Fabricante de máscaras.
En
el mundo existen miles de fabricantes. Hay de mesas, sillas, canicas, juguetes
y hasta de montañas rusas. Pareciera que no había nada demasiado extraordinario
como para crear, pues siendo sinceros, ya todo estaba tomado. Sin embargo,
nuestro universo es un lugar bastante grande como para que no haya ningún cupo
para otro tipo de nueva creación.... Y es por eso, que un muchacho ingenioso y
sagaz, había hecho una innovación.
Se
había convertido en el Fabricante de máscaras. Normal, ¿no es así? Tan común
como los otros antes mencionados. Después de todo, una máscara la hace
cualquier persona con un poco de creatividad y brillantina. Nada del otro
mundo...
Excepto
que sus máscaras no eran esas. Él creaba facetas verdaderas, de esas que se
apegan a tu piel como si fuera tuya. El tipo de caretas que convencerían a
cualquiera, tan reales, que hasta el más tonto las pasa por alto.
¿Has
visto esas personas que sonríen de forma permanente? ¿O los que siempre están
tranquilos? Y, ¿qué tal los que son tan controlados que pareciera que son
estatuas? Los conoces, ¿no? Los ves todos los días. Están en cualquier lugar: en
la tienda, en la esquina, en el parque, en tu mismo colegio. Sin embargo, tú no
los notas, porque son tan reales, que jurarías que su verdadera personalidad es
esa.
¡No
te creas! Échales otro vistazo detenidamente. Notarás, con un poco de
dificultad, que esos no son sus rostros verdaderos: son máscaras, las famosas
máscaras del llamado "Fabricante".
Su
local no estaba muy lejos de la ciudad. Podías buscarlo con gran facilidad, sin
embargo —y a su contrario—, que te confeccionara una no era nada sencillo, y no
creas que es por el dinero, ¡no! No es nada de eso. Mucho menos por poco acceso
o falta de calidad. La verdadera razón, es que para conseguir una, tu situación
o “excusa” para quererlas debían ser realmente convincentes. Por ejemplo, una
vez, un señor ya en sus años de oro, le rogó al Fabricante que le hiciera una
máscara de felicidad y paz, pues su esposa había muerto hacía poco tiempo y su
sufrimiento era tanto que hasta en sus rasgos se notaba y ya sus nietos se
estaban preocupando. Además, él estaba harto de llorar y dar lástima. Quería
por lo menos, morir con una cara pasiva. El Fabricante, conmovido, le creó una
de sus facetas más preciosas y detalladas, con la paciencia de un artesano y la
precisión de un pintor. Cada arruga fue dibujada e hizo todas las movilidades
posibles, para que así, se apegara lo más posible al viejito y tuviera un
rostro que daría gusto a cualquiera.
Finalmente, entregó su pedido y juraría que
jamás olvidaría el gusto del señor al verla. El brillo en sus ojos, la
tranquilidad que mostró. Eso, era lo que amaba de su trabajo, ver las
reacciones agradecidas de cada cliente, la alegría que él mismo proporcionaba.
Sin embargo, el Fabricante tenía un único "pero" en cuanto su negocio
y se lo decía a todas las personas que le visitaban: él creaba máscaras, pero
no transformaba los sentimientos tristes en felicidad. Debían tener en claro
que él no arreglaría sus vidas y que aun con una faceta, sentirían lo mismo que
desde un principio sufrían. Aun con ese gran contratiempo, ellos aceptaban,
alegando que no importaba y que al final, de cierta forma, los haría felices. Así
que sí, el Fabricante siguió con su trabajo, fabricando con la pasión que le
daba su carrera día con día.
Con
el paso de los años, el famoso muchacho murió y con él su negocio. Todo se
deterioró y las máscaras que alguna vez creó, fueron desvaneciéndose de la faz
de la tierra, con la muerte de cada cliente.
Seguramente pensarás que todo terminó, porque, ¿cómo iba a seguir su
gran trabajo si ya nadie sabía cómo confeccionarlo? Y sin embargo, no fue así,
porque las mismas personas lograron construir de forma natural, sus propias
caretas. Encontraron una forma de cubrirse, tal y como él había enseñado. Por
eso, mira bien a todos los que conoces y analízalos. Nunca des por hecho que
sus rostros demuestran lo que sienten, porque a lo mejor, llevan puesta una de
las famosas máscaras que alguna vez ayudó a crear...
El
Fabricante.
PD:
Este relato fue escrito para una tarea que debo entregar mañana de
español .-. El tema es "El fabricante de..." y algo fantasioso. Los
mejores tres relatos serán leídos en clase O.o! No sé qué piensan, ¿les
gusta? Es más corto de lo que suelo hacer -.- Por lo general me explayo
mucho, pero el máximo era de dos páginas y no me podía exceder mucho D:
No sé, ¿les parece que va muy rápida el ritmo? ¡Den sus opiniones ;3!
Saben que amo leerlos *-*
me gusto mucho, hiciste una analogía hermosa
ResponderEliminarEs muy buena la idea. Además hay parte de razón en ello pues esas mascaras todo el mundo las llevamos puestas. Me ha gustado
ResponderEliminarUn besazo
Me encanta la historia. En el fondo es como una metáfora. Has dejado claro que las apariencias engañan.
ResponderEliminarUn besote!^^
¡Wow! Me encanto, lo adore, es seguro que tendras una buena nota... Y pues si... Es cierto, nos creamos facetas, nos ponemos mascaras para aparentar lo que no somos, pero la realidad esta debajo de esa mascara...
ResponderEliminarMe hizo reflexionar...
Besos :)
muy buen relato!! ^v^
ResponderEliminary es tan cierto >.<
besos!!! ^-^
a mí me ha gustado mucho!
ResponderEliminarTe ha quedado genial, seguro que le gusta a tu profe :)
Un beso! May R Ayamonte