghjk xD
ResponderEliminarNo te voy a mentir, me parece una idea extraña pero me gusta ;3 Así que me gustaria que la continuaras para ver como sigue.. todo... esto... En serio, aun flipo D:
Cambiaste el diseño o: Y ahora puedo entrar a tu blog *-* es que tu blog se demoraba mucho en cargar y cuando lo hacía, andaba pegado ;c Pero ahora ya no! *D* Así que podre joderte más seguido :D yay!
Me largo d1 tengo que leer :B
byebye(:
JAJAJAJA! Estaba pensando en gatos... y de un pronto a otro, le dije a mi hermano "¿Qué pasaría si se combinaran vampiros con gatos?" Y aunque comenzó como una broma, pensé en hacerlo realidad, ¿por qué no ;)?
EliminarJajajajaja bueno, es una idea extraña, pero con tal de que guste, yo feliz♥ Aunque la continuaré cuando termine con Trey y Lizzie, para eso falta mucho ;3
:O SÍ! CAMBIÉ EL DISEÑO *-*! Jajajaja :3 Seguramente el mismo diseño lo hacía lento u.u Me alegra que ahora se te haga más rápido :D Y jódeme todo lo que quieras, siempre me haces reír x3
Yay! (?) e.e
Teeeeeeeeee mando besos y apapachos♥ (Ve, lárgate a leer xD)
Mel(: