6/29/2012

Capítulo 18.


—2 horas… ¿Podrías explicarme cómo es posible que esos tres aún estén sin aparecer, después de 2 horas? —le preguntó Gabe a Joseph. Ambos se sentían realmente enfadados y preocupados por los demás. Hacía ya bastante tiempo que Caleb y los otros habían desaparecido y sólo Jeremy se había dignado a venir y traer un poco de leña y, con eso, hicieron una gran fogata, pero claro, ¿de qué les servía el fuego si no tenían qué comer? Además, él había decidido ir a por más… Idiota.

—Apuesto a que C y Ap se fueron a revolcar por allí y Raúl se ahogó solo en el río… O bueno, espero que se haya ahogado —le dio una sonrisa maliciosa—, tal vez resbaló por la orilla y ahora está cayendo en un abismo…

Gabe puso una cara de terror y Joseph se rió, era tan ingenuo… Aunque en las últimas horas había estado más extraño de lo normal, parecía como si fuese heterosexual y no un gay como siempre. No había utilizado la palabra “divino” o “guapo” y ni siquiera estaba usando una voz afeminada, más bien, casi le da un paro cardíaco cuando oyó salir de él una voz fuerte y varonil. Se había acostumbrado demasiado a su voz fingida.

Joseph se sentó en el tronco que tenían como silla al lado de Gabe y lo miró.

—¿Por qué lo haces? —le preguntó, ceñudo.

—¿Hacer qué?

—Esto —le dijo señalándolo de pies a cabeza—, actuar como si fueras gay. Ambos sabemos que no lo eres…

—Claro que lo soy.

—No me mientas, Gabe. Todos lo sabemos, las leyes de la alquimia lo hacen imposible. Sabes que las almas alquimistas son un hombre y una mujer, no un hombre con otro hombre. No está en nuestros genes ser gays.

—Pues yo soy la diferencia. Mi alma alquimista es Caleb, yo lo sé.

—Gabe… —le dio una mirada preocupada—, sabes que el alma alquimista de Caleb es April. Es algo obvio, sé que lo pudiste captar desde que la conocimos, su aura es como la de él. Tú lo que tienes es admiración por Caleb, lo sabes.

—Tú no sabes nada, Joseph.

—Entonces, ¿Por qué finges tener una voz afeminada? Y, ¿por qué finges que te contoneas al caminar? ¿Por qué rayos finges que no pelas los ojos cada vez que ves los pechos de una mujer? —lo señalo con un dedo—, y ni te atrevas a contradecirme, que te he visto.

Gabe le dio una risa seca y sonrío.

—Curiosidad de homosexuales, no es mucho… Todos los gays somos así, créeme, si veo esos pechos, es porque deseo tener unos…

—No te mientas a ti mismo, Gabe. Si todos los gays del mundo fuesen así, sería algo terrorífico. Tú te basas en los estereotipos de algunos hombres que se comportan de esa forma, pero hay muchísimos más que son perfectamente masculinos y son del otro equipo. Y lo de los pechos… No te pases, hombre. Que hasta me dio un escalofrío.

—No me miento, sé de lo que hablo…

—Amigo, eres realmente testarudo. No eres gay, acéptalo, hasta Caleb lo sabe…—se quedó mirando al vacío unos segundos y luego, lo miró de nuevo—. Bueno, Caleb es tan despistado que tal vez ni se haya enterado aún, pero es cuestión de analizarlo, Gabe.

—Yo… —lo miró con ojos intangibles y después de unos segundos, dejó caer sus hombros—, está bien. Ya lo sabes, qué más da.

—Eso es… Y, dime ¿Por qué dices que eres así?

—Un trauma infantil, no es mucho.

—¿Trauma? —Gabe asintió—Cuéntamelo.

Él suspiró y puso sus codos en sus piernas.

—Como ya sabes, soy huérfano y debido a ello, crecí en las habitaciones de la Academia, rodeado de bellas mujeres y algunas niñas de por allí, que tenían mi misma desdicha. Desde pequeño, sabía todo sobre ellas, cómo tratarlas, qué necesitaban, qué no debía decirles. Absolutamente todo. Y lo bueno, es que las chicas me trataban muy bien, siempre lo hacía… Supongo que les daba lástima que fuese el único hombre en el lugar.

—Entiendo…

—No, no lo haces. Ese no fue el problema.

Joseph parpadeó, confuso.

—¿Entonces…?

—Una de las rectoras del lugar, llamada Andrea siempre me miraba con ojos inquisidores, me observaba de manera extraña y malvada —Se encogió de hombros—, mas nunca pensé que me fuese a hacer algún mal.

—Pero lo hizo…

—Exacto… Una noche, cuando tenía 7 u 8 años, me levanté para ir al baño, con cuidado y esperando no despertar a nadie. En mi camino, encontré a la señorita Andrea, con su gran cuerpo robusto, caminando por los pasillos. Al verla, no sospeché mucho, supuse que estaba dando su vuelta por las noches… Sin embargo, estaba realmente equivocado.
“Recuerdo haber llegado a la puerta del baño, cuando sentí que alguien me jalaba del brazo. Sus manos eran frías, como las de una militar. Me llevó a un rincón oscuro, su cuarto supuse y, me… Empezó a tocar, si se puede decir. Me quitó la ropa y, hacía todo lo que quería conmigo. Lloraba, grité hasta más no poder, pero ella me lastimaba y me decía “Cállate, huerfanito”. Me sumía en el dolor, las sensaciones que pasaban por mi cuerpo, todo eso, fue algo que me dejó mal por el resto de mis días…

—Gabe…

—¿Sabes qué fue lo peor? —Él negó con su cabeza—. Lo hizo días, meses, años y yo no tenía el valor para decir nada. Mi corazón se encogía del daño que podría hacerme, y me fui convirtiendo en alguien tímido y reservado, cuando antes era explosivo y conquistador. Cuando tenía 11 años, por alguna extraña y milagrosa razón, la despidieron, acabando con mi martirio… Mas, me prometí nunca confiar en una mujer, jamás… Y heme aquí.
El rostro de Joseph se había tornado en algo como culpa y dolor, su cuerpo se encogía de la desdicha que le causaba haber oído a Gabe hablar de esa manera. Nunca habría pensado que tenía un trauma de ese tamaño.

—Gabe, hermano… Jamás pensé que…

Lo detuvo con una mano.

—No te conté para que me compadezcas, sino para que entiendas. Tal vez no sea gay, pero tengo esta pequeña esperanza de que si actúo como tal, logré serlo.

—Gabe…

—¿Jum?

Sin pensárselo dos veces, Joseph lo abrazó, tirándosele encima.

—Siento lo que te ha pasado, pero… Te admiro.

Gabe se rió y le dio unas pequeñas palmadas.

—Ya, vale, está bien. Pero dame espacio… —Separándose de él, le dio una sonrisa—, una cosa más. Por favor, no le digas de esto a nadie, déjame seguir actuando así… Por lo menos, hasta encontrar a mi elegida.

Joseph asintió. Segundos después, escucharon unos pasos en el césped, seguidos por dos figuras en la oscuridad. April y Raúl, quienes traían 8 pescados realmente grandes.

—¿No ha llegado Caleb? —preguntó April, cuando los visualizó. Todos negaron con la cabeza y en su rostro se vio angustia.

—Pensé que estaba contigo, preciosa —le dijo Joseph, alzando una ceja inquisitivamente al ver a Raúl a su lado—, aunque al parecer, conseguiste otro tipo de compañía.
Inmediatamente, sus mejillas se tornaron de un rojo carmín.

—¿Qué estás insinuando?

—¿Yo? Nada…

—Mira Joseph, no te metas en esto…

—Ap, tranquilízate —le dijo Raúl, colocando una mano en su hombro—, está siendo protector, eso es todo. Recuerda que Caleb es como nuestro hermano.

Ella asintió y se relajó.

—Perdona, Joseph.

—No pasa nada, Ap.

Mientras Raúl dejaba la comida al lado de la fogata y se ponía a asarlos, el corazón de April empezó a dar múltiples saltos mortales al no ver a Caleb allí. ¿Se habría perdido? ¿No habría encontrado el camino? ¿Por qué rayos lo había dejado solo?

Estaba al borde de las lágrimas, ¿y si lo había atacado un oso? ¿Y si se lo había comido? ¿¡Si quiera habían osos en ese lugar!?

Comenzó a caminar de un lado a otro, agarrándose las manos, soltándolas a ratos, sintiéndose peor que nunca.

—Mmm… ¿Discutieron, no es verdad, divina? —le preguntó Gabe, con su voz afeminada nuevamente.

—Sí…

—Genial. —le replicó, con cara de desprecio. Ella le vio dolida.

Vaya apoyo.

Pasaron muchos minutos más, hasta que se oyeron unos cuantos pasos en la tierra, continuamente apareció Caleb, quien tenía cara arraigada y cansada. Traía unas pocas bayas y veía de un lado a otro frenéticamente, buscando algo que al parecer no podía visualizar, hasta que la vio allí, caminando de una esquina a otra.

—Hablando del rey de roma, mira el que se asoma… —dijo Gabe, con un asentimiento de cabeza. Inmediatamente, April volteó su mirada hacia el obscuro bosque y al observarlo, se abalanzó contra él.

Y le pegó fuertemente en el brazo. Él la vio totalmente desconcertado.

—¡Idiota! —Caleb se agarró el hombro con dolor— ¿Sabes cuánto tiempo hemos pasado buscándote Raúl y yo? ¡1 hora completa! ¿Dónde estabas?

—¿Qué dónde estaba? ¡Buscándote! ¿Dónde más iba a estar, recogiendo florecitas por allí?

De un momento a otro, su cara era de culpabilidad.

—Perdona, no tenía que irme así, yo… —alzó su cabeza para verlo a los ojos y recordó su enojo anterior— ¡Espera! ¡Yo no soy la que me tengo que disculpar, grandísimo genio! Si me fui, tenía mis razones.

—Las tenías, pero no debías irte así.

—Me voy cuando quiera, Caleb.

—Ap, yo… —Antes de seguir, analizó a su alrededor y se dio cuenta de que todos miraban la escena con atención, aunque al voltear quitaron la mirada. Rodó los ojos.

—¿No podemos hablar en privado?

Aunque le frunció el ceño, asintió.

—Ya venimos chicos. —les dijo Caleb a los demás.

—¡Usen protección! ¡No queremos embarazos adolescentes, por favor! —gritó Joseph. Caleb lo vio con ojos asesinos y Joseph se mató de la risa, al igual que los demás.
April iba seria, aunque sonrojada por el comentario que acababa de escuchar. No caería, se decía, no caería tan fácil. Él debía disculparse y seguro le iba a discutir hasta que se murieran en el bosque, así que haría su mayor esfuerzo. Síp, así tenía que ser.

Cuando ya se habían internado lo suficientemente lejos de los pervertidos de la fogata, April se volteó y lo vio a los ojos.

—A ver, empieza. —Colocó sus brazos en jarras y se preparó.
Caleb suspiró y por unos segundos, no dijo nada, tan solo la observó… Justo cuando pensaba que se quedaría así, reaccionó.

—Perdón. —dijo, casi en un susurro.

—¿Ah? ¿Qué dijiste? —le preguntó, desconcertada.

—Perdón por decirte que coqueteabas con Raúl, perdona por culparte de algo en lo cual no tienes la culpa, disculpa por ser un celoso de mierda y perdóname por descargar toda mi furia y estrés en ti cuando lo único que querías hacer era tranquilizarme —Tomó aire y lo dejó salir—. En fin… Perdóname.

Instantáneamente se le ablandó el corazón, justo cuando pensaba que él era igual que los demás…

—¿Y por qué hiciste todo eso?

—Bueno, es simple. —Comenzó a caminar de un lado a otro, moviendo sus manos a la hora de hablar—. No me gusta verte con otro que no sea yo, no me gusta estar en esta situación tan molesta y los besos que he recibido hasta este momento en el día son mínimos y debes saber que si alguien pudiera describir el paraíso, tus deliciosos besos serían este mismo. Además, soy medio bipolar a ratos y necesito que entiendas, Ap.

—¿Entender qué? —preguntó con un nudo en la garganta. Él se detuvo en seco y la miró intensamente.

—Que esto que nosotros sentimos no es atracción de un día a otro o “amor a primera vista”, lo que nosotros tenemos va más allá de eso. Si tengo celos no es que no te quiera o no confíe en ti, sino porque…

Vaciló unos segundos antes de hablar.                            

—¿Porque qué?

—Porque te quiero, Ap. Bueno, no te quiero, te amo. Yo… —Se pasó una mano por el rostro—, sé que es demasiado temprano para decir algo así, pero yo me siento de esta manera y estoy seguro de que te sientes igual. No me puedes decir que no. Es medio imposible.

—Puede ser imposible, porque yo no te amo como tú me amas a mí, Caleb. —El corazón de Caleb se sintió a desgarrar, todo su mundo se vino abajo en 2 segundos. ¿Cómo era eso posible? Estaba seguro de que ella era la indicada, ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Dónde?

—Pero… Ap, yo…

—No, Caleb. No.

—¡April, pero como me dices esto! ¡Sé que es apresurado y no debí haberlo dicho así, sin embargo sé que…! —Puso un dedo en sus labios.

— Estoy realmente segura de que yo te amo más.

Él suspiro, todo su cuerpo relajándose. La sonrisa que lo invadió parecía de idiota, pero no le importó. Sin perder tiempo, April se tiró encima de él y pasándole sus brazos por el cuello, le plantó un gran beso en los labios. La agarró de la cintura, pero antes de que pudiera devolvérselo, ella se separó un poco.

—Y que sepas, que sí te he perdonado, por si no ha quedado claro.

Le mordió el lóbulo de su oreja, mientras que April se reía.

—Me traes loco, hermosa… —le susurró.

Y la besó, su mundo desvaneciéndose con ella. Sus besos eran largos, apasionados, más de lo que había sido nunca, parecían casi desesperados. Jurarían que hasta se veían cosas demás pasando por esos besos… Ella siempre le tocaba el pelo, le encantaba sentirlo rasposo contra su palma y él disfrutaba de cada caricia que ella le daba como si fuese el último que iba a recibir. Tenía sus manos por todo lado, su cintura, su espalda… Todo iba tomando más furor, tanto que el ambiente empezó a hacerse hasta más pesado…

—Es tan tierno… —susurró Joseph en la oscuridad.

—Adorables, pero vaya que son empalagosos… —le replicó Jeremy, quien había sido la mente macabra responsable de que todos —excepto Raúl—, estuviesen viendo eso. Él se había quedado cocinando la comida, pero ellos no perdían tiempo.

—Amigo, sonaré realmente pervertido, pero sus besos me calientan…

—No te culpo, a mí me pasa igual.

—Eso es porque ustedes dos son gemelos y de tal palo tal astilla… —les regañó Gabe a ambos. Ellos sonrieron.

—Bueno, mira quién habla… —Los dos vieron hacia los pantalones de Gabe, bueno, específicamente al gran bulto que sobresalía  y él se sonrojo.

—Ustedes no pueden decir mucho. —les dijo Gabe e instintivamente, voltearon sus cabezas hacia abajo por igual y se miraron.

—Mierda —dijeron al unísono.

Mientras todos hablaban, Caleb se fue separando suavemente de April.

—¿Oíste algo? —dijo, quitándose unos centímetros y buscando a su alrededor.

—Me pareció oír voces…

—Sí, a mí también.

Sigilosamente, ambos empezaron a rebuscar por allí, preparándose para sacar un arma o lo que fuera para tener con que defenderse… Claro, usarían ramas, porque no tenían nada a mano.

El trío detrás de los arbustos ni se daba por enterado, discutían sobre algo realmente estúpido y por ello, no se dieron cuenta cuando Caleb se había acercado por detrás, mientras que jalaba de los pelos a Jeremy, levantándolo poco a poco.

—¡Mira, Ap! No sabía que aquí vivían algunos zorrillos… —April se volteó a ver qué pasaba y abrió los ojos como platos cuando vio aquella escena. Fue acercándose y entre más cerca estaba, más fuerte reía.

—Auch, auch… ¡Eso duele, eso duele! —gritó Jeremy, sorprendido.

—¡Claro que duele! Esa es la idea… ¡Gabe, Joseph levanten sus traseros de ahí y díganme qué rayos están haciendo acá!

Los dos menearon la cabeza, sin querer levantarse.

—Créeme amigo, no quieres eso.

—Vaya que lo quiero ¡Arriba! —Se observaron y siguieron negando con su cabeza.

—Chicos, lo mejor es hacerlo, miren al pobre Jeremy, Caleb le va a arrancar el pelo… —les advirtió April. Analizó al pobre chico y puso una mano en su hombro—. Caleb, suéltalo ya, enserio...

A regañadientes, lo fue soltando, mientras que Jeremy hacía muecas del dolor.

—Maldito… —gruñó él.

—Ahora, chicos. Háganlo.

—No —dijeron al unísono.

—Vamos… —La voz de Caleb se fue haciendo cada vez más grave.

—Que no.

—Si no lo hacen, haré lo mismo que con el otro cabrón.

—Am… Caleb, creo que no es la mejor idea —dijo April, acercándose con cuidado. Él la vio confuso y negó con su cabeza.

—Sí es buena idea. ¡Háganlo ya!

Finalmente, casi gruñendo, Joseph y Gabe se levantaron, avergonzados. Caleb los registro con desprecio de arriba hacia abajo… Hasta que llegó al gran bulto en sus pantalones y entrecerró sus ojos. Los miró fijamente.

—Díganme que no creo que es lo que creo… —les dijo lentamente, casi susurrándolo.

—Am… No es lo que crees que es —mintió Gabe. Él le vio furioso.

—¡Ni que fuera estúpido! ¡Obviamente es lo que yo creo que es! Son unos pervertidos de mierda, eso es lo que son… ¡Espiarnos aquí para calentarse! Vaya idiotas.
—No fue a propósito, sólo veníamos a curiosear, no sabíamos que se iban a poner tan… —Jeremy alzó las cejas sugestivamente—, intensos.

April volteó los ojos.

—Caleb, no importa, no te pongas así…

—Pero…

—Nada, sólo… Déjalo así.

—Vale. —murmuró, enfadado. Todos se voltearon a ver, dejando salir el aire que estaban conteniendo, sabían que él los podía apalear por algo como aquello. April los había salvado por el pellejo.

Ya tranquilos, empezaron a marchar devuelta a su refugio. Caleb tomó la mano de April y los demás caminaban por delante, pasando ramas y golpeándose con algunas de ellas. Los arbustos picaban y ya se veía la gran luna menguante que se asomaba en las estrellas. Animales nocturnos aparecían y hacían sus raros, aunque hermosos ruidos en el ambiente.

Finalmente, lograron ver el humo de la gran chimenea que construyeron hace poco y aspiraron profundamente. Olía a pescado recién cocinado y con lo muertos de hambre que estaban, se sentía como la gloria.

Raúl se encontraba de lo más tranquilo, cocinando todo y dejando lo que ya estaba preparado en un tronco aparte. Ya sólo le quedaba 1 pescado sin cocinar y todos se tiraron a los alimentos como desaforados.

—¡Comida! —gritó Joseph en un tono realmente raro. Tal vez era hambre… Síp, debía ser eso. Cada uno agarro un pedazo y empezó a mordisquearlo y disfrutarlo, casi podían tener un comiorgasmo allí mismo…

—Ustedes sí que son bebes… El cuerpo humano puede aguantar, por lo menos, 6 días sin agua y 4 sin comer. 6 horas no deberían ser nada para ustedes —les reprendió Raúl.

—Pues, disculpa por ser adolescentes normales y comer frituras como cada 2 horas. ¿Crees que mi metabolismo no es rápido? ¡Hombre, paso trabajando con químicos y hasta me hacen sudar! Jeremy me comprende… ¿Verdad, hermano?

—Totalmente de acuerdo —dijo, mientras trataba de tragarse un gran pedazo de pescado.

—Ellos tienen un punto. Yo he tenido que hacer cada misión… Créeme, terminas sudando en partes que jamás habías pensado que podrían sudar. —intervino Caleb, metiéndose un gran bocado en la boca.

Raúl vio con esperanza a April.

—Dime que no me vas a decir que tienes metabolismo rápido también.

—Disculpa, querido, pero sí lo tengo…

—Claro que lo tiene, ¿No ves su figura? —Caleb le sonrío pícaramente y ella se sonrojó. La hacía sentirse la mujer más bella del mundo.

—Ugh, que asco… Aquí vienen —Gabe les vio con disgusto— ¡Búsquense una cama!

April, quien acababa de tomar un poco de su comida, casi se atraganta con el comentario, volviéndose más roja de lo que ya había estado. Todos se fueron encima de ella, para asegurarse de que no muriese.

—Recuérdenme una cosa… ¿Sí? —Todos asintieron—. La próxima vez que me ofrezcan en irme en una misión con todos ustedes, háganme decir que no, ¿vale?

Se empezaron a oír murmullos como “No lo creo” y “Sólo tú te lo tragas”, pero ella les frunció el ceño y se levantó.

—Hablo enserio…

La vieron desafiantemente y después de ocho segundos así… Empezaron a reír otra vez. Nunca lo harían.

—¿Con qué no me harán caso? —Sin darles tiempo de pensar, April les dio un golpe a cada uno en el brazo. Fuerte. Realmente fuerte.

—¡Joder! ¿Por qué fue eso? —le gritó Raúl, enojado.

—¡Por burlarse de mí!

—No nos estábamos burlando, estábamos divirtiéndonos entre amigos… —le reprochó Gabe, acariciando su brazo derecho. Justo le había golpeado en el malo.

—Ap, cariño, ¡Me golpeaste jodidamente fuerte! ¿No podías tener más compasión por tu novio?

—No… Considerando que aún tengo un poco de rencor contigo por lo de hace un rato, así que… —él la vio con dolor fingido.

—¡Oh amigo! ¡Me hubiese encantado ver como la cagaste! —intervino Jeremy, sonriendo.

—Ya somos dos. —dijo Joseph.

—Qué raro, los gemelos… —Raúl volteo sus ojos.

Caleb le sonrío y se acercó a ella, terminando con su pescado.

La tomó por la cintura.

—Te aseguro que me perdonaras si duermes conmigo esta noche.

—¡Caleb! —gritó ella, asombrada— ¿Estás hablando en serio?

—No seas malpensada, no te estoy pidiendo que tengas sexo conmigo… —lo pensó unos segundos y le dio una mirada pícara—, aunque si quisieras tenerlo sería maravilloso.

—¡Hey, tienen público, tortolos!

—Prometemos no hacer mucho ruido. —les guiñó un ojo, pero luego volteó a ver a April preocupado— Aunque… No prometo nada, considerando que Ap podría no cumplir esa promesa… Dime, princesa, ¿Quieres una rama o algo para morder?

Todos los vieron asqueados.

—April, dile que se calle. Me está traumando de una manera realmente grotesca —le rogó Gabe.

—Admítelo, te estas calentando.

—¡Caleb!

—Bueno… —dijo Gabe, con una mirada culpable.

—¡Gabe!

—¡Hey, no es su culpa!

—¡¡Jeremy!!

—Ap, no los culpes. Caleb tiene un punto… —dijo Raúl, encogiéndose de hombros.

—¡Ay, Dios ustedes son unos pervertidos! —les reprobó ella, enfadada. Todos se echaron a reír.

—No es que sean pervertidos, princesa, es que tú eres muy ingenua —le susurró Caleb, al oído mientras que ella se ponía más roja aún—. Entonces, ¿dormirás conmigo no? ¡Hombre, ni siquiera te preguntaré! Lo harás.

Ella asintió.

—Sí, lo haré… Pero nada de tratar de meterme mano, es sólo dormir.
Con un suspiro resignado, Caleb asintió.

—Está bien…

—Y hablando de dormir… ¿Dónde rayos dormiremos? —les preguntó Jeremy.

—En la tierra, ¿No? —dijo Gabe, haciendo una cara de asco.

—Pues sí, pueden usar sus ropas como almohada, las que trajeron de repuesto. Créanme, les servirá.

April se encogió de hombros.

—No le veo el problema, hagámoslo.

Todos empezaron a tomar lo que traían y lo esparcieron en el suelo. Después de unos minutos, tenían un tipo de cama de ropa que parecía muy confortable, aunque claro, no lo era.

—Se ve mejor de lejos… —se quejó Joseph, mientras se acostaba.

—Yo lo siento perfecto —declaró April, quien se encontraba acostada en el pecho de Caleb. Él tenía un brazo alrededor de sus hombros y ella tenía su cabeza metida en su pecho, oliendo su esencia.

—Pues claro que esta perfecto para ti, Caleb es tu almohada y tú eres su cobija. Son tan empalagosos ustedes dos… —se quejó Gabe.

—Meh, el gay esta celoso… —anunció Jeremy.

—Idiota…

—¡Tú lo serás!

—¡Ya cállense, chicos! —les dijo Raúl, frunciendo el ceño. Todos se callaron.

—Así me gusta… —bromeó Caleb, mientras se acurrucaba un poco más a April. Ella le sonrío tiernamente y le dio un pequeño beso, para después observar las grandes estrellas en el cielo.

—¿Crees que las estrellas en serio nos controlan? —le preguntó, soñadora.

—Tal vez… Nunca se sabe, el alquimismo es algo realmente increíble. Ya sabes, es como un tipo de magia, pero a la vez no lo es. Es… es algo nuevo, innovador.

—Totalmente de acuerdo—susurró, haciendo pequeños círculos en su pecho—. A veces, imagino la magia de las brujitas, ya sabes, como en las películas y demás y… Es un poco parecido a la alquimia, sólo que hay una gran diferencia.

—¿Y cuál es?

—Creo que, la alquimia es un poco más creíble… Más cierta, menos soñadora o extravagante, pero sigue teniendo su encanto… La alquimia, según mi punto de vista, es hermosa.

—¿Te digo algo más hermoso que la alquimia? —le preguntó, de pronto muy cerca de su oído.

—¿Qué?

—Tú…

April se volteó un poco para encararlo y solo pudo hacer lo que tanto amaba. Besarlo como si no hubiese un mañana…

Claro, el público de alquimistas no disfrutaba tanto como ellos…

4 comentarios:

  1. Wiiiii!!! Súper!!!!! Me encanto, es genial q estés devuelta!!!! Ya te extrañaba. Publica pronto!!!!
    Besotes!! :)
    Pd: sory, me presento, soy nueva lectora. Me llamo Olivia, pero llamame como quieras.

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    1. Olivia!!!! Me has dejado como... O.O!!! Que linda :3! Muchas gracias por leer mi historia! Y además, por extrañarme! jaja ^^! Pensé que me costaría que me volverian a leer porque... ¡Pase mucho tiempo sin subir nada! Pero, hoy me metí y vi que tenía varias visitas y me alegraron el día :3!
      ¡Es un placer conocerte :3! Gracias por el coment ;)

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  2. Sweetie! Juro que no me he spoileado nada, solo pasaba a decirte que tienes un premio en mi blog :) http://lachicadelosparentesis.blogspot.com/2012/07/premiomemecomo-se-diga.html

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    1. Ya me iba a enojar! jajaja dije, nada! Esta chica se hizo un spoiler gigante ¬¬!! Awwn grazzie! Ahora voy por él ;)

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